Cuanto antes nos hagamos a la idea, menor será el impacto emocional: más tarde o más temprano, pagaremos por el uso de los vehículos. No parece haber ya otra solución en la Unión Europea para enfrentarnos a dos graves problemas a los que se enfrenta la sociedad: uno, el déficit en inversiones en infraestructuras, que hace inviable ya la conservación y el mantenimiento de las vías sin tarificar el uso; otro, la pérdida de recaudación que experimentan todos los estados miembros ante el auge de un coche eléctrico que reduce, significativamente, los ingresos en impuestos de hidrocarburos, una fuente hasta ahora indispensable de financiación estatal.
Ante esta realidad, todos los caminos por tanto conducen a la misma solución: el pago por el uso de los vehículos, mediante una especie de nuevo impuesto que se grave en función al kilometraje de circulación. La fórmula es clara, y se trata de la misma por ejemplo que emplea el transporte público: el que usa, paga.
El pago por uso de los vehículos, cada vez más cerca
Y es que lo que hasta ahora parecía poco menos que una ocurrencia o idea de globo sonda, comienza ahora a tomar cada vez más cuerpo. Ya no son ni uno ni dos, sino varios los estados miembros de la Unión Europea que apuntan a esta misma fórmula del pago por uso de carreteras, incluso ya fijando hasta posibles tarifas que habría que pagar y que, curiosamente, coinciden prácticamente en las tasas. Todo parece por tanto abonarse para esta nueva tasa que deberemos en el futuro pagar todos los conductores.
Y es que si España fue uno de los países pioneros en estudiar esta medida, con el Gobierno incluso negociando con la UE los fondos comunitarios mediante esta iniciativa, y con la patronal de empresas constructoras y concesionarias de Infraestructuras, Seopan, presentando un plan de tarifas, en las últimas horas Noruega, Alemania y Reino Unido comienzan a elaborar proyectos similares, incluso ya algunos en tramitación. Pero, ¿cuál sería el coste?
Pagos de 3 céntimos de euro por kilómetro recorrido: más de 400 € al año
Seopan lo estableció de manera rotunda: la necesidad de financiación de las infraestructuras requiere ya un peaje de 3 céntimos de euro por cada kilómetro recorrido en el caso de los vehículos ligeros; y de hasta 14 céntimos por kilómetro para vehículos pesados, es decir, camiones y autobuses. Este pago, para un conductor medio que pongamos realice 15.000 kilómetros al año, supondría un coste de entre 400 y 500 euros más al año. Según este proyecto presentado ya al Gobierno español, afectaría a nada menos que 13.674 kilómetros de autovías y autopistas españolas, de las que el 74% son de titularidad del Estado y un 26% de las comunidades autónomas.
Alemania, por su parte, también estudia ya un pago basado en la distancia para vehículos de pasajeros como la mejor opción para poder seguir conservando y manteniendo con seguridad las infraestructuras, de momento, eso sí, sin apuntar ninguna tarifa concreta, mientras que otros países como Noruega o Reino Unido abogan también por acelerar el pago por uso de los vehículos, pero en su caso, como hemos anticipado, para paliar así la pérdida de ingresos ocasionada por la menor utilización de los combustibles fósiles, que hasta ahora contaban con fuertes impuestos que eran vitales para los presupuestos generales por su importante recaudación. Esta tasa se aplicaría sobre todo a los vehículos eléctricos e híbridos enchufables, hasta ahora no gravados con ningún impuesto.
Lo más curioso es que el Gobierno británico, precisamente, ya ha incluido el plan en el proyecto de Presupuestos estatal, denominándolo como nuevo Impuesto Especial sobre Vehículos Eléctricos (eVED), y con el objetivo ya fijado para entrar en vigor en abril de 2028… precisamente con un sistema de tarificación muy simular al propuesto en España por Seopan. Según el departamento del Tesoro de Reino Unido, la tasa sería de 3 peniques por kilómetro recorrido, lo que al cambio significaría como 3,4 céntimos de euro.
Controles anuales a los kilometrajes de los coches para establecer las tasas
Otra novedad importante sería la manera en que se controlaría este kilometraje en los vehículos. Si hasta ahora muchos de los planes fijaban peajes en las carreteras, a través de lectores de matrícula y pórticos que no requieran que los coches tengan que parar en las tradicionales cabinas de peaje, el Ministerio de Hacienda británico apunta ahora a otra solución: el control anual de la distancia real recorrida por cada vehículo.
Este kilometraje se comprobaría por ejemplo de manera anual a través de las inspecciones técnicas obligatorias, de las ITV, o en el caso de los coches comprados nuevos, durante el primero y segundo aniversario de su matriculación inicial. Este impuesto sobre vehículos eléctricos se calcularía entonces junto con otros impuestos ordinarios, y habría que abonarlo como, por ejemplo, los conocidos impuestos de circulación que pagamos en España.









