En la historia del automóvil hay modelos que, por su técnica audaz y su enfoque rompedor, se ganan un lugar entre los más recordados. Uno de ellos es el Lotus Omega, un coche que marcó un antes y un después cuando apareció a principios de los años 90, plantando cara a gigantes como el BMW M5 o el Mercedes 500E.
Este modelo no solo destacaba por su potencia, también lo hacía por combinar la comodidad de una berlina con las prestaciones de un deportivo. A continuación repasamos su historia, características técnicas y por qué sigue siendo uno de los vehículos históricos más admirados del panorama automovilístico.
Lotus Omega: un proyecto nacido de la ambición
La unión de Opel, Lotus y General Motors
En 1986, General Motors adquirió Lotus con el objetivo de crear un coche capaz de competir con los sedanes más rápidos del momento. El punto de partida fue el Opel Omega 3000 24V, que se transformó profundamente gracias a la ingeniería de Lotus.
El resultado fue un coche que conservaba la comodidad de una berlina, pero con alma de superdeportivo. Bajo la marca Vauxhall en Reino Unido y Opel en el resto de Europa, el Lotus Omega nació para romper moldes.
Diseño agresivo y aerodinámico
Estética funcional y distintiva
A nivel visual, el Lotus Omega marcaba la diferencia: carrocería ensanchada, nuevos paragolpes con entradas de aire, taloneras, alerón trasero y un difusor que no solo eran decorativos, sino que mejoraban su comportamiento en carretera.
Las llantas de 17 pulgadas y los neumáticos de diferente tamaño en cada eje dejaban claro que estábamos ante algo especial.
Interior deportivo y confortable
Acabados premium y detalles únicos
El habitáculo combinaba lujo y deportividad. Asientos de cuero, molduras en madera y una moqueta de alta gama se unían a un climatizador electrónico y un equipo de sonido avanzado para la época. Como guiño a su esencia deportiva, incluía un velocímetro hasta 300 km/h y el volante firmado por Lotus.

Mecánica de supercoche
Un motor impresionante para su tiempo
El corazón del Lotus Omega era un motor de seis cilindros en línea, de 3.6 litros, al que se le añadieron dos turbos Garrett. El resultado: 377 CV y 569 Nm de par, cifras que superaban incluso a algunos deportivos puros de la época.
La transmisión era una caja manual Tremec de seis marchas, la misma que montaba el Corvette ZR1, y contaba con diferencial autoblocante para garantizar un mejor comportamiento en curvas.
Prestaciones que dejaron huella
El coche aceleraba de 0 a 100 km/h en menos de cinco segundos y alcanzaba los 300 km/h, una cifra insólita para una berlina de los años 90. En comparación, el BMW M5 o el Mercedes 500E estaban limitados electrónicamente a 250 km/h.
Polémica y admiración a partes iguales
Demasiado potente para su categoría
En el Reino Unido, el Lotus Omega generó cierta controversia. Su capacidad para alcanzar velocidades de superdeportivo y llevar a cinco personas lo convirtió en el blanco de críticas y peticiones para limitar su uso, que finalmente no prosperaron.
Una joya entre los vehículos históricos
Hoy en día, el Lotus Omega es uno de los coches más valorados por coleccionistas. Su escasa producción, su potencia y su historia lo convierten en una pieza muy buscada en subastas especializadas. Muchos propietarios optan por contratar un seguro de coche histórico para conservar su valor y asegurar las condiciones de circulación adecuadas.
Además, al ser considerado uno de los vehículos históricos más relevantes de su época, está sujeto a ciertas exenciones en la ITV para vehículos históricos, como revisiones menos frecuentes y otras condiciones especiales, siempre que cumpla los requisitos de antigüedad y conservación.
Por qué el Lotus Omega es inolvidable
El Lotus Omega no fue un coche más. Fue una berlina que rompió con lo establecido, que ofreció cifras de infarto sin renunciar a la comodidad. Su carácter, su estética única y su legado lo mantienen vivo más de 30 años después.