La última generación del Suzuki Swift, presentada a comienzos de 2017, estrenó una nueva plataforma más ligera, con un interior más amplio y un moderno equipamiento de seguridad, además de otros avances técnicos interesantes, entre los que cabe destacar una motorización de hibridación suave. Faltaba por llegar la versión más prestacional de la gama, el Suzuki Swift Sport, un utilitario lleno de carácter que siempre ha sido muy valorado por los conductores más deportivos. Su buen tacto y un logrado comportamiento han sido, y seguirán siendo, algunas de sus cualidades más apreciadas.
En esta ocasión, el cambio más importante del Suzuki Swift Sport tiene que ver con su motor, ahora turbo en lugar de atmosférico. Reduce su cilindrada, aunque sigue siendo de 4 cilindros, a diferencia del que probablemente sea su rival más directo, el Ford Fiesta 1.0 EcoBoost ST Line, que está impulsado por un tricilíndrico de 140 CV. En el deportivo utilitario nipón, se pasa de un propulsor 1.6, de 136 CV a 6.900 rpm y un par máximo de 160 Nm a 4.400 rpm, a un 1.4 turbo, con 230 Nm, disponibles entre 2.500 y 3.500 rpm, y una potencia de 140 CV a 5.500 rpm. Lógicamente, esto afecta a la conducción y a la personalidad del coche.
Suzuki Swift Sport: más rápido
Por una parte resulta más rápido, pues su empuje es mayor desde pocas vueltas. Ya no es necesario ir tan pendiente del cambio al buscar las máximas prestaciones, e incluso puedes abordar las curvas en una marcha más larga sin apenas perder respuesta mecánica. Por otro lado, el corte de inyección llega antes, a 6.250 vueltas —justo donde comienza la zona roja—, y se alcanza bastante rápido gracias a los ajustados desarrollos. Eso sí, el llamativo fondo rojo del cuentarrevoluciones, a juego con algunos toques de color del habitáculo, no ayuda a distinguir con claridad dicha zona, por lo que es necesario un cierto periodo de adaptación para que no nos sorprenda en los cambios de marcha, ya que el motor sigue empujando con fuerza incluso en la parte alta. Como resultado de girar a menos vueltas, el sonido del motor también resulta más contenido que antes, aunque, sin cobrar demasiado protagonismo, sigue estando perfectamente acorde con un coche de marcado espíritu deportivo.
El paso de 0 a 100 km/h lo realiza en 8,1 segundos (antes 8,7 s.), mientras que la velocidad máxima ha aumentado desde 195 hasta 210 km/h. Respecto al consumo medio homologado, pasa de 6,4 a 5,6 l/100 km comparado con el Suzuki Swift Sport de la anterior generación. En nuestro recorrido, la mitad compuesto por un tramo de autopista a velocidades moderadas, y la otra mitad, a ritmo ágil por las reviradas carreteras de la serranía de Ronda, la media marcada por el ordenador de viaje fue de 8,6 l/100 km.
Exteriormente el Suzuki Swift Sport se distingue por los parachoques y parrilla específicos, aditamentos aerodinámicos, llantas de aleación de 17 pulgadas y salidas de escape dobles integradas en el difusor posterior, que tiene un acabado que recuerda a la fibra de carbono. El nuevo Suzuki Swift Sport mantiene una contenida longitud de 3,89 metros, pero es 1,5 cm más bajo, con una distancia entre ejes 2 cm mayor, 4 cm adicionales de anchura de vías y una carrocería 4 cm más ancha. A pesar de ello, la ligereza sigue siendo uno de sus atributos principales. Según sus responsables, rebaja el peso en nada menos que 80 kg respecto a su antecesor —comparando carrocerías de 5 puertas, la única configuración disponible ahora—, situándose en 975 kg. También aumenta la rigidez estructural y la de algunos componentes de las suspensiones, dotadas, como antes, de amortiguadores Monroe.
Gran puesta a punto
La buena puesta a punto del bastidor es otra de sus virtudes. No recurre a neumáticos excesivamente anchos (195/45 R17) ni a tarados de suspensión demasiado firmes, de hecho sólo se nota algo seco al pasar sobre baches muy pronunciados. Y aun así, su estabilidad es muy elevada, digna de coches de mayor tamaño, pero sin dejar de lado una gran agilidad fruto de su gran equilibrio entre trenes. La entrada en curva da mucha confianza y el eje trasero, reactivo y dispuesto a responder ante cualquier provocación por nuestra parte, aporta eficacia redondeando los giros en caso necesario, siempre con progresividad.
El motor no tiene excesivo carácter turbo y su potencia, muy inmediata y más que suficiente para mover con gran soltura al ligero Swift Sport, se dosifica con mucha precisión. El tren delantero, ayudado por el eficaz control de tracción a la salida de las curvas más cerradas, consigue transmitir al suelo la potencia sin mayor dificultad, aunque dejando percibir, en algunos tramos, el resbaladizo asfalto de la zona en caso de que aceleremos sin piedad. En cualquier caso, las ayudas electrónicas no se muestran intrusivas y apenas interfieren con la conducción. Cambio, dirección y frenos también están muy bien calibrados y permiten un accionamiento preciso. Es, en definitiva, un coche con el que disfrutar al volante.
También te puede interesar:
Suzuki Swift 2017: prueba y precio del nuevo utilitario japonés
Suzuki Ignis 2017: probamos el SUV urbanita