Ya no hay marcha atrás. La nueva Ley del Cambio Climático y Transición Energética, es decir la Ley 7/2021 de 20 de mayo ya publicada en el BOE, comenzará a dejar notar todos sus efectos desde este próximo mes de enero de 2023. Desarrollada para asegurar el cumplimiento de los objetivos alcanzados en el Acuerdo de París de 2015, supone ya el camino hacia la eliminación total de las emisiones de efecto invernadero, producidas fundamentalmente por los combustibles fósiles. Pues bien, ante la importancia que cobrará en los próximos años, la DGT informa estos días sobre su contenido principal y cómo va a afectarnos como conductores.
El principal y el objetivo final de esta nueva ley no es otro que el abandono definitivo de los combustibles fósiles, hasta alcanzar en el año 2050 la neutralidad climática. Vinculada a los fondos europeos para la recuperación, y de obligado cumplimiento, conducirá finalmente a que desde el año 2040 no se puedan vender vehículos que no sean de energías limpias, por lo que los tradicionales diésel y gasolina, así como cualquier vehículo con motor de combustión, quedarán suprimidos para la venta. Y 10 años después, en 2050, la ley fija ya que ni siquiera puedan circular estos vehículos que todavía se mantengan en el parque emitiendo CO2 a la atmósfera.
La Ley del Cambio Climático y Transición Energética obliga a abandonar los combustibles fósiles.
— Dir. Gral. Tráfico (@DGTes) October 24, 2022
Desde 2040 solo se venderán vehículos de energías limpias. Y desde 2050 no podrán circular los que emitan CO2.
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Las nuevas Zonas de Bajas Emisiones, obligatorias ya en enero
Antes, eso sí, por el camino estaremos obligados a ir cumpliendo otras normas para ajustarnos a este objetivo final. Y la primera la veremos ya, directamente, a partir de enero de 2023: en ese momento entrará en vigor la nueva normativa que obliga a todos los municipios españoles de más de 50.000 habitantes a contar con nuevas Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) y a diseñar nuevos planes de movilidad sostenible.
Esta normativa, que también afectará ya a territorios insulares y a las localidades de más de 20.000 habitantes con incumplimientos en materia de calidad del aire, ya se aplica en algunas ciudades como Madrid y Barcelona, no exenta de polémica. Y es que algunas sentencias han considerado que las prohibiciones aplicadas a los vehículos no son proporcionadas. Aunque cada ayuntamiento será el que delimite finalmente el área con restricciones y decida qué vehículos podrán entrar o no, es seguro que los que no cuenten con etiqueta medioambiental de la DGT por sus altas emisiones no podrán seguir circulando por las nuevas ZBE. En el aire, de momento, quedan los coches con etiquetas B y C de la DGT, que a buen seguro que también tendrán limitaciones en muchas urbes de España.

Puntos de recarga obligatorios y más energías renovables
Mientras se acerca ese temido año 2023 para muchos conductores, que no saben si podrán seguir circulando por todas sus ciudades con sus coches, la nueva ley también introduce otras novedades, como la obligación de las estaciones de servicio de instalar más puntos de recarga para coches eléctricos o, también para 2023, la normativa que obligará a que todos los edificios que no sean de uso residencial y con más de 20 plazas de aparcamiento cuenten con estos mismos puntos de recarga.
Más objetivos de obligado cumplimiento tendrán, ya para el año 2030, la necesidad de que se reduzcan en al menos un 23 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero con respecto a las de 1990, así como alcanzar la implantación ya de energías renovables en el consumo final de al menos el 42 por ciento también al final de la década: actualmente este valor es del 20%.

La nueva ley, además, prohíbe asimismo nuevas exploraciones y proyectos de extracción de hidrocarburos en España y tampoco permitirá prorrogar los actuales más allá del 31 de diciembre del año 2042. Por último, los llamados productos energéticos de origen fósil solo podrán acceder a los beneficios fiscales si se justifica por motivos de interés social, económico o por la inexistencia de alternativas tecnológicas.