Lo que parecía seguro, no solo está ya ahora en completo interrogante, sino que incluso va perdiendo fuerza ya en favor de una posible prórroga o aplazamiento. Hablamos de la prohibición de la venta de coches de combustión, prevista inicialmente por Bruselas ya para 2035, pero que todo indica que finalmente no se aplicará, al menos, no en los términos en los que toda la industria esperaba tras el acuerdo inicial del Parlamento Europeo.
Y es que si hace solo unos días ya te contábamos que tanta presión había finalmente llevado a la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, a oficializar a través de una carta enviada a todos los estados miembros la decisión de “acelerar la revisión del reglamento sobre las normas de emisión de CO2 para coches y furgonetas”, con vistas a dar ya un veredicto antes de final de año, ahora nuevas declaraciones dentro del organismo comunitario llevan a pensar en una revocación al menos parcial de la normativa.
En concreto, ha sido en las últimas horas el vicepresidente de Prosperidad y Estrategia Industrial de la Comisión Europea, Stéphane Séjourné, quien en una entrevista concedida al diario italiano La Stampa ha asegurado que “debemos mostrar flexibilidad con respecto al objetivo de eliminar por completo los coches de combustión interna para 2035. El debate aún está en curso, pero estamos cerca de considerar el principio de neutralidad tecnológica”.
Así de rotundo, el mensaje ahora parece dirigió a posiblemente poder eliminar este plazo para 2035, con todas las filtraciones apuntando a que posiblemente se realizaría permitiendo nuevos eléctricos con prolongador de autonomía mediante motores de combustión, así como abriendo la puerta al uso también de biocarburantes y combustibles sintéticos que permitirían por tanto seguir vendiendo coches nuevos con motorizaciones diésel, gasolina e híbridas.
El objetivo de 2035, por tanto, en revisión
Hasta ahora, como hemos avanzado, la hoja de ruta europea era muy clara y establecía que a partir de 2035 quedaría prohibida, definitivamente y sin opción alternativa, la venta de coches nuevos con motor de combustión. Sin embargo, las dificultades económicas, el retraso en la infraestructura de carga eléctrica, la ralentización de la venta de coches más ecológicos y el encarecimiento de los vehículos de cero emisiones parecen haber finalmente obligado a la Comisión Europea a reconsiderar este plazo.
Según fuentes comunitarias, también se estaría ya evaluando posiblemente una extensión de la prohibición hasta 2040 para determinados segmentos de vehículos, especialmente los de combustión híbrida o los destinados a transporte rural, con el objetivo de permitir que las gamas de los fabricantes y los consumidores puedan ir adaptándose mejor a la futura realidad de la movilidad.
Las razones detrás del cambio
Al margen de todo lo anunciado ya, la realidad también es que la presión de varios importantes países de la Unión Europea, entre los que se encuentran por ejemplo principalmente Alemania, Italia y Polonia, parece haber surtido efecto en el objetivo de aplazamiento de la fecha límite. Estos estados miembros llevan meses argumentando que la industria aún no está preparada para una transición tan rápida y exigente, y que miles de empleos podrían verse además en riesgo en toda Europa.
“No se trata de frenar la transición ecológica, sino de hacerla realista”, ha declarado recientemente por ejemplo un portavoz del Ministerio de Industria alemán. Incluso el mismo canciller del país germano, Friedrich Merz, se ha estado pronunciando en este mismo sentido, apuntando además a que el aumento del precio de los coches eléctricos y la falta de puntos de carga suficientes generan una gran preocupación entre los consumidores, que temen no poder adaptarse al nuevo modelo de movilidad en el plazo previsto.
Fabricantes y países también reaccionan
Las noticias que llegan así desde la Comisión Europea están siendo muy bien recibidas por parte de varios fabricantes europeos, que empiezan a dar muestras de alivio. Marcas como Volkswagen, Stellantis y Renault llevaban meses advirtiendo al mismo tiempo de que el ritmo impuesto por Bruselas era “demasiado ambicioso” e “irreal”.
Mientras tanto, otros fabricantes, como Tesla, BYD o Volvo han mantenido por el contrario su apuesta por una electrificación total del parque manteniendo los objetivos ya pactados en la Unión Europea, confiando en que el retraso no frene el interés del mercado por los vehículos sin emisiones. Incluso dos países, como España y Francia, han enviado una carta conjunta a todos los líderes de la UE pidiendo que se “mantengan” los objetivos de emisiones, ya que los vehículos de cero emisiones son “indispensables”.
Impacto en los consumidores
Para el ciudadano, sin duda, el retraso de esta normativa de prohibición podría traducirse en una mayor estabilidad de precios a corto plazo y en más opciones de mercado. Los modelos híbridos seguirán teniendo así al menos recorrido, lo que daría margen a quienes todavía no pueden permitirse un nuevo coche eléctrico.
Sin embargo, expertos del sector, por el contrario, advierten de que aplazar la medida también podría ralentizar las inversiones en infraestructura verde y generar más confusión sobre el futuro de la movilidad, retrasando un plan que es absolutamente necesario para el medio ambiente.
Qué puede pasar por tanto ahora
Como hemos indicado al inicio del artículo, la Comisión Europea ya ha confirmado que publicará ahora una nueva propuesta oficial revisada sobre esta normativa antes de final de año, debiendo posteriormente ser el Parlamento Europeo quien tenga la última palabra. Todo apunta eso sí a un modelo más flexible, con fechas escalonadas según el tipo de vehículo y el nivel de emisiones.
Aun así, tampoco podemos engañar y parece evidente que, más tarde o algo más temprano, la era del motor de combustión tiene los días contados irremediablemente, aunque su despedida podría ser ahora más lenta de lo previsto hace unos años.
Conclusión final
La decisión por tanto de la Comisión Europea puede terminar marcando un importante punto de inflexión en la política ambiental comunitaria. Europa no renuncia de ningún modo no obstante a su meta de neutralidad climática, pero busca un camino más realista para alcanzarla y que no tenga tanta afectación ni en la poderosa industria automovilística europea ni en los consumidores finales.
Mientras tanto, el debate entre sostenibilidad y viabilidad económica vuelve a estar sobre la mesa… y el futuro del coche, una vez más, se escribe con una total incertidumbre.









