Sensor de oxígeno del coche: Posibles fallos y averías

¿Notas fallos en el motor o mayor consumo? El sensor de oxígeno del coche podría estar avisando de un problema.

Carolina Cleary

Sensor de oxígeno del coche: Posibles fallos y averías
Sensor de oxígeno del coche: Posibles fallos y averías

Las partes internas de los vehículos modernos están diseñadas para ser más eficientes y menos contaminantes. Entre estos componentes destaca el sensor de oxígeno del coche, encargado de regular las emisiones y optimizar el consumo de combustible.

Este dispositivo, pequeño y discreto, resulta vital para el funcionamiento del motor. Detecta cuánto oxígeno queda en los gases expulsados durante la combustión y, a partir de esa lectura, permite ajustar la mezcla aire-combustible para mejorar la eficiencia. Saber cómo funciona y qué señales da cuando empieza a fallar puede ahorrarte muchas averías.

¿Qué es el sensor de oxígeno y cómo funciona?

Se trata de un componente ubicado en el sistema de escape  del coche, cuya función es informar a la centralita electrónica (ECU) sobre la cantidad de oxígeno presente en los gases quemados. Con esos datos, la ECU regula la cantidad de combustible que debe inyectarse al motor.

Los vehículos suelen incorporar dos sensores: uno antes del catalizador y otro después. El primero ajusta la mezcla de aire y gasolina, mientras que el segundo verifica si el catalizador trabaja correctamente.

Hay sensores de banda estrecha y de banda ancha. Estos últimos son más precisos, ya que incorporan una celda que mide y controla de forma más exacta el oxígeno residual.

Efectos de una mezcla aire-combustible incorrecta

El motor necesita una proporción equilibrada de aire y gasolina para funcionar bien. Cuando la mezcla es rica (demasiado carburante), el sensor detecta poco oxígeno y la ECU reduce el flujo de combustible. Si la mezcla es pobre (exceso de aire), la centralita inyecta más gasolina.

Una mezcla desequilibrada puede aumentar notablemente las emisiones contaminantes. Si hay exceso de gasolina, se genera monóxido de carbono y otros hidrocarburos. Si hay poco, aumentan los óxidos de nitrógeno. Por eso, el sensor de oxígeno resulta clave para proteger el medio ambiente.

¿Por qué puede fallar un sensor de oxígeno?

El desgaste es una de las causas más comunes. Este componente está expuesto a altas temperaturas, restos de combustible sin quemar, aceite contaminado o incluso refrigerante, lo que puede ir deteriorando su funcionamiento.

Un sensor sucio o dañado envía señales erróneas a la centralita, lo que puede provocar problemas en la combustión, tirones y pérdida de potencia.

Síntomas de fallo en el sensor de oxígeno

Cuando el sensor de oxígeno presenta fallos, pueden aparecer varios síntomas:

  • Se enciende el testigo de avería motor (check engine).
  • Aumenta el consumo de combustible.
  • El motor da tirones o tiene un ralentí inestable.
  • Dificultad al arrancar.
  • Pérdida de fuerza al acelerar.

Conducir en estas condiciones puede dañar otros elementos del sistema de escape, como el catalizador, e incrementar el gasto en reparaciones.

Cómo se diagnostica y sustituye

El diagnóstico se realiza mediante un escáner OBD, que se conecta al vehículo y permite leer los errores almacenados por la centralita. Si se detecta un problema relacionado con el sensor, se debe inspeccionar su estado.

En algunos casos es posible limpiarlo, pero lo más habitual es tener que sustituirlo. El coste de esta pieza varía según la marca y el modelo del coche, pero suele ser asumible y compensa si con ello evitamos averías mayores.

Aunque se puede cambiar sin herramientas complejas, lo recomendable es que lo haga un profesional para asegurar un correcto montaje.

¿Cada cuánto tiempo debe revisarse?

No hay un intervalo fijo, pero los fabricantes suelen recomendar revisar o sustituir el sensor de oxígeno entre los 100.000 y 150.000 kilómetros. En vehículos antiguos o mal mantenidos, el desgaste puede aparecer antes.

Realizar revisiones periódicas del sistema de escape y estar atento a cualquier síntoma de fallo ayuda a prolongar la vida útil de este componente.

La importancia de un sensor en buen estado

Aunque pase desapercibido, el sensor de oxígeno tiene un papel fundamental: permite que el coche funcione de forma eficiente y sin contaminar más de la cuenta. Cuando falla, el motor consume más combustible, emite más gases y rinde peor.

Detectarlo a tiempo y sustituirlo cuando corresponde es una forma sencilla de ahorrar dinero, cuidar el medio ambiente y mantener tu coche en buen estado durante más tiempo.

 

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