Puede parecer algo totalmente inofensivo, pero la ya conocida popularmente como estafa del abuelo se ha convertido en una práctica tan habitual como arriesgada. Este nuevo engaño de algunos conductores pasa por identificar como autor de una infracción a otra persona, concretamente a alguien que no suponga “un problema” si pierde puntos: un abuelo. Pero ojo porque esta trampa puede derivar en un serio problema legal.
Según datos de la DGT, el exceso de velocidad sigue siendo una de las principales causas de siniestralidad en España, estando presente en el 24% de los siniestros mortales en vías interurbanas. En 2023, se impusieron 3,3 millones de denuncias por velocidad inadecuada, pero no todos los conductores están dispuestos a cargar con las consecuencias.
Así funciona la estafa del abuelo
Cuando un radar capta a un vehículo circulando por encima del límite de velocidad, la multa llega al titular del coche, pero en la imagen que acompaña a la infracción, el rostro del conductor no está siempre claramente identificado. En ese momento, el titular debe comunicar a la DGT quién conducía. Y es ahí donde surge el engaño: algunos conductores declaran que al volante iba su abuelo —o algún otro familiar de edad avanzada—, sabiendo que, en muchos casos, esa persona ya no conduce, lo hace muy poco o no le importa perder puntos del carnet.

Pero algo aparentemente inofensivo, se convierte en un delito de falsedad documental cuando se hace de manera consciente para evitar sanciones. Y su práctica va más allá de la familia: existen casos donde se compran “puntos” ajenos a cambio de dinero, una especie de mercado negro del carnet.
Una práctica de alto riesgo
Y aunque puede parecer una forma inocente de eludir una multa, el Código Penal no lo ve de la misma forma. Declarar falsamente a otro conductor como responsable de una infracción puede acarrear penas de prisión de 3 a 6 meses y multas de hasta 12.000 euros. A ello se suman las sanciones administrativas propias de la infracción original, que también pueden incrementarse hasta triplicar su importe inicial si se detecta el engaño.
Por ejemplo, si alguien es multado por circular a 191 km/h en una autopista (límite de 120 km/h), la sanción económica es de 600 euros y la pérdida de 6 puntos. Si intenta atribuir esa infracción a un tercero de forma fraudulenta y se descubre, la cifra puede alcanzar los 1.800 euros, además de las consecuencias penales.

Así actúa ya la DGT para frenar la estafa del abuelo
La DGT no es ajena a este engaño y ya se ha puesto manos a la obra, reforzando su sistema de detección de fraudes en la identificación de conductores. Gracias a herramientas informáticas, alertas automatizadas y patrones de reincidencia, pueden identificar casos sospechosos, como un conductor de más de 80 años que acumula infracciones en coches que no son suyos, o que aparece como conductor habitual de vehículos deportivos o de alta gama.
Además, el artículo 11.a) de la Ley de Tráfico y Seguridad Vial obliga al titular del vehículo a identificar correctamente al conductor infractor, proporcionando nombre, apellidos y número de permiso de conducir. No hacerlo o mentir deliberadamente es motivo suficiente para que la sanción se agrave, y se tramite incluso por vía judicial.
La estafa del abuelo pierde eficacia
Lejos de consolidarse, la estafa del abuelo ya está perdiendo efectividad. La automatización de los procesos sancionadores, el cruce de datos entre vehículos, titulares y conductores habituales y el seguimiento de patrones inusuales de infracción permiten ya a la DGT detectar rápidamente la mentira. Y si eso ocurre, el coste para el infractor puede ser muy superior al de haber pagado y asumido en un primer momento la multa original.