Si piensas que la velocidad es lo único de lo que debes estar atento en la carretera para que no te multen, estás muy equivocado. Evidentemente, sabes de la existencia de radares fijos, de tramo o los Pegasus, pero tampoco puedes olvidar las cámaras y los drones que vigilan el uso del cinturón de seguridad, del teléfono móvil o de la distancia de seguridad. Pero todavía no respires aliviado, porque muy pronto tendrás que tener en cuenta muchas otras cosas.
Porque estar libre de multas no sólo va a consistir en cumplir las normas de tráfico. Se acabó lo de arrancar el coche, comprobar el nivel de combustible y circular. En los próximos años también tendrás que tener en cuenta el mantenimiento de tu coche, su nivel de ruido y emisiones o estar atento de radares que son, al mismo tiempo, fijos y móviles. Sí, has leído bien.

Los nuevos radares de velocidad que están por llegar… ¡y los que ya multan!
Cumplir con las obligaciones en materia de exceso de velocidad nunca ha sido más importante. Como te hemos venido señalando en los últimos meses y años, los radares cada vez son más inteligentes e indetectables. Un buen ejemplo es el caso de Burgos.
La ciudad castellanoleonesa ha visto cómo las multas se han disparado en el último año. Si en 2020 se pusieron unas 1.600 multas, hasta septiembre se había rebasado ampliamente la barrera de las 2.300 sanciones. El causante es un radar veloláser capaz de discriminar la velocidad de cada carril. Así, en una calle con dos carriles es capaz de diferenciar por cuál los conductores deben moverse por debajo de los 50 km/h y por cuál tienen que hacerlo a un máximo de 30 km/h. El uso de estas dos limitaciones en una misma calle es habitual en ciudades donde se utilizan viales en los que se protege especialmente al ciclista. Un radar doble, dos en uno.
Pero estos radares inteligentes no son los únicos que podrían llegar a España. En Francia, uno de los países que más avances presenta en el control del tráfico, ya han estrenado los radares autónomos. Son cinemómetros capaces de moverse sin la intervención de un humano y controlar hasta cuatro carriles, en los dos sentidos de la marcha… ¡y discriminar por tipo de vehículo! Así, son capaces de “cazar” a los infractores independientemente de si circulan en un vehículo ligero o pesado e, incluso, en curva.

Emisiones y ruido, también cuentan
Como decíamos, el mantenimiento de nuestro coche también se pondrá a examen en los próximos años. Al menos, eso es lo que indica los avances que se han conseguido con los últimos medidores de emisiones y ruido que ya se han puesto a prueba.
Los radares de emisiones son sistemas que con cámaras de calor son capaces de controlar las emisiones contaminantes de nuestros coches y, además, cruzar los datos necesarios para saber si un vehículo está contaminando más de lo permitido. El sistema ya se ha puesto en marcha en Madrid para entender cómo se comportan los ciudadanos y cuáles son los entornos en los que se registra mayor contaminación.
Además, algunos rumores ya han señalado que estos radares de emisiones también servirán para avisar al conductor de que debe revisar sus sistemas de escape o comprobar si la mecánica de su vehículo trabaja correctamente. Tras recibir la carta, el conductor estará obligado a pasar de nuevo la ITV con todos los problemas subsanados.
Y, por último, el control al conductor no termina aquí pues los radares de ruido también se plantean como uno de los nuevos aparatos que pueden llegar a nuestro país. De nuevo es Francia la región en la que se están utilizando y, como hemos sabido recientemente, París está a punto de contar con ellos.
La capital gala controlará los ruidos por encima de los umbrales permitidos. Estos aparatos con varios micrófonos son capaces de detectar un ruido con escaneos en 360º, discriminarlo y conocer la fuente y la trayectoria. Así, las instituciones podrán controlar los ruidos excesivos en la calle, como bares, terrazas… pero también coches y motocicletas. Actualmente, el ruido en los entornos urbanos lo controlan los agentes municipales y, en Madrid, la multa por excederse con el volumen del coche puede alcanzar los 3.000 euros de multa y el requisamiento del coche si se infringe la norma en un lugar de especial protección.