La instalación de asfalto de colores está ganando cada vez más apoyo. No se trata solo de una cuestión estética: esta innovación busca mejorar la seguridad vial. Al pintar zonas estratégicas con colores llamativos, el conductor recibe una señal visual clara que le obliga a estar más atento.
En Europa, esta práctica lleva años aplicándose con resultados variados. En España, el debate está abierto: algunos la consideran útil y necesaria, otros la ven como un gasto prescindible. Pero si su uso puede contribuir a evitar accidentes, merece ser considerada con seriedad.
¿Para qué sirve el asfalto de colores en la vía?
El uso de asfalto de colores tiene varios beneficios, entre ellos:
Mejorar la visibilidad en zonas clave
Aplicar colores diferenciados sobre el negro tradicional del pavimento permite identificar fácilmente áreas de riesgo como curvas, pasos de peatones, accesos a colegios o intersecciones.
Tonos como el amarillo intenso, el rojo o el verde brillante captan la atención del conductor de inmediato, provocando una reacción casi automática. En condiciones de poca visibilidad, estos colores destacan aún más, evitando que las señales horizontales de circulación pasen desapercibidas.

Ayuda a reducir la siniestralidad
El objetivo no es simplemente embellecer la vía, sino llamar la atención del conductor de forma efectiva. Por ejemplo, si se colorea el entorno de una escuela con tonos poco habituales, es más probable que los conductores reduzcan la velocidad por simple impacto visual.
Este recurso psicológico funciona como un sistema de advertencia pasivo, sin necesidad de aplicar sanciones o controles constantes.
¿Qué opina la DGT sobre esta tendencia?
La Dirección General de Tráfico ha mostrado interés en el uso del asfalto de colores en determinadas zonas. En varias localidades ya se están realizando pruebas, especialmente en áreas escolares o próximas a hospitales, donde destacan tramos del pavimento con colores brillantes para alertar sobre la presencia de peatones vulnerables.
Estas pruebas buscan evaluar si el impacto visual se traduce en una mayor atención por parte de los conductores.
Una herramienta complementaria para la seguridad
El asfalto de colores no sustituye a las señales tradicionales, pero sí las complementa. Actúa como una señal horizontal continua, de fácil lectura y directa. En un futuro, su uso podría integrarse con sensores de velocidad o sistemas inteligentes de control del tráfico.
También se plantea que las autoescuelas incorporen este tipo de señalización en su formación teórica y práctica, para que los conductores aprendan a identificar su significado desde el inicio.
Adaptación a nuevas formas de señalización
Los conductores experimentados podrían necesitar cierto tiempo para adaptarse a esta nueva forma de señalización, pero la interpretación del color suele ser intuitiva: el rojo alerta, el azul orienta, el verde da paso. En las nuevas generaciones de conductores, este aprendizaje se integraría naturalmente en su educación vial.

Concienciación y cultura vial
Para que esta medida funcione, no basta con pintar las calles: los conductores deben saber qué significa cada color y por qué está ahí. Las campañas de sensibilización y la educación vial son claves para que la población asocie correctamente el color del asfalto con su función específica.
Costes elevados y mantenimiento
Uno de los principales retos es económico. Pintar el asfalto con materiales duraderos y de alta visibilidad no es barato. Además, requiere un mantenimiento periódico debido al desgaste por tráfico y condiciones meteorológicas. Esto supone una carga para los ayuntamientos, especialmente en municipios con presupuestos ajustados.
Homologación y criterios unificados
Para evitar confusiones, es necesario establecer criterios claros y homogéneos a nivel estatal. La DGT debería liderar una normativa que defina qué colores pueden usarse, con qué significado y en qué situaciones, para garantizar la coherencia en todas las comunidades autónomas.

¿El futuro de nuestras carreteras será más colorido?
El asfalto de colores representa un avance interesante en la forma de entender la seguridad vial. Aporta beneficios tanto visuales como prácticos, al mejorar la atención del conductor y reforzar la señalización tradicional.
Aunque aún se encuentra en fase de pruebas en España, su uso en otros países europeos muestra que tiene un gran potencial. En un contexto en el que las ciudades apuestan por ser más seguras y accesibles, esta técnica podría formar parte del paisaje urbano en los próximos años.