No hay semana en la que no se publique un informe en todo el mundo donde se ponga en entredicho la seguridad de los coches eléctricos. Atrás comienzan a quedar las dudas sobre su poca autonomía o elevado precio, una vez que estos problemas parecen poco a poco irse solucionando con la producción ya en masa de este tipo de vehículos. Sin embargo, al tiempo que estos se evaporan, emergen otros problemas asociados a esta tecnología de propulsión.
Sin ir más lejos, la semana pasada conocimos dos de estos importantes nuevos problemas. De un lado, la Red de Empresas de Auxilio en Carretera, es decir, las grúas, denunciaron el peligro que representa ya el incremento de asistencias en carretera debido a averías y problemas de baterías en los coches eléctricos, incidencias para las que, en muchas ocasiones, no están suficientemente preparados o exceden la capacidad actual de los servicios.
De otro, una investigación de la organización Transport & Environment, demostraba también que los coches nuevos, en general pero teniendo en cuenta que la mayoría comienzan ya a ser eléctricos, están experimentando un aumento muy importante de tamaño, de hasta 1 cm de anchura más de promedio cada dos años, suponiendo una amenaza en las ciudades donde deben compartir espacios en las vías públicas con usuarios muy vulnerables a ellos, como son los ciclistas, peatones o propietarios de Vehículos de Movilidad Personal (VMP).

Pues bien, otra investigación, en este caso realizada en Estados Unidos y en colaboración entre la Universidad de Nebraska-Lincoln y el Centro de Investigación y Desarrollo de Ingenieros del Ejército norteamericano, denuncian hoy que, los nuevos vehículos eléctricos, cada día más grandes y pesados por su tecnología respecto a los tradicionales de combustión, pueden sufrir grandes problemas de seguridad si tienen cualquier siniestro y deben enfrentarse a un guardarraíl convencional.
El espectacular vídeo que demuestra el problema de los nuevos coches eléctricos
Estos elementos, según advierten, ya no sirven de protección para parar a este nuevo tipo de vehículo tan pasado, como han demostrado con pruebas realizadas con un modelo Rivian R1T, de más de 3 toneladas de peso y que se vende ya en el mercado norteamericano. Con enormes paquetes de baterías asentadas bajo el piso para bajar también su centro de gravedad, estos vehículos suponen hoy un nuevo y difícil reto para las infraestructuras de seguridad vial existentes en la actualidad.
La prueba realizada en la investigación consistió en catapultar a este enorme vehículo eléctrico frente a un guardarraíl o barandilla de acero estándar a una velocidad algo inferior a los 100 km/h para ver si se contenía. Y, en efecto, no fue así, como se demuestra en el vídeo de demostración, con el Rivian atravesando este elemento como si no existiese siquiera.
Un Tesla Model 3 tampoco supera las pruebas
El estudio de la universidad norteamericana también ha podido probar, y comprobar, como un Tesla Model 3 más liviano tampoco pudo ser detenido por su peso por un guardarraíl convencional, llegando a levantarlo y pasando por debajo. En Estados Unidos, un mercado tradicionalmente con vehículos de mayor tamaño que en Europa, son habituales los vehículos, 4x4 y pick-ups sobre todo, que superan ampliamente las 2,5 toneladas de peso.
El Centro de Investigación y Desarrollo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos está patrocinando este mismo estudio junto a la universidad americana, no solo para tratar de mejorar las infraestructuras de seguridad vial, sino también para evaluar la mejor manera de proteger hoy instalaciones militares y sitios gubernamentales sensibles a la amenaza de impacto con vehículos de este tipo que consiguen hoy ya eludir muchas de las actuales medidas de seguridad.