El coche eléctrico no carbura… y valga la paradoja. Todas las previsiones en cuanto a precios, popularización e infraestructuras de carga parece que se han quedado cortas, teniendo en los últimos meses que establecerse rectificaciones. Las hemos visto en los propios fabricantes, que no encuentran todavía rentabilidad en estos productos, ante la crisis de suministro y las elevadas tarifas de unos vehículos que no terminan de poder llegar a toda la población. Y ahora comenzamos a verlo ya a nivel político, que teme un colapso de los fabricantes y, por tanto, de miles de empleos derivados.
Y es que si hace solo unos días el propio Parlamento Europeo aprobaba definitivamente el texto que establecía el fin de la comercialización de los coches y las furgonetas diésel, gasolina e híbridas para 2035, con excepciones para el uso de combustibles sintéticos y marcas con poca producción, ahora es el propio Comisario de Mercado Interior de la Unión Europea, Thierry Breton, quien ha anunciado que habría que “abordar sin tabús la posibilidad de que 2035 no sea la fecha definitiva para prohibir la venta” de estos vehículos. Porque, de hecho, esta normativa ya contempla también la opción de establecer una cláusula de revisión de este objetivo en el año 2026, fecha en la que podría variar todo.

En una entrevista concedida al digital francés “Político”, el Comisario de Mercado Interior de la UE insta incluso a los fabricantes de automóviles a que mantengan la producción de coches diésel y gasolina a medida que se acelera el proceso de transición hacia el vehículo eléctrico. Para Thierry Breton ahora es “clave” mantener “vivo” el coche térmico, y seguir produciéndolos, para generar empleos de calidad y seguir con el ritmo actual de exportaciones.
“Respeto el hecho de que algunos estén decidiendo acelerar hacia una oferta 100% eléctrica, pero también animo a los fabricantes a seguir produciendo coches de combustión interna, generar empleos de calidad y seguir siendo una fuerza exportadora”, comentó Breton en la entrevista concedida al medio francés. Estas palabras llegan además como respuesta a las dudas y preocupaciones planteadas por algunos de los grandes grupos automovilísticos europeos, como Stellantis y Volkswagen.
600.000 puestos de trabajo podrían estar en riesgo
Según el Comisario de Mercado Interior de la UE, hasta 600.000 puestos de trabajo podrían estar en riesgo y peligro si no se camina en esta dirección, por lo que retrasar la fecha del fin de los motores de combustión interna puede ser una solución que se estudiará a través de grupos de trabajo hasta el año 2026, en la que está prevista por tanto su revisión.

En este mismo sentido, y con la crítica de cierta parte más verde y ecológica del Parlamento Europeo, conoceremos en las próximas horas la propuesta de nueva norma Euro 7 de emisiones contaminantes que, a diferencia de lo que se preveía hace unos meses, no penalizará en gran medida ya a los coches diésel y gasolina siendo, en realidad, una continuación de la norma Euro 6 actual.
La Euro 7 no castigará tampoco más al diésel y la gasolina
Así nos lo ha reconocido en las últimas horas la eurodiputada de Ciudadanos Susana Solís, que ha participado activamente en la redacción en Bruselas de las últimas normas que afectan al automóvil, y que ya tiene sobre la mesa el borrador de esta propuesta de Euro 7. Con el objetivo de no castigar más la inversión y los costes de unos fabricantes que siguen trabajando en el coche eléctrico, y que por tanto, no deberían destinar más dinero al desarrollo de nuevos motores diésel y gasolina que tuvieran que cumplir normas más estrictas, es posible que mañana mismo la Comisión Europea presente su propuesta que luego deberá aprobar el Parlamento Europeo.
Veremos finalmente en qué se concreta la norma, pero todo indica a que se está suavizando desde todos los ángulos la persecución a unos coches, los diésel y gasolina, que a día de hoy queramos o no siguen sosteniendo a la industria y a miles de empleos.