Los planes de la Unión Europea con el coche eléctrico no van según lo previsto. Tras una reglamentación inicial en la que no contaron con los fabricantes, como muchos de ellos nos reconocieron en foros privados, tuvieron que rectificar la normativa Euro 7 y no habría que descartar que el 2035 no fuera la fecha límite para el fin de los coches de combustión.
Y pese a que se está contando con diferentes incentivos para su compra, como son en nuestro país el Plan MOVES con el que se pueden alcanzar los 7.000 euros de ahorro, la deducción en la declaración de la renta del 15% (hasta un máximo de 3.000 euros) o incluso el recién llegado Certificado Energético, sus ventas no terminan de alcanzar los objetivos a los que aspiraban los dirigentes europeos.

A su vez, esto ha provocado una situación que es bastante insostenible para muchos conductores de nuestro país. Como se ha demostrado, los coches nuevos han aumentado su precio en cifras en torno al 40% desde 2020, lo que ha provocado que muchos apostasen por los de segunda mano. Estos no solo ayudan a envejecer el parque, sino que además también incrementaron su precio al crecer la demanda. Todo un despropósito que hace que el parque móvil español alcance ya los 15 años de media.
El nuevo plan de la Unión Europea: el certificado de vida útil
Como desde Bruselas no tienen intención de variar su hoja de ruta, algo que lo más seguro harán a última hora para desgracia de los grandes constructores, una de sus últimas propuestas ha sido la de penalizar los combustibles fósiles. Más en concreto su foco se centró en el gasóleo, en el que se pidió tanto a España como a otros países que equipararan sus impuestos a los de la gasolina. En nuestro caso, eso supondría una subida del diésel de unos 11 céntimos por litros.

Ya hemos podido comprobar que la medida, pese a haber sido deslizada por el Gobierno actual, no ha pasado de un mero rumor, pues en ningún momento se han dado los pasos necesarios para ponerla en marcha. Un gran motivo es que el transporte por carretera, uno de los más importantes de este país, se propulsa por gasóleo y esta subida repercutiría directamente sobre los costes finales para el usuario.
Aunque los dirigentes europeos no cesan en su empeño y siempre buscan nuevas fórmulas. Según informan desde El Debate la última es crear un nuevo documento que certifique el final de vida útil de un vehículo usado (VFU). De esta manera se sacarían a estos vehículos del mercado y directamente tendrían que acabar en un desguace.

Los supuestos encargados de tramitar este nuevo certificado serían tanto la ITV como aquellos talleres que se consideren como autorizados. Ellos serían los que tendrían que demostrar que el coche usado ya no podría circular por diferentes motivos y como tal, tampoco se podría vender a otra persona.
Es más, la idea es que este nuevo certificado de vida útil tenga que entregarse junto con el contrato de compraventa del vehículo cuando se vaya a realizar una transmisión. Ahora bien, la gran duda que quedaría ahora es saber qué criterios se aplicarían para desechar a todos esos coches y cómo podría afectar a los coches clásicos o históricos.