La evolución de las especies, llevada al mundo del automóvil está llevando a la progresiva desaparición de las berlinas familiares del segmento D, que sufren la pinza de los derivados familiares de los compactos cada día más grandes por un lado y por otro lado de los SUV medios a quienes se asemeja en coste. De ahí que sean pocos, pero muy atractivos, los fabricantes que aún ofrecen en su catálogo berlinas medias familiares. Una de ellas es Peugeot que hace emerger al 508 como alternativa a las propuestas premium de BMW, Mercedes o Volvo, que mantienen en sus catálogos coches familiares híbridos enchufables, y abre la puerta a un fantástico enfrentamiento con el recién lanzado Volkswagen Passat, con quien no coincide en potencia máxima en ninguna de sus versiones PHEV (204 y 272 CV).
Quien analice la gama desde los números a buen seguro pensará que esos rivales tienen versiones más potentes que nuestro protagonista —aunque no es menos cierto que también hay un 508 con 360 CV y tracción integral—, que la batería es mayor y su autonomía eléctrica es superior, próxima a los 100 km. Pero en el otro lado de la balanza, sus maleteros son claramente más pequeños, son más caros y su aspecto es mucho menos desenfadado. Así pues, con permiso con el familiar de Wolfsburgo —disponible sólo en carrocería familiar—, el 508 SW se prefigura como un automóvil casi único, con más espacio y mejor calidad de rodadura que los derivados familiares de compactos como Seat León, Peugeot 308, Opel Astra, y un refinamiento que para sí quisieran los SUV medios que podrían constituirse como alternativa.
Una berlina familiar continuista
El actual 508 data de hace algo más de un año, de otoño de 2023, cuando recibió una sutil aunque eficaz puesta al día en la que la parrilla con el renovado logotipo de la marca y la firma lumínica suponían el elemento más reconocible e impactante. Pero también incorporó un nuevo sistema de comunicación multifunción, más rápido en sus reacciones, una pantalla más visible y reactiva, además de introducir un sistema de reconocimiento vocal mejorado por lenguaje natural que mejoran la experiencia de uso y tapicerías modernizadas entre otras.
Nuestra elección se corresponde con la versión de 224 CV, una propuesta equilibrada que se sitúa en cuanto a potencia, por encima del 180 CV —la gran novedad en la puesta al día y 1.500 euros más económico— y muy por debajo del impresionante, radical y súper efectivo PSE de 360 CV, tracción a las cuatro ruedas y frenos sobredimensionados. Este nivel intermedio le sitúa lejos de sus alternativas premium en cuanto a precio, muy favorable, y con un coste próximo al de los eléctricos más habituales te ofrece un rango de actuación notablemente más alto, manteniendo las ventajas otorgadas a los etiqueta cero emisiones..
Un coche gran turismo
Quien sea de carácter tranquilo no debe temer por acelerar a fondo este 508 PHEV. No porque no gane velocidad con suficiencia, pero sí porque lo hace sin radicalidad, sin riesgo de ponerte los pelos de punta. Especialmente en la arrancada no es un coche que de miedo, pero el cronómetro no miente y deja claro cómo es capaz moverse con mucho más que dignidad. Los poco más de 8 segundos para alcanzar los 100 km/h y los 28 para recorrer los 1.000 m son cifras resolutivas que aluden a un muy buen coche de viaje, con capacidad de empuje y de moverse con facilidad incluso yendo cargado. Podría plantearse la duda de si la versión de 180 CV sería suficiente (en ese, el motor de gasolina anuncia 150 CV, por 180 en nuestro protagonista) y es razonable preguntárselo.
Comparado con el Astra PHEV que pasó por nuestras instalaciones en la primavera pasada, (180 CV y base compartida con el Peugeot 308), la diferencia de cara al cronómetro es notable, no tanto en la arrancada como cuando pretendemos seguir ganando velocidad. De hecho, la apenas una décima de segundo en el 0-100 se iría a casi 1 segundo en los mil metros y también hay casi un segundo de diferencia para pasar de 80 a 120 km/h. De ahí que pensemos que el 224 CV compensa sobradamente la diferencia de precio, sobre todo cuando circulemos a plena carga en un viaje vacacional o en momentos en que hay que afrontar un adelantamiento en una carretera de doble sentido.
En esas condiciones nos despreocupamos del consumo que, la verdad, sin ser extraordinariamente bajo sí te puede dar unos valores muy razonables, como nos sucedió en el global acumulado de la prueba, con un consumo medio de 6,5 l/100 km muy inferior a los 7,7 que marcaba el ordenador cuando recogimos la unidad de prueba y que visto el promedio de velocidad que marcaba debió darse en un viaje hecho a ritmo politicamente incorrecto.
