Este es un debate que está en la calle y por el que me han preguntado en muchas ocasiones. Porque no nos engañemos, ver diferencias de hasta 17 céntimos entre una gasolinera de esas conocidas como “low cost” y las marcas más clásicas pueden hacer que muchos se lo piensen bastante. Aunque luego están los agoreros que dicen que pronto se te romperá el motor por usar este combustible barato… vamos a analizarlo en profundidad para que no te quede ninguna duda.
Para hacernos una idea de cómo es la situación vamos a tomar los datos a día de hoy. En la Península el precio medio del Sin Plomo 95 se encuentra en 1,491 euros/litro, mientras que el diésel está en 1,369 euros/litro. Si ahora tomamos como referencia una estación de Ballenoil está actualmente en 1,39 y 1,25 euros/litro, respectivamente. Con estas tarifas en un depósito de 50 litros te ahorrarías 5,05 euros si tu coche es de gasolina o 5,95 euros si se mueve con gasóleo.
¿Por qué estas gasolineras consiguen un precio tan económico?
En España existe una única distribución de la gasolina por lo que el producto, de origen, es el mismo para todos y tiene que cumplir unos mínimos establecidos por la Ley de Hidrocarburos que aseguran que no haya “un mal combustible” en ninguna estación. Teniendo en cuenta esto, tampoco en estas gasolineras “low cost” no pueden bajar ni el impuesto Especial sobre Hidrocarburos ni tampoco el IVA.
Partiendo de esta base utilizan distintas fórmulas para poder conseguir esos precios más baratos. Para empezar, suelen estar ubicadas en lugares un tanto alejados de las poblaciones, como pueden ser los polígonos industriales, en donde el suelo es mucho más barato. Una vez llegamos allí veremos que en la mayoría de los casos no existen empleados que te sirvan o cobren, ni tampoco que ofrezcan habitualmente otros servicios como los túneles de lavado, las tiendas o las cafeterías.
Y luego punto a parte dejamos el tema de la fórmula del combustible. Como ya nos aclaró Manel Montero, experto en el sector energético y director general del Grupo Moure, “las estaciones low cost compramos en un sistema Spot: cada día vamos a buscar al mercado el mejor distribuidor al mejor precio. Y estos distribuidores son Galp, Cepsa, Meroil… Todas estas marcas tienen una parte de su negocio en las estaciones no abanderadas y nosotros compramos a ellos”. A esto añade que “nosotros trabajamos con unos márgenes operativos muy inferiores, que pueden llegar a ser hasta 4 veces más pequeños que una estación tradicional”.
Aunque la clave de todo está en los aditivos. Si bien Moure defiende que el combustible es el mismo, como comentábamos antes de que se distribuye desde el mismo sitio, también aclara que los citados aditivos “juegan un papel importante en los combustibles y pueden, más que mejorar la eficiencia del combustible como tal, mejorar la durabilidad del motor o del vehículo”. A esto añade que “hay estaciones low cost que no ponen ninguno y otras si que añaden alguno”.
Por tanto, ¿podríamos afirmar con certeza que repostar en gasolineras “low cost” romperá inmediatamente tu coche? Pues no, pero lo que es claro es que tener más aditivos, como sucede en las gasolineras de nombres conocidos, ayuda a mimarlo un poco más, sobre todo si el coche tiene muchos kilómetros encima.
