Una mañana se mostró idónea para citarnos con el bilbaíno Ignacio Corcuera, también conocido como Livingstone por su valía para rodar en todo terrenos por cualquier lugar del mundo, sin desorientarse ni terminar con el coche atascado o averiado. El motivo del encuentro era efectuar la prueba de su veterano Toyota Land Cruiser, para lo cual acudimos a una finca acondicionada al efecto, que incluía pendientes empinadas y terreno abrupto, además de un camino largo de tierra dentro de un extenso campo de hierba. Y por suerte, la lluvia había dejado la zona bien húmeda, para mayor dificultad a la hora de moverse sobre terrenos embarrados.
La unidad que íbamos a conducir es un Toyota Land Cruiser BJ40 fabricado en 1975 en la planta japonesa de Yoshiwara, que fue destinada a Francia e importó en 2019 un aficionado turolense, quien tras matricularlo con una placa convencional procedió a tramitar su documentación como vehículo histórico. Ya en octubre de 2021, se lo vendió a Ignacio Corcuera, que cuatro meses después partía con él rumbo a Arabia Saudita para participar junto a su copiloto Oskar Ordóñez y el equipo en el Rally Dakar de 2022.

Un todoterreno que ha recorrido solo 60.000 km desde 1975
Con alrededor de 60.000 km recorridos desde su estreno en 1975, este ejemplar se encontraba bastante entero e Ignacio encargó al taller Rhino Aventura 4x4 de Balmaseda que le instalaran unas ruedas nuevas y el kit australiano de elevación, formado por unas nuevas ballestas, amortiguadores, excéntricas y silentblocks.
Por otro lado, los asientos de origen dieron paso a dos baquets con arneses de seis puntos de anclaje, además de incorporar un tablero adicional de navegación. Dicho cuadro incluía el cortacorrientes exterior, el soporte para el Roadbook, el soporte para el GPS de la organización, el cuadro de interruptores de accesorios y el sistema Iritrack de emergencia. E igualmente, le colocaron unos faros de largo alcance y una rampa de luces led de emergencia, sin olvidarnos de múltiples accesorios vitales en un momento dado, tales como extintores, cortacinturones y redes de seguridad para las ventanillas, entre otros.
Una vez completada la instalación de las piezas suministradas por Plasma 4x4, más la puesta a punto realizada en Retromobile Erandio, este Toyota BJ40 recorrió en el Dakar los 4.240 km de los tramos especiales, más los 3.858 km de los tramos de enlace. Y consiguió terminar las doce etapas, aunque sufrió un vuelco lateral en el descenso de una duna; tuvo la suerte de ser ayudado por un camión a recuperar la posición horizontal para continuar el recorrido. Con todo y con ello, Ignacio y Óscar terminaron en el puesto 123º de la clasificación general.

Desde entonces, nuestro protagonista ha participado en el Spain Classic Raid de 2023, además de emplearse en los cursos de conducción 4x4 impartidos por Ignacio en el mismo entorno que vamos a realizar la sesión fotográfica. Mientras Unai Ona efectúa las primeras instantáneas con su cámara profesional, es fácil que nuestros ojos se fijen en la silueta frontal más alta que ancha, así como en el parabrisas de escasa altura, menguado en superficie por el adhesivo oficial del Dakar 2022 en la zona superior. También destaca el contorno metálico de la calandra con su tono blanco, que acoge unos faros circulares protegidos contra las proyecciones de piedras. Y más abajo, sobresale un paragolpes de acero sin el menor atisbo de diseño, que no consigue tapar los amortiguadores del eje rígido delantero, ni las ballestas, ni tampoco el puente anterior de transmisión.
Y al observar su lateral, se pone de manifiesto la escasa aerodinámica del modelo, con un parabrisas plano que casi cae en vertical, sendos retrovisores exteriores de tamaño generoso y unas formas rectas que dificultan el flujo suave del aire. En cambio, los pasos de ruedas cuentan con un volumen holgado, en tanto que ambos voladizos poseen unos ángulos de ataque y de salida ciertamente elevados, que evitan en buena medida los golpes al afrontar o al abandonar una cuesta pronunciada. En cuanto a la zaga, dispone de un portón superior y de dos portezuelas inferiores, que en origen dan acceso de modo independiente a dos asientos de dos plazas cada uno y dispuestos lateralmente. Dada su preparación para raids, esta unidad está desprovista de los asientos traseros y su lugar está ocupado por las dos ruedas de repuesto.
Levantamos a continuación el capó y tenemos a la vista la mecánica sin huecos libres, ya que el motor longitudinal y su voluminoso conjunto de admisión, sumados al radiador, el ventilador, el servofreno y la instalación eléctrica ocupan por completo dicho espacio. Una vez cerrado el capó, subimos al puesto de conducción y nos encontramos con un salpicadero metálico bastante sencillo, cuyo cuadro de instrumentación alberga un velocímetro graduado hasta 160 km/h, manómetro de aceite, aforador de combustible, termómetro del líquido refrigerante y amperímetro. Curiosamente, no tiene un cuentakilómetros parcial y seis conmutadores en el salpicadero se encargan de activar las luces, los limpiaparabrisas y lavaparabrisas, un segundo ventilador o la calefacción.

