Sí, sí, becario, pero con suficiente nivel en el idioma de Shakespeare para saber que Library es biblioteca... son muchas series ya vistas en ese idioma. Y ahora, a ver si sabes ya por dónde voy, aunque antes, concédeme unas líneas. No sé tú, a mí no me gustan demasiado los coches con suspensiones tipo colchón viscoelástico, aunque tal como está la DGT echando a perder las carreteras, cada vez me apetece conducir más coches de suspensión blandita. No como la de los Citroën de antes, ni mucho menos como los de ahora, sino como las de los Mercedes que usaban los toreros o conducía mi carnicero. Eso sí eran coches cómodos. Ahora tampoco es lo mismo, ni en esta marca, y eso que sigue siendo una referencia, pero vamos al grano, que esto iba a ser un mensaje cortito, tipo post en RRSS, vamos, como un bricoconsejo.

Yo no compraría las DCC Pro, pero…
VW ha introducido una nueva suspensión adaptativa en el Tiguan que tal vez sea el doble de sofisticada, aunque puede que no el doble de buena comparada con la DCC de antes, sin Pro, con sus apenas un par de ajustes de firmeza frente a las 15 posibilidades que sí ofrece la Pro, con dos válvulas de control por amortiguador, una para cada función. Vaya por delante, y ya te lo dije en otro artículo que puedes leer aquí, que el VW Tiguan es un cochazo con o sin este tipo de suspensión, pero salvo capricho de fuerza mayor, me ahorro 1.250 euros y me aseguro un equilibrio perfecto con las normales de serie o, como mucho, las deportivas, ambas con un planteamiento claramente definido.
Con las DCC Pro tendrás que tener la sensibilidad de un interferómetro láser —dice Google que vale para detectar ondas gravitacionales— para notar las diferencias entre los ajustes adyacentes, pero si no, para eso está tu vecino, cuñado o amigo. “Becario, te han dado gato por liebre”. ¡Qué va! Cierto que tal vez no distingo quince, pero sí al menos tres o cuatro grados de firmeza diferentes, aunque ni la más blanda es demasiado suave, ni la más rígida, excesivamente firme... creo que VW debería haber apostado por extremos más extremos. Es cierto que el VW Tiguan materializa perfectamente las necesidades de confort de los pasajeros o las exigencias de conducción mías, pero esto es secundario.
Lo que le cruje a este becario es el concepto de confort que VW tiene en el modo “Comfort” de los Tiguan que vienen equipados con esta amortiguación. ¿Inconfortable? Creo que sería más preciso decir áspero. También un poco seca en su eje trasero. Quizás sea ese su punto débil, pero no del coche, que es casi absolutamente perfecto, sino del coche cuando lo conduces en este perfil de conducción.

Estoy teniendo la misma sensación de llevar unos auriculares con cancelación de ruido, pero que no cancelan debidamente el ruido. Aplícalo al chasis, creo que me entenderás. Afortunadamente, tienes dos salidas de emergencia: una es utilizar el modo Sport, en el que la DCC Pro va más “tonificada” y curiosamente también funciona mejor por calidad de rebote; y otra en la que apuesto que mi carnicero creería ir viajando en su Mercedes W210, ajustando el modo Individual y el segundo dial, o como mucho, el tercero —recuerda, de los quince que tiene en total— en el submenú de la suspensión, auque es algo que tendrás que hacer cada vez que te subes al coche.
No han sido uno ni dos los ingenieros que me han asegurado que solo hay un punto de equilibrio perfecto en coches que ofrecen diferentes perfiles o ajustes de conducción, dirección, suspensión, etc. El VW Tiguan tiene dos, aunque con personalidades diferentes... sabrás defenderlas ante tu vecino. Si puedo —y quiero—, mañana o pasado te cuento lo bien que va el nuevo 1.5 e-TSI de 150 CV, el motor con el que estoy actualmente probando el Tiguan.