La realidad en Europa es que llevamos años escuchando las mismas promesas. “Renault promete un nuevo eléctrico desde 20.000 €”; “Citroën lanzará un coche muy asequible para popularizar la tecnología eléctrica”; “Fiat apuesta por los coches eléctricos al precio más competitivo del mercado”; “Volkswagen presenta un concepto que anticipa su próximo coche eléctrico de bajo coste”… Titulares como éstos se repiten casi semanalmente. Sin embargo, mientras nuestro mercado espera a que lleguen y a que bajen aún más de la barrera de los 20.000 euros que, por ejemplo, ya promete el nuevo ID.1 de VW entre 2026 y 2027 o el próximo Renault Twingo, en China la carrera va muy por delante.
De hecho, a día de hoy, BYD, por ejemplo, ya ofrece coches eléctricos en China por el equivalente a menos de 10.000 euros y, tal y como te hemos contado en las últimas horas, hasta Toyota inicia la venta de un atractivo SUV eléctrico, el bZ3X, que tiene un precio por debajo de los 14.000 €, algo impensable ahora mismo en Europa. Pero, ¿por qué?
Los costes de fabricación son mucho más baratos en China
La primera razón, obviamente, tienen como factor clave los costes de fabricación. China se ha convertido con los años sin duda en uno de los principales productores de celdas de baterías y las compañías más grandes del mundo, como pueden ser ahora CATL y BYD, provienen directamente del gigante asiático. Esta realidad, para empezar, ya permite al país producir coches eléctricos a precios significativamente más bajos que los fabricantes europeos, que generalmente no están teniendo más remedio que importar las baterías.

Estos menores costes de producción en China, donde las baterías que se producen son hasta un 40% más baratas que en Europa y donde se suma además que los costes salariales en su industria son hasta 5 veces inferiores a los de Alemania o Francia, según informan hoy nuestros compañeros de Auto Motor und Sport, se reflejan obvia y directamente en los precios finales.
Así, un coche pequeño como puede ser el BYD Seagull cuesta, en China, el equivalente a 9.500 euros. En Europa, por el contrario, sería difícil realizar un modelo comparable por un precio de venta de menos de 20.000 euros, tal y como están de momento solo pudiendo prometer la mayoría de nuestros fabricantes, debido a estos claros mayores costes asociados de mano de obra y de materiales. Todo esto es muy fácil de entender.

Mientras el Gobierno de China apoya, Europa regula
Pero hay más razones ocultas (o no tanto) tras esta realidad. Y es que el Estado chino no solo apoya además y al mismo tiempo a sus fabricantes con subsidios, sino que también lo hace con la expansión de la producción de baterías y de la infraestructura de carga. Algunos fabricantes chinos reciben inyecciones directas de efectivo o exenciones fiscales que reducen aún más sus costes de producción. En algunas regiones, incluso, el Gobierno llega a cubrir hasta el 50 por ciento de los costes de la batería para los fabricantes. Como suena.
En Europa, mientras tanto, nuestro mercado y los fabricantes dependen cada vez más de las normativas medioambientales y de las normativas sobre el CO₂ que no dejan de regularse y de asfixiar a la industria. Por tanto, mientras en China las políticas activas tienen como objetivo permitir coches eléctricos de muy bajo coste, en Europa nuestros fabricantes más importantes tienen primero que cumplir con una variedad de regulaciones que incrementan más sus costes e inversión. Todo ello, como comprenderás también fácilmente, conduce finalmente a precios más altos para los consumidores. No hay otra.

Los fabricantes de automóviles europeos se centran en los productos premium
Otro problema asociado radica también en la estrategia que están siguiendo los fabricantes europeos. Mientras que las marcas chinas desarrollan ya específicamente coches de precio bajo para un mercado de masas, los fabricantes de automóviles sobre todo alemanes y franceses tienden a centrarse en vehículos por el contrario premium y casi de lujo. Volkswagen, Renault y Stellantis han dependido durante mucho tiempo principalmente de coches eléctricos más grandes y mejor equipados para mantener altos sus márgenes de beneficio.
Los fabricantes europeos argumentan a todo ello que los automóviles más baratos difícilmente son rentables porque los costes de producción en Europa son demasiado altos, tal y como hemos contado inicialmente. En lugar de centrarse así en el minimalismo, integran baterías más grandes, materiales de mayor calidad y más características de confort, lo que hace subir aún más los precios. Como resultado hay una notable falta de coches básicos asequibles eléctricos en nuestros concesionarios.

Mucha burocracia y regulaciones en Europa… que no existen o son muy laxas en China
Además, en la Unión Europea existen también requisitos estrictos y diferentes en materia de seguridad, normas medioambientales y reciclaje, que en China no son tan exigentes. Estas regulaciones tienen sentido, y las aplaudimos, sin duda, pero hay que reconocer que también lógicamente aumentan significativamente los costes de desarrollo de los nuevos vehículos eléctricos y es otra razón que marca aún más diferencias.
Cada nuevo coche eléctrico debe pasar en Europa exigentes pruebas de choque, cumplir con tanto altos estándares de reciclaje como estrictos estándares de emisiones contaminantes… incluso para su producción. En China, sin embargo, muchos de estos requisitos son menos estrictos, lo que facilita y agiliza además la producción de vehículos. Esto garantiza que los fabricantes chinos puedan lanzar nuevos modelos al mercado de forma más rápida y más barata.
Además, las pruebas de choque chinas tienen requisitos diferentes a las europeas, por lo que, si además un fabricante chino quiere construir un automóvil para el mercado europeo, debe diseñar el automóvil de manera distinta a como lo haría para el mercado chino. Un buen ejemplo es el BYD Seagull, que no podría venderse aquí.

En Europa toca seguir esperando
La burocracia europea, a más, dificulta la entrada en el mercado de nuevos fabricantes chinos más baratos, que ya tienen que luchar contra los aranceles de importación y los complicados procedimientos de aprobación, mientras los fabricantes de automóviles europeos tienen que lidiar con largos tiempos de desarrollo y altos costes de inversión. Esto ralentiza la innovación y dificulta aún más la construcción de coches eléctricos baratos.
Así que, visto todo lo visto, no queda más remedio que seguir esperando en Europa. Por menos de 20.000-25.000 € no vamos a corto plazo a poder comprar ningún coche en condiciones.