El pasado mes de octubre la Unión Europea aprobaba los nuevos aranceles a los coches eléctricos que se fabrican en China, una medida que el país asiático, como es lógico, criticó con vehemencia y que Bruselas justificaba porque “el objetivo es lograr una competencia leal y la igualdad de condiciones. Queremos compensar las subvenciones concedidas a los productores chinos y por ello creemos que estos aranceles repercutirán positivamente en nuestra industria para facilitar la transición ecológica".
En concreto, la UE aplicó un 17% para la marca china BYD, un 18,8% para Geely y un porcentaje máximo del 35,3% para el grupo SAIC, dueño de MG o Maxus. Estos aranceles se suman al gravamen general del 10% que ya se aplica al automóvil, independientemente del origen en cuestión.
Sin embargo, durante todo este tiempo, la UE ha estado siempre abierta a buscar alguna alternativa a estos aranceles, eso sí, siempre que Pekín acepte condiciones de “competencia justa”. Así, la semana pasada, el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, viajó a Pekin para avanzar en la desescalada de las relaciones comerciales y abogar por un "reequilibrio tangible".

Precios mínimos para los coches eléctricos chinos
Estos contactos entre la UE y China se han materializado, según confirma ya el ejecutivo comunitario, en la posibilidad de establecer precios mínimos para los vehículos eléctricos fabricados en el país asiático, una propuesta que busca ser una alternativa a los altos aranceles que impuso el bloque europeo en 2023.
China, por su parte, ha anunciado que las discusiones comenzarán "de inmediato". La UE exige que cualquier acuerdo garantice que los precios mínimos sean tan efectivos como los aranceles actuales, que llegan hasta el 45,3% para algunos fabricantes.
La nueva propuesta busca reemplazar estos gravámenes con acuerdos de precios mínimos, una medida que China estaría dispuesta a aceptar para recuperar acceso al mercado europeo.

Donald Trump eleva la tensión con China
El conflicto comercial entre la UE y China ha tenido repercusiones en otros sectores. Como represalia a los aranceles iniciales al coche eléctrico, por ejemplo, Pekín aplicó fuertes gravámenes al coñac francés, afectando a grandes marcas como Hennessy y Rémy Cointreau. Un desafío arancelario contra el gigante asiático que Estados Unidos también ha exacerbado estas últimas semanas. Así, la última decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, fue la de aplicar la semana pasada una tasa del 145% a todas las importaciones de productos chinos.
En todo momento, Pekín ha mostrado su firmeza ante el pulso de Washington y ha advertido que "no retrocederán". Por el momento, China mantiene gravámenes del 84% a EE.UU.
En Europa, si no se llega a un acuerdo, los gravámenes de la UE seguirán vigentes, pero ambas partes están dispuestas a buscar una salida negociada para evitar una escalada en la guerra comercial.