A bordo y aún en parado, causa una sensación extraña tener tecnologías del siglo XXI sobre un vehículo de 45 años, pero hay que abrocharse los arneses y el fuerte sonido al ralentí del rudo motor diésel hace que nos concentremos en lo que ocurre. El pedal del embrague tiene un accionamiento suave y la larga palanca del cambio sorprende al engranar la segunda marcha por su precisión de manejo. Y al instante comenzamos a rodar, sabiendo que la primera relación queda reservada para las pendientes más fuertes. En llano y campo a través, toca enseguida pasar a tercera, velocidad a la que seguimos el recorrido a 30 km/h de marcador y con la impresión de que el motor tiene una fuerza considerable a regímenes bajos, gracias a un par máximo de 20 mkg a sólo 2.200 vueltas.
En marcha con el Toyota Land Cruiser BJ40
Amortiguado por la funda, el tacto del volante resulta suave, por mucho que la dirección sea dura en parado. Ya en marcha se vuelve más liviana, pero manifiesta una imprecisión que obliga a volantear con cautela y a corregir los desvíos. En cuanto a los frenos, los cuatro tambores responden con energía ante la presión sobre el pedal. Por su parte, los dos ejes rígidos difícilmente pueden transmitir comodidad cuando rodamos sobre terrenos abruptos, donde responden con movimientos bruscos y sacudidas verticales. Sin embargo, el Land Cruiser avanza, con la única contrapartida de que nuestro esqueleto sufre las consecuencias.
Acto seguido, afrontamos un descenso pronunciado por una vereda de hierba y barro. Los arneses bien tensados presionan contra el pecho y el corazón sube en pulsaciones, pero el todo terreno baja recto sin perder tracción y a marcha calmada conseguimos llegar al llano. Tras un recorrido campo a través con una acusada inclinación lateral, enfilamos la subida de un repecho embarrado. Ignacio engrana la relación más corta y comenzamos a ascender la rampa con alguna pérdida ocasional de tracción, que a base de volanteo y gas logra superar y no tardamos en llegar a la cresta.

Desde luego, este veterano Toyota se ha portado en un medio tan irregular y resbaladizo mucho mejor de lo que imaginábamos, algo que también es achacable en buena medida a las manos de un conductor experimentado. Después, el camino llano y humedecido por la lluvia que nos lleva hasta la salida de la finca es bastante más cómodo, aunque la carretera posterior hasta la gasolinera y el lavadero nos hará comprobar que este todo terreno también se mueve con una sorprendente agilidad sobre el asfalto. Eso sí, sin el confort, equipamiento y prestaciones que caracterizan a sus descendientes de las décadas posteriores.
En resumen, este ejemplar nos ha demostrado la valía de un todo terreno a la antigua usanza. Sin empleo de la electrónica ni complicaciones técnicas, tanto su motor como su bastidor no sólo se concibieron para durar, sino que también son capaces de moverlo con eficacia sobre los terrenos más diversos, desde las arenas del desierto hasta el barro y la hierba dentro de una finca alavesa en pleno invierno.
Nuestra opinión: sin electrónica, ni complicaciones, un 4x4 a la antigua usanza
Bien conocidos y apreciados en el archipiélago canario, los Toyota BJ40 poseen una merecida fama por su solidez mecánica y por la facilidad con que se mueven en firmes de escasa adherencia, así como su capacidad para ascender en pendientes muy empinadas. Dadas estas cualidades, no es de extrañar que se utilice en raids, donde su ausencia de complicaciones técnicas facilita la llegada a la meta.

Ficha técnica Toyota BJ40 Land Cruiser (1975)
- COTIZACIÓN: 6.300 €-25.000 €
- MOTOR: 4 cilindros en línea, bloque y culata de fundición, 5 apoyos de cigüeñal y refrigeración líquida.
- POSICIÓN: delantera longitudinal.
- DIÁMETRO X CARRERA: 95 x 105 mm.
- CILINDRADA: 2.977 cc.
- COMPRESIÓN: 21:1.
- DISTRIBUCIÓN: árbol de levas lateral, mandado por cadena.
- ALIMENTACIÓN: Inyección indirecta diésel, con bomba rotativa Bosch tipo VE.
- POTENCIA: 85 CV a 3.600 rpm.
- TRANSMISIÓN: A las ruedas traseras, con tracción delantera conectable de modo manual.
- CAMBIO: manual, de 4 velocidades y reductora.
- BASTIDOR: De largueros y travesaños en escalera, de acero.
- SUSPENSIÓN DELANTERA: eje rígido guiado por ballestas semielípticas, con amortiguadores hidráulicos telescópicos.
- SUSPENSIÓN TRASERA: eje rígido guiado por ballestas semielípticas, con amortiguadores hidráulicos telescópicos.
- FRENOS: tambores, con circuito hidráulico y servofreno.
- DIRECCIÓN: De recirculación de bolas.
- RUEDAS: llantas de acero, en medida 7,5 x 15, y neumáticos 235/75 R 15.
- CARROCERÍA: Tipo hardtop de tres puertas, obra de Toyota.
- BATALLA: 2.285 mm.
- VÍAS DEL./TRAS.: 1,44/1,43 m.
- LARGO X ANCHO: 3,87 x 1,67 x 1,98 m.
- PESO EN ORDEN DE MARCHA: 1.675 kg.
- DEPÓSITO COMBUSTIBLE: 85 l.
- VELOCIDAD MÁXIMA: 125 km/h.
- CONSUMO MEDIO: 15,0 l/100 km.
- ÉPOCA DE PRODUCCIÓN: 1960-1984.