No hay semana en la que, desgraciadamente, no escuchemos un trágico suceso en carretera relacionado siempre con el alcohol en la conducción. De hecho, ayer mismo conocimos que dos ancianas fueron arrolladas por un conductor ebrio en Sabadell cuando esperaban tranquilamente bajo una marquesina al autobús. Una de ellas falleció. Como Ana, embestida de frente con su coche en El Escorial cuando salía de trabajar para estar con su familia, dejando una niña de 3 años por culpa de un conductor que triplicaba la tasa de alcoholemia y que se fue hacia su carril. O como Paula, atropellada mientras volvía a casa con amigos por un conductor con carné falso y en estado de embriaguez. O como Iván, Vanesa, Alberto, Juan, Daniel… y tantos otros.
Basta ya. Es el mensaje que ahora han trasladado muchas familias de víctimas de accidentes de tráfico o atropellos por culpa del alcohol. En conjunto, han presentado al Parlamento Europeo más de 100.000 firmas reclamando nuevos sistemas de seguridad de serie en los coches para controlar que nadie pueda arrancar un vehículo si se encuentra bajo los efectos del alcohol. Un dispositivo que podría sumarse a los nuevos sistemas de control inteligente de velocidad o de frenada automática que Europa sí tiene ya intención de implantar en los próximos 3 años para todos los automóviles.
La propuesta, presentada por los familiares en el registro de la Cámara y recogida por la eurodiputada del PP, Rosa Estarás, quien formuló una pregunta a la Comisión Europea, ha conseguido de momento abrir el debate. De hecho, la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo ya discute esta posibilidad a modo de prevención para la seguridad vial, y los familiares de las víctimas ya han podido exponer ante los parlamentarios de todos los grupos políticos las consecuencias de conducir bajo los efectos del alcohol, no sólo por las numerosas víctimas que produce, sino también por todo el dolor que a su alrededor genera de por vida en familiares y amigos.
Para José Fernández, portavoz de las familias, se trata de muertes evitables “con más medidas de prevención". Los afectados, según sus propias palabras, batallan ahora “para que el recuerdo de sus fallecidos sea una lucha por salvar vidas humanas". Pero, ¿cómo podrían ser estos sistemas que impiden arrancar un vehículo si el conductor es detectado en estado ebrio? ¿Son factibles?
Volvo instalará cámaras; Francia aprueba un inmovilizador
La respuesta a todos estos interrogantes la ha dado Volvo precisamente esta misma semana. La marca sueca, con el objetivo de atajar también los accidentes de tráfico que tienen un claro factor humano detrás (señalan que hasta un 90 por ciento, ha anunciado que instalará nuevas cámaras en todos sus coches. Estos dispositivos serán capaces de detectar el estado del conductor, así como también sus despistes, para evitar que puedan conducir. A través de signos físicos como la frecuencia del parpadeo, el tiempo de parpadeo o la dirección de la mirada, este sistema sabrá si el conductor sufre algún tipo de intoxicación etílica.
Y no es la primera vez que oímos hablar de sistemas similares. Hace solo unos meses, el diario Le Figaro informaba que Francia publicaba un nuevo decreto que aprobaba en todo el país el uso del llamado alcoholímetro inmovilizador (EAD), una iniciativa que podría ofrecerse en hasta 6 departamentos del país y que se generalizaría a partir de este 2019. ¿Y cómo se aplicaría? Pues muy sencillo: cuando un automovilista tenga un resultado positivo en un control de alcoholemia, la Policía podría plantearle dos medidas: suspenderle su licencia de conducción, o mantenerle el carné con la obligación de instalar en su coche un inmovilizador. Cada vez que suba al coche, esta persona debería hacer una rápida prueba de detección de alcohol en aire espirado, en cuyo caso de ser positivo no podría arrancar el vehículo. Este inmovilizador se instalaría por profesionales y solo en talleres autorizados.
Como podemos comprobar, sistemas e iniciativas que impidan más muertes en carretera relacionadas con el alcohol ya existen. Ahora es cuestión de legislar para que puedan detenerse tan dramáticas estadísticas: según los últimos informes del Instituto Nacional de Toxicología, más de un 40 por ciento de los conductores fallecidos en accidentes de tráfico dio posteriormente positivo en alcohol, drogas o psicofármacos. Y a su alrededor deja también muchas más víctimas inocentes.