El consumo, valor de referencia en un coche familiar va a depender del estado de carga de la batería de impulso y de su temperatura al iniciar la marcha. Así si estuviese aparcado en el exterior en una fría noche de invierno, la batería vacía y fuésemos a hacer un recorrido mínimo, de poco más de 1 km, debemos prepararnos a ver un gasto próximo a los 9 l/100 km...que irá bajando exponencialmente tan pronto como alcancemos carreteras despejadas hasta alcanzar esos habituales sub 7, más que correctos para un coche de este volumen y peso.
Un gran chasis en el Peugeot 508 SW
También es eficaz en cuanto a distancia de parada el equipo de frenos, con unas distancias mejores que la media y potencial para acercarse a los 70 m parando desde 140 km/h. Eso sí, la sensación que ofrece el pedal no es todo lo firme y uniforme que desearía y muestra una diferencia grande en la transición entre la frenada regenerativa y la frenada del sistema hidráulico, siempre con una sensación bastante blanda, a la que hay que acostumbrarse para poder graduar la detención y conseguir la respuesta más sutil.
En el uso convencional, este 508 se comporta como una magnífica berlina familiar. Con un planteamiento de confort y un magnífico refinamiento de marcha nacido de un magnífico aislamiento y una suspensión muy equilibrada. Ésta basa buena parte de su eficacia en una amortiguación en la que el confort se sitúa a gran altura en todo momento. Incluso cuando has seleccionado el modo Sport de conducción y tu coche lleva instalado el pack de suspensión adaptativa (1.100 euros, suspensión activa pilotada y llantas de aleación de 19” con neumáticos 235/40) sigue mostrando un tacto flexible, progresivo, nada brusco siempre y cuando no se encadenen cambios de apoyo bruscos en los que aparezcan baches o resaltos que compliquen las cosas, que podría llegar a aparecer alguna rigidez nada preocupante. En cualquier caso la dirección es precisa y el volante pequeño te transmite sensaciones muy personales, de esas que, si la posición de conducción con él en una posición baja te gusta, vas a valorar muy positivamente y no vas a tener dificultad en observar la instrumentación —sin la opción del Head Up Display que el i-cockpit no contempla—.
Sereno y familiar
Los cuatro modos de conducción (Eco, Normal, Sport y Electríco) permiten elegir el carácter que va a transmitir este 508, llegando a, desde parecer un coche reposado, muy tranquilo, a uno repleto de poderío en el que el motor eléctrico asiste mucho más, el térmico reacciona antes, el acelerador requiere menos esfuerzo y el cambio aguanta más la marcha antes de subir a la superior, evitando esa mínima ralentización que supone cada transición.
Se comporta en todo momento como un coche que te aísla del entorno y en el que es fácil encontrarse a gusto, especialmente si hablamos de la versión GT, que lleva de serie los asientos AGR, o hemos pagado los 400 € de sobrecoste. Y es que las dos versiones, Allure y GT, pueden complementarse en clave de sofisticación. Así en el primero habría que plantearse pagar los 1.100 euros del Pack Vision & Drive Assist (cámaras periféricas y conducción semi autónoma) y los 260 de la apertura y cierre del maletero, y en el segundo el sistema de visión nocturna (en un pack de 1.100 euros) se constituye como una opción con más utilidad de lo que puedes pensar en casos de lluvia o las largas y oscuras tardes de invierno.
Son detalles que le añaden atractivo y le aproximan en términos reales a una experiencia de uso casi premium ofrecida por un precio alto, pero no prohibitivo, a la altura de muchos SUV que no ofrecen más eficiencia, mejor equipamiento y, por supuesto, no ofrecen un mejor consumo de combustible y demuestra cómo la selección natural ha reducido el número de propuestas de berlina familiar pero, afortunadamente, aún podemos disfrutar.
Nuestra opinión: ¿Para qué un SUV?
Llámame clásico, pero no veo por ningún lado las ventajas de un SUV siempre y cuando no tengas problemas para subir y bajar. De hecho, por espacio, por calidad de rodadura, por un centro de gravedad más bajo, por aerodinámica...las ventajas de un coche como el 508 SW son clarísimas. Además te deja acercarte a los 50 km sin recargar y si tienes una conducción cuidadosa vas a estar en el entorno de los 6,5 l/100 km y saca un excelente partido de sus 224 CV de potencia máxima. Si a esto le sumas un equipamiento exquisito, parece claro que nadie que ponga sus ojos en este coche va a lamentarlo.
