Prometo que tras ver esta noticia en numerosos medios internacionales he buscado rápidamente si era el típico día dedicado a las inocentadas, pero no es así. Y es que rivales tan eternos dentro del segmento premium como Mercedes y BMW podrían colaborar en el futuro compartiendo una de las partes más importantes de sus coches… los motores.
La primicia se la tenemos que otorgar a nuestros compañeros alemanes de Manager Magazin. Ellos publicaron que la idea que ha propuesto sobre la mesa Mercedes es compartir los motores de cuatro cilindros de BMW, mientras se replantea cuando pasará completamente a la electrificación de su gama. De esta manera, ya en el cercano 2027 podríamos encontrar los primeros modelos de la estrella impulsados por uno de sus grandes competidores. Y en el acuerdo, supuestamente, se pueden incluir también otros elementos como transmisiones o sistemas de propulsión electrificados completos.

Incluso desde otros medios como Autocar han publicado que según han podido saber de fuentes internas a Mercedes les han comentado que las discusiones sobre este posible acuerdo sobre los motores son “de alto nivel de planificación y negociaciones”. Incluso se atreven a vislumbrar que el anuncio sobre esta peculiar alianza se podría oficializar antes de que acabe este 2025.
Mercedes está cambiando su futuro
En el año 2021 desde Mercedes anunciaron que para el 2030 esperaban ya contar con una gama completamente electrificada. De ahí que naciera esa nueva división bajo las siglas EQ que sería la encargada de ir marcando el camino gradual hacia esa conversión. Como ya os hemos venido contando aquí, las cifras no los han acompañado y por eso ya se están planeando hacerla desaparecer como se demostrará con el próximo GLC eléctrico que se presenta en el Salón de Múnich y sustituye al pionero EQC.

Este cambio en la hoja de ruta no es algo que nos estemos inventando los periodistas de motor. Precisamente ha sido el propio director ejecutivo de la marca, Ola Källenius, es que ha definido este nuevo enfoque como una “corrección de rumbo”, a la vez que confirmaba que los motores de combustión electrificados seguirán formando parte de la gama durante un tiempo superior al previsto inicialmente.
¿Qué ganan Mercedes y BMW con esto?
Para contestar esta pregunta vamos a empezar con Mercedes que, en teoría, es la que habría propuesto el trato. Los de Stuttgart podrían de esta manera olvidarse del desarrollo de los motores más pequeños, los citados de cuatro cilindros, y sería un dinero que podrían invertir en los más grandes, los de seis y ocho cilindros que todavía quedan en su portfolio.

Tampoco podemos pasar por alto que en el último CLA, el motor de 1.5 litros (M252 en su nombre interno) con hibridación ligera va a ser suministrado por el fabricante chino Geely. De sustituirlo en el futuro por un BMW sería mucho más adecuado para mercados tan importantes como el de Norteamérica, que como hemos visto en los últimos tiempos recela mucho de todo lo que llega del gigante asiático.
En el bando contrario, para BMW sería una posibilidad de poder aumentar ingresos, ya que tiene capacidad sobrante de producción en la planta de Steyr (Austria). Precisamente desde allí sale el propulsor al que todos están apuntando como el candidato ideal para ser el protagonista de este acuerdo, el B48 turboalimentado de 2.0 litros que actualmente se monta en varios modelos de la firma alemana y también en Mini.

Este bloque destaca por la gran flexibilidad que ofrece, ya que está disponible para utilizarse con configuraciones longitudinales y también transversales. Incluso, muchos periodistas se atreven a vaticinar que podría servir también para utilizarse dentro de un conjunto híbrido enchufable o como un motor de extensión de autonomía para acompañar a otro eléctrico.
Si esta alianza termina prosperando, que ya hemos visto que otras que se daban muy claras como la de Honda y Nissan no han terminado después de cuajar, tanto BMW como Mercedes podrían expandir la producción conjunta más allá de Europa. Dentro de las posibilidades que se están estudiando es establecer una planta de sistemas de propulsión en Estados Unidos, lo que ayudaría a ambas a eludir los últimos aranceles de su gobierno y a compartir los costes de fabricación en un mercado clave para ambas.
Compartir motores es habitual en ambas
Más allá del hecho de que sean rivales directas, ambas marcas ya tienen en su historial varios acuerdos de colaboración con otros fabricantes del sector. Por ejemplo, BMW está fabricando actualmente motores para Morgan, Ineos o Range Rover, por no hablar de la colaboración con Toyota, a la que hace años suministraron bloques diésel y que juntas crearon los Z4 y GR Supra. Y en el lado de Mercedes, de todos es conocido el acuerdo que tuvo con el Grupo Renault.