Si nos atenemos a lo que son solo los turismos podemos decir que el diésel está prácticamente muerto. Sus ventas no paran de caer mes tras mes como demuestra que el pasado julio se cerrara solo con un 5,33% del total. Aunque siendo justos con este tipo de propulsores habría que indicar que ahí no están incluido los híbridos ligeros que utilizan dicho combustible (otro 3,74%), ni tampoco los híbridos enchufables (0,63%), para un total del 9,7%.
Está claro que desde hace años la política de la Unión Europea ha sido la de su desaparición sin concesiones, forzando a que las marcas apostaran más por otro tipo de tecnologías electrificadas. Por ello ya empieza a ser difícil encontrar coches en los segmentos más pequeños y baratos que dispongan en su gama de una motorización de este tipo. Y mientras su fin parece cada vez más cercano, hemos conocido ahora una solución que los podría hacer más ecológicos en el futuro.

Motores diésel más ecológicos
A través de una publicación de OkDiario hemos conocido una última investigación realizada en el Instituto Tecnológico de Illinois (Estados Unidos) por Carrie Hall en la que se promete una gran revolución en la industria del transporte. Aunque antes de explicarlo, me ha parecido bastante curioso que provenga de un país en el que se ha dejado de lado al diésel desde siempre.
Más allá de este detalle curioso, lo que ha demostrado la investigadora Hall es que, gracias a un sistema de inteligencia artificial y modelos computacionales simplificados, los motores alimentados por diésel podrían adaptarse de forma automática para poder funcionar con otro tipo de combustibles más ecológicos.

Pero vayamos al principio de la cuestión. Los motores de combustión interna que funcionan con diésel están preparados para un combustible en concreto, aunque en los últimos tiempos hemos visto como algunas marcas como Toyota anunciaban que también podrían utilizar otros más “bio” como el HVO100. Y claro, si no está preparado e introducimos el gasóleo que no es podríamos provocar daños mecánicos.
Plantearse ahora mismo una modificación sobre un motor diésel requeriría de unas adaptaciones mecánicas costosas y complejas, tanto que lo haría inviable para muchas personas. Ahora, con el trabajo que ha publicado Carrie Hall, unos simples cambios en el software permitirán resolver esta situación sin necesidad de tener que cambiar ninguna pieza del propulsor.

Unos cambios “inalámbricos”
Quizás el mejor aspecto del trabajo de Hall es que se basa en la información de los sensores que los diésel modernos ya tienen equipados. La idea ha sido crear un modelo computacional que sea capaz de interpretar esos datos obtenidos por los dispositivos colocados fuera del cilindro, con el fin de determinar con precisión el comportamiento del combustible durante la combustión.
Y a diferencia de otros enfoques planteados anteriormente que solo se basaban en la inteligencia artificial, en este último estudio se ha combinado esa tecnología con ecuaciones simplificadas. De esta manera, según la misma información, “los ingenieros pueden ajustar y comprender el funcionamiento del sistema sin depender de una «caja negra» de inteligencia artificial que podría generar resultados impredecibles”.

A partir de aquí, con la incorporación de este software que podría realizarse a través de una sencilla actualización inalámbrica, el motor diésel estaría preparado para poder adaptar su funcionamiento por si repostamos un biocombustible o cualquier otra alternativa ecológica que surgiera en los próximos años. Estamos hablando de millones de coches emitiendo muchos menos gases nocivos.
Nuestra conclusión es que siempre estamos a favor de todos los avances que signifiquen una mejora en la reducción de las emisiones nocivas, aunque vemos complicado que pueda adaptarse en masa para los turismos, los cuales tampoco conseguirían ningúna ventaja (por ejemplo una etiqueta Eco) por usar estos combustibles. Otro tema serían aplicaciones relacionadas con el transporte pesado, como camiones o autobuses, incluso los comerciales o la maquinaria agrícola.