La limpieza del filtro de partículas es una de las tareas de mantenimiento más importantes para asegurar el buen funcionamiento de un coche diésel o gasolina moderno. Aunque estos filtros cuentan con sistemas de regeneración automática, llega un momento en que no basta con ello y es necesario actuar. Mantenerlo limpio no solo evita averías costosas, también ayuda a reducir la contaminación.
Cuando el filtro está saturado y la regeneración automática no lo soluciona, la luz del testigo en el cuadro avisa de que toca intervenir. Si se ignora, el problema puede derivar en reparaciones mucho más caras.
¿Qué es el filtro de partículas y por qué se ensucia?
Desde 2006, la mayoría de los coches diésel y algunos de gasolina incorporan un filtro de partículas (FAP o DPF). Su misión es retener el hollín generado en la combustión para evitar que llegue al exterior a través del escape.

Cuando el filtro está cerca de saturarse, el propio sistema eleva la temperatura de los gases de escape hasta unos 700 °C para quemar esas partículas. Sin embargo, si el coche se usa sobre todo en trayectos cortos o con el motor frío, el filtro se llena de hollín antes de que el proceso se complete, lo que provoca fallos en la regeneración.
¿Cada cuánto tiempo debe limpiarse el filtro de partículas?
En condiciones normales, la regeneración automática se realiza cada 1.000 kilómetros aproximadamente. No obstante, si el coche se utiliza de manera intensa en ciudad o en trayectos cortos, puede ser necesario intervenir mucho antes, incluso cada 300 o 400 kilómetros.
Conviene prestar atención a las señales: pérdida de potencia, aumento del consumo o mayor emisión de humos son síntomas de que el filtro necesita limpieza.
5 métodos de limpieza del filtro de partículas
Existen diferentes maneras de limpiar un filtro de partículas, con mayor o menor eficacia según el grado de saturación:
Regeneración forzada en carretera
Una solución sencilla es conducir durante unos 30 minutos a unas 2.000-2.500 rpm en carretera despejada. Esto permite que el filtro alcance la temperatura suficiente para quemar el hollín acumulado. No siempre es efectivo, especialmente si la obstrucción es grave.

Uso de aditivos específicos
Añadir aditivos al depósito eleva la temperatura de los gases de escape y ayuda a quemar los residuos. Funcionan tanto en motores diésel como de gasolina y su precio suele rondar entre 15 y 30 euros. Son útiles como prevención, aunque su efectividad se reduce si el filtro ya está muy obstruido.
Limpieza con máquina de diagnosis
En talleres especializados, mediante un equipo de diagnosis se regula la temperatura del motor para eliminar el hollín sin desmontar el filtro. Es rápido, seguro y cuesta alrededor de 50 euros. Se recomienda cuando otros métodos no han funcionado.
Limpieza por ultrasonidos
Cuando la obstrucción es muy alta, se desmonta el filtro de partículas y se sumerge en un líquido especial que, mediante vibraciones ultrasónicas, elimina los residuos. El proceso dura unos 60 minutos y cuesta alrededor de 100 euros, devolviendo al filtro casi a su estado original.
Lavado con detergente y agua a presión
Si la saturación supera el 95%, la regeneración automática deja de ser viable. En ese caso, se desmonta el filtro y se limpia con detergente y agua a presión, dejándolo secar antes de volver a montarlo. Este método es eficaz, pero más invasivo y caro, rondando los 150 euros.
Consecuencias de no limpiar el filtro a tiempo
No realizar la limpieza del filtro de partículas cuando corresponde puede afectar gravemente al motor. El aumento de presión en el sistema de escape reduce el rendimiento, incrementa el consumo y puede dañar componentes como el turbo.
Además, sustituir un filtro colapsado puede costar cerca de 1.000 euros. Circular con él en mal estado genera más emisiones de lo permitido, con el riesgo de multas y de no superar la ITV.
Cómo alargar la vida del filtro de partículas
La mejor forma de evitar gastos elevados es cuidar este componente desde el principio. Conducir en trayectos largos de vez en cuando ayuda a completar la regeneración, el uso de aditivos de calidad puede ser un buen apoyo y una limpieza a fondo del coche periódica, que incluya el sistema de escape, prolonga la vida del filtro.
Además, conviene respetar los intervalos de mantenimiento marcados por el fabricante y estar atentos a cualquier aviso del cuadro de mandos. Un filtro limpio es sinónimo de un coche eficiente, seguro y menos contaminante.