Como te contamos hace unos días, la DGT recaudó más de 500 millones de euros con las más de 5,2 millones de sanciones que emitieron durante 2023. De todas ellas, como publican en El Debate, los excesos de velocidad siguen siendo las multas estrellas en nuestro país, acumulando más del 61% de todas ellas.
Si continuáramos desgranando esa particular clasificación, encontraríamos que en segunda posición se encuentra el hecho de circular sin haber pasado la ITV y después estarían conducir con el carnet caducado, no haberse puesto el cinturón de seguridad o que te pillen hablando por el móvil.

En la búsqueda del conductor infractor
Volviendo a esas cifras, y a la espera que desde la DGT publiquen cómo nos portamos en 2024, lo acumulado durante el 2023 fue la segunda más alta de la historia de la institución en cuanto a ingresos. Pese a que este dato no es nada alentador, hay que señalar que comparadas con las de 2022 hubo una caída del 9,43%. Eso quiere decir que los conductores cada vez están más concienciados o que la instalación de tantos radares los están disuadiendo de circular por encima de los límites de cada carretera.
Y dentro de que los excesos de velocidad, como hemos comprobado, son los más habituales, como han confirmado fuentes de la Guardia Civil de Tráfico, el gran problema que tienen en muchas ocasiones es que no pueden parar al infractor o identificarle. De esta manera, la multa termina llegando al domicilio del dueño del vehículo en cuestión, que tiene la obligación de identificar al que cometió la multa si no es él.

Ese último apunte no es baladí. En el caso de que la multa registrada tenga asociada una retirada de puntos, como indican en El Debate de acuerdo con el artículo 11 de la Ley de Tráfico y Seguridad Vial el propietario del vehículo estará obligado a identificar al conductor y de no hacerlo, se traducirá en una multa que puede llegar a triplicar el valor inicial de la sanción. Por tanto, ante una de 600 euros, estaríamos hablando de 1.800 euros.
Los abuelos, esa gran ayuda
Ahora vamos al meollo de la cuestión. Porque desde la DGT se han dado cuenta desde hace un tiempo que es muy habitual que el dueño del vehículo termine identificando a alguien que realmente no conducía. Este tipo de figuras son aquellos que no están muy preocupados por perder puntos, ya que normalmente utilizan muy poco sus coches, y cuya figura suele recaer en los abuelos. De esta manera, ceden sus datos y puntos para poder “salvar” a sus hijos o nietos.

Y aunque desde la DGT sean muy conscientes de este truco que utilizan muchas personas en nuestro país, no cuentan con medios necesarios para poder identificar al infractor. En muchas ocasiones es porque en la fotografía, que se suele tomar en la trasera del vehículo, no se suelen apreciar bien las caras.
Como recuerdan en El Debate, hace unos años ocurrió un caso bastante mediático en León. En un principio un padre se autoinculpó de una multa de tráfico, pero tras enfadarse con su hijo, denunció este hecho ante la policía. Finalmente hubo un juicio y el joven fue sancionado con 15.000 euros de multa acusado de falsedad documental.