Los últimos datos publicados son ya definitivos. Las estaciones de servicio en España han aumentado en un 30 por ciento en los últimos 15 años, contabilizándose ya hasta 12.361 establecimientos. De ellos, hasta el 45 por ciento son ya independientes de las grandes marcas y se calcula que hasta un 20%, es decir, unas 2.400 gasolineras ya, pertenecen a la nueva modalidad considerada low cost o de bajo precio, alejada de las marcas premium más caras.
Vendiendo combustible hoy hasta 30 céntimos por litro más barato, es decir, con precios entorno a un 30% más económicos, siguen mes a mes popularizándose: según los últimos estudios publicados, hasta 8 de cada 10 españolas (un 83% exactamente) reconoce ahora que repostar frecuentemente en estas estaciones de servicio low cost, cuando en 2022, hace menos de 3 años, solo lo afirmaba el 19,3 por ciento. Marcas como Plenoil, BonÁrea, Ballenoil, E.Lecrerc o Alcampo, por poner solo algunos ejemplos, son ya habituales en nuestras calles y carreteras, e incluso con largas colas para repostar.
Todos los combustibles vendidos en España tienen unos requisitos de calidad y propiedades, fijados por ley
Ante este uso ya definitivamente generalizado y normalizado de las estaciones de servicio low cost, la pregunta vuelve a surgir y cobra más sentido que nunca: el combustible que se vende en todas estas gasolineras, ¿es igual de bueno que el de las estaciones convencionales? Repostar siempre con este carburante, ¿puede terminar dañando el motor o penalizando el rendimiento de nuestro vehículo? Hoy vamos a tratar de aclararlo con los últimos estudios y con las conclusiones que ya han emitido también diferentes test realizados por la Organización de Consumidores y Usuarios, la OCU.
Desde esta asociación lo primero que nos confirman es que hay que tener absoluta tranquilidad con el combustible repostado en cualquier estación de servicio de España, ya que “tanto la gasolina como el gasóleo que se suministra en España, así como los productos derivados del petróleo, se producen en las refinerías y actualmente hay solo 9 en España, cada una principalmente abasteciendo a las estaciones de servicio de una zona”. Esto indica ya para empezar que “los combustibles de base que cada refinería suministra y distribuye cada día son idénticos, independientemente de a la marca de gasolinera a la que posteriormente vaya”.
De esta forma, la primera conclusión nos indica que estas gasolineras low cost cumplen con los mismos requisitos mínimos de calidad y de propiedades en los combustibles que cualquier estación de servicio, ya que “viene regulado por ley y es más que suficiente para que los usen todos los motores que admiten esos combustibles con perfectas garantías”. A partir de aquí, sin embargo, empiezan las diferencias que cada marca puede aplicar… o no. Nos explicamos.
Los aditivos, ¿son distintos? ¿Pueden marcar diferencias o no?
Una vez suministrado el combustible de la refinería a la gasolinera, “cada proveedor puede añadir luego diferentes aditivos a su combustible”, tal y como nos explican desde la OCU. En muchos casos, es la propia compañía distribuidora que se encarga de transportar y almacenar los combustibles en España, Exolum (antigua Compañía de Logística de Hidrocarburos -CLH-), la que añade directamente los aditivos en la propia refinería a la marca que lo desee.
Estos aditivos comunes suelen ser los “básicos” HQ300 y HQ400, que sirven generalmente para mantener más limpios los inyectores, impedir los depósitos de combustible, proteger de la corrosión, disminuir la formación de espuma y, en el caso del diésel, también de facilitar la ignición del gasóleo mejorando el índice de cetano. Es decir, es falso que los combustibles de gasolineras low cost no lleven aditivos, ya que la mayoría sí los presenta ya incluso desde que salen de la propia refinería.
Sin embargo, también es cierto que grandes marcas premium, como pueden ser Repsol, Cepsa o BP, por poner los ejemplos más conocidos, suelen incluir además sus propios aditivos, que son eso sí confidenciales. Estas cadenas suelen operar con sus propios componentes, que también suelen añadir directamente en la refinería, aunque hay que recalcar siempre de que hablamos de cantidades añadidas muy pequeñas en proporción al combustible, del orden normalmente de apenas 1 mililitro por cada 1.000 litros de combustible.
Es difícil saber si un combustible premium alarga la vida de un motor
Conocido así el trámite y composición, que todos son buenos y de calidad mínima, la gran duda nos lleva a intentar conocer si esos supuestos aditivos extra que añaden las marcas premium tienen o no beneficios al repostarlos sobre nuestros vehículos… o, dicho de otro mismo modo, si la ausencia de ellos en las gasolineras low cost supone un perjuicio para los motores.
Los expertos de la OCU aseguran respecto a ello que “los efectos de los aditivos sobre los motores y sobre el consumo de gasolina no parecen muy comprobables”. Para la organización, “probar que un aditivo alarga la vida del motor es muy difícil, porque no hay forma de determinar cuánto habría durado ese mismo motor si no hubiera utilizado esa gasolina”.
No hay diferencias apreciables en los consumos si repostamos combustible low cost
Y, en referencia ya al consumo de combustible, otro de los factores a los que hacen referencia siempre las grandes gasolineras españolas para recomendar el uso de sus carburantes premium con más aditivos, la OCU es incluso más tajante haciendo referencia a un estudio realizado por la organización de consumidores portuguesa análoga, denominada Deco.
Esa asociación realizó hace unos meses un análisis a fondo para tratar de demostrar el efecto de repostar gasóleo premium respecto al gasóleo normal de la misma marca y al gasóleo low cost de una estación de las más baratas para comprobar las diferencias. Y el resultado fue contundente: “tras miles de kilómetros recorridos, no encontramos diferencias apreciables. Para disminuir el consumo, lo fundamental es elegir un coche de bajo consumo y hacer una conducción eficiente”, concluyó el análisis de la investigación.
Las conclusiones por tanto parecen evidentes: todos los combustibles son buenos, cuentan con una calidad mínima garantizada por ley y, la posible leve mejora en rendimiento que puede mostrar un combustible con más y mejores aditivos, no parece en ningún caso compensar la elevada diferencia de precio que tiene respecto al carburante suministrado por una gasolinera low cost.
