Hace no mucho, algunos expertos vaticinaban que el 2022 podría ser el año en el que los precios de los vehículos eléctricos se igualarían a los precios de los diésel y gasolina. De hecho, este hecho diferencial es lo que, en gran medida, está evitando que las ventas de eléctricos terminen por despegar. Sin embargo, estamos todavía lejos de esa realidad... aunque más cerca que hace unos años, no hay duda.
Llevamos años diciendo que el principal coste de un vehículo eléctrico en su producción es su batería: ¡hasta el 40 por ciento, aproximadamente, del total! Mientras los costes de producción de las baterías no se reduzcan, no se producirá el esperado -por muchos- “sorpasso” de precios. Eso sí, si se produce en los próximos años, como sí se espera, no será únicamente por culpa la bajada de los precios de los vehículos eléctricos.
La curva de precios de los eléctricos arrastra una curva descendente de forma continua, pero de lo que tampoco hay duda es que la curva de los precios de los vehículos con motor térmico está subiendo de forma imparable: solo un 8 por ciento en el último año. La inflación, las cada vez más restrictivas normas anticontaminación y el aumento de los costes tecnológicos en el desarrollo de los coches nuevos tienen mucho que ver en ello.

¿Cuándo se igualarán los precios de los coches eléctricos con los de gasolina y diésel?
Apúntate este año: 2025. Bien sea en esa fecha o para la segunda mitad de década, los costes de las baterías se habrán reducido y entonces será cuando comprar un vehículo eléctrico merecerá la pena (al menos en lo que coste de adquisición se refiere). Así lo vaticinan el CEO de Volvo, Jim Rowan, o así lo hizo el año pasado el ya cesado presidente del Grupo Volkswagen, Herbert Diess. Claro que, de un año a esta parte, el panorama ha cambiado mucho con la inflación desbocada que vivimos.
Que se produzca este año tiene varias razones de ser: en lo que concierne al coche eléctrico, tendrá mucho que ver que el desarrollo de baterías se optimice. Los futuros coches eléctricos tendrán baterías más pequeñas que hasta ahora, pero serán más eficientes y permitirán recorrer más kilómetros. Se dice que la barrera de los 100 dólares por kWh será la que marque este punto de inflexión: a día de hoy, la media ronda los 120 dólares/kWh, pero ya en 2026 se espera incluso que la cifra baje considerablemente por debajo de los 100.

Todo esto hay que cogerlo un poco con pinzas: la escasez de materiales y el cuello de botella en las minas podría provocar que esta tendencia se estanque, mientras que los grandes fabricantes automovilísticos ya se están asociando con empresas mineras para cubrir sus producciones. Y mientras tanto, con el 2035 como fecha límite para vender vehículos con motor térmico, ya se especula que la situación actual terminará por una moratoria para esta prohibición sobre los coches diésel y gasolina.
De hecho, el propio Comisario de Mercado Interior de la Unión Europea, Thierry Breton, ha instado incluso a los fabricantes de automóviles a que mantengan la producción de coches diésel y gasolina a medida que se acelera el proceso de transición hacia el vehículo eléctrico. Para Breton, resulta “clave” mantener “vivo” el coche térmico para generar empleos de calidad y seguir con el ritmo actual de exportaciones.