Si creíamos ya olvidado el conocido como impuesto al diésel en España, retirado dos veces de los planes del Gobierno, el último tras tumbarlo el Congreso y la Comisión de Hacienda de la reforma fiscal votada en un polémico pleno celebrado en noviembre de 2024, nada más lejos finalmente de la realidad: la medida vuelve a estar sobre la mesa del Ejecutivo, tal y como ha confirmado en las últimas horas el propio ministro de Economía, Carlos Cuerpo.
Y es que, tal y como informa hoy el diario Expansión, la Comisión Europea sigue apretando al Gobierno para que apruebe definitivamente una tasa que, en realidad, de lo que trata es de equiparar fiscalmente ya al diésel con la gasolina, repercutiendo obviamente en un mayor precio del diésel en las gasolineras al eliminar las bonificaciones de las que se ha beneficiado históricamente en España. En su día, esta iniciativa fue un compromiso acordado con la Unión Europea, que ahora vuelve a exigirlo como contrapartida a nuevos fondos de ayuda.
Europa, contraria a los incentivos fiscales al diésel
El propio ministro de Economía ha reconocido que la UE sigue exigiendo a España esta equiparación fiscal entre los combustibles, ya que Europa siempre ha sido contraria en este sentido a los incentivos fiscales al combustible diésel, que en España lleva décadas gravando con menos impuestos al diésel que la gasolina, abaratando su precio en los surtidores. Ahora, con el Gobierno jugándose ya perder hasta 460 millones de euros de fondos europeos, la negociación podría estar de nuevo sobre la mesa.
Eso sí, fácil no lo tendrá el Gobierno, ya que de momento no parece contar con votos suficientes para sacar adelante esta reforma fiscal. Sin embargo, el ministro de Economía ha reconocido que el Ejecutivo no renuncia a ello y desde el diario Expansión confirman hoy que el Consejo de Ministros aprobó ayer una nueva adenda al plan de recuperación para poder acercarse más a los objetivos de la UE para recuperar nuevas transferencias de fondos “Next Generation”, que, de lo contrario, quedarán bloqueados en un plazo de solo 8 meses, durante el próximo agosto.
El Gobierno se ha comprometido así a eliminar barreras de cara a satisfacer a Bruselas, confirmando en rueda de prensa que “la propia Comisión Europea el pasado junio solicitaba a los Estados miembros que revisáramos nuestros Planes para simplificarlos, para agilizar los procesos, de tal forma que fuéramos capaces de maximizar la llegada de fondos a nuestra economía, optimizando el uso del dinero”, en palabras del ministro de Economía, Carlos Cuerpo.
Así aumentaría el precio del diésel en las gasolineras
Pero, ¿qué podría suponer para los consumidores este nuevo impuesto al diésel? Incluida así en una posible reforma de tributación de hidrocarburos, los primeros cálculos realizados por la OCU y por distintas asociaciones de transportistas, como Fenadismer, alertan de un sobrecoste real de hasta 10 céntimos de euro por litro en el precio del diésel a repostar en la gasolinera con el objetivo de equiparar su precio a la gasolina. Esto supondría, de inicio, un aumento de precio de casi el 25 por ciento del impuesto actualmente vigente.
Añadida esta tasa al IVA de los carburantes, la OCU estima que la equiparación fiscal provocaría finalmente que el precio final del diésel en los surtidores se eleve, exactamente, 11,33 céntimos de euros por litro, lo que provocaría que, para un llenado medio de un depósito de combustible de 50 litros, el usuario tuviese que pagar hasta 5,67 euros más por cada repostaje completo de su coche. Extrapolando cifras, un conductor medio que realice 15.000 kilómetros al año terminaría pagando hasta 102,03 euros más al año por esta nueva carga fiscal, según adelanta la Organización de Consumidores y Usuarios.
Tal y como ya informamos en su día, conviene recordar que esta subida en la tasa de hidrocarburos, de producirse, solo afectaría al precio del diésel en la Península y en Baleares, no afectando a Ceuta, Melilla e Islas Canarias, que mantendrían sus precios actuales. De esta hipotética subida fiscal estaría también excluido el denominado gasóleo B profesional, empleado por transportistas y agricultores, así como el gasóleo C de calefacción, por lo que solo se aplicará al gasóleo A de automoción convencional.
