Está claro que Volvo es una de las marcas que mejor lo está haciendo. Desde el punto de vista de la electrificación, su penetración en el mercado con sus coches puros eléctricos es realmente sorprendente. Pero no deja por ello de apostar por sus productos de combustión, siempre que estén bien electrificados para permitir etiquetas ECO y unos consumos y emisiones de CO2 lo más ajustadas posibles.
A muchos les entraron las dudas cuando el gigante chino Geely se hizo con los mandos de la firma sueca. Parecía que se perdería la esencia de una marca que en la industria de la automoción siempre ha tenido su propia personalidad y, entre los clientes europeos, una imagen intachable. Pero lejos de perder ese carácter, creo que incluso se ha reforzado en los últimos años, con productos cada vez más premium. Esta nueva generación del XC40 es un buen ejemplo de ello, que lejos de amilanarse frente a sus competidores naturales, siempre SUV compactos muy premium, se codea con ellos y, a mi entender, incluso los supera.

El acabado que ofrece este modelo de 4,4 metros me parece intachable. Hasta hace unos años este apartado de la terminación estaba en un primer nivel, pero con una austeridad típica de los suecos que no le permitía luchar con productos más germanófilos. El punto fuerte de un Volvo siempre ha sido la seguridad, tanto activa como pasiva, y en esa cualidad parecía que se rendían todas sus opciones en el mercado. Pero ahora todo es más complejo, y el mundo del marketing mira a muchos frentes. Y el tecnológico es el principal, lugar donde los productos procedentes de China tienen cierta ventaja. Por eso la combinación no ha podido ser mejor. Además de que la inyección económica procedente del país asiático ha permitido que los productos de Volvo se hayan desarrollado sin complejos, de manera que ahora me parece que son de lo mejor del mercado.
Alta calidad en el Volvo XC40
Pero centrémonos en el XC40 que nos ocupa en esta prueba. Solo echar un vistazo a su exterior ya demuestra que el ADN de Volvo se mantiene. La austeridad bien entendida que está muy lejos de las extravagancias de los productos chinos. Este es un Volvo y se reconoce desde lejos. El frontal con sus elementos de seguridad bien camuflados para detectar obstáculos impone, y la línea cuadrada deja bien claro que la funcionalidad es lo más importante. Una vez dentro no se puede encontrar un habitáculo más acogedor. La calidad de los materiales es de primer nivel y la combinación de colores es siempre discreta, aunque sea mezclando tonos claros y oscuros, una característica de los Volvo desde siempre.

Como los últimos modelos de la marca, el salpicadero está presidido en el centro con una pantalla en vertical desde donde se controla todo. Hay algunos mandos independientes fuera de ella, pero desde esa pantalla se puede controla gran parte de los menús del coche. Desde luego es incluso en el diseño de la pantalla un tanto austero. No se trata tanto de entretener (mucho menos a los pasajeros) como de informar. A mí me parece de un tamaño correcto, aunque hay que reconocer que con los últimos excesos de algunos modelos eléctricos, con pantallas más propias de una TV para casa, pues puede parecer que sea pequeña. Pero considero que es más que suficiente y que la instrumentación digital detrás del volante suma con más información.
Lo que más me gusta de este Volvo XC40 es la sensación de confort en su interior. Con solo cerrar la puerta ya percibes la calidad. El tacto de los materiales perfecto, como el de la palanca de cambios automática de cristal transparente de la marca Orrefors, proveedor de la Casa Real Sueca y que compite incluso con el prestigio de la firma Swarovsky, o el del sólido mando giratorio que sirve para arrancar el coche y que se encuentra en la consola central. Una consola con un hueco imponente para dejar objetos, algo que se agradece en un coche que pertenece a un segmento donde a veces se sacrifica los lugares para dejar objetos.
Es un coche ancho y desahogado, y en las plazas traseras el espacio para cabeza muy bueno, no tanto para las piernas. El maletero tiene una capacidad buena, con 452 litros reales, aunque es verdad que hay en la categoría algunos que tienen más volumen. Respecto a un BMW X2, por ejemplo, pues pierde en más de 50 litros, pero también es 10 cm más corto, y eso en un SUV compacto se agradece.

Conducción sosegada
La verdad es que el XC40 es bastante manejable y, pese a ser ancho, se aparca con facilidad. Tiene un diámetro de giro de poco más de 11 metros y su dirección muy suave, como en todos los Volvo. Esta característica no ayuda en una conducción dinámica, pero no es algo que se busque en un Volvo como éste. De hecho no hay posibilidad de elegir modos de conducción; ni siquiera hay levas para interferir en los cambios de marcha. Este cambio automático doble embrague de siete marchas lo hace solo y, por cierto, lo hace muy bien. Se complementa muy bien con el sistema híbrido del propulsor y eso permite que la conducción sea de lo más placentera.
El sistema de propulsión es un híbrido ligero con tecnología de 48V. El motor base es el motor de cuatro cilindros de gasolina de dos litros con turbocompresor variable y desactivación de cilindros, que se utiliza en todos los modelos y que produce 197 CV; 300 Nm están disponibles a partir de 1.500 rpm. También hay una transmisión de doble embrague de siete velocidades muy suave y un generador de arranque por correa. Con una potencia de 40 Nm, no sólo ayuda notablemente desde parado, sino que garantiza un desarrollo de potencia impecable y homogéneo en todo el rango de velocidades.

La verdad es que la suavidad es su mejor característica. Ya desde que lo arrancas percibes una tranquilidad, como la que se respira en un eléctrico puro. Giras el mando de la consola central y el sistema se pone en ready. Suele dejar unos metros para rodar en eléctrico, saliendo de los aparcamientos, por ejemplo, pero cuando el motor de combustión se pone en marcha, apenas lo notas. Es tan suave, vibra tan poco, es tan silencioso con la buena insonorización del habitáculo, que parece que no lleves motor debajo del enorme capó delantero. Se nota sobre todo que se trata de un 4 cilindros, en lugar de los 3 cilindros que llevan algunos de su competencia.
Chasis confortable y prestaciones justas
Se trata de un tracción delantera y los cambios son tan suaves que se mantiene esa tranquilidad circulando por todo tipo de vías. Ya en carretera a más alta velocidad compruebas que no hace falta más para mover un coche de este tamaño y peso. Con casi 1,7 toneladas no es un coche ligero, pero se desenvuelve muy bien. Los puertos de montaña y cargado de pasajeros y equipamiento no serían su fuerte, pero puede con todo ello. Las suspensiones son muy suaves, pero lo justo para filtrar absolutamente toda irregularidad de la carretera, pero sin dejar balancear en exceso. No es un coche de todas formas que chasis deportivo, ni lo pretende. Los Volvo nunca lo han sido y para eso tuvieron un día la marca Polestar, para hacer una submarca deportiva, aunque se quedó en un incipiente germen que al final se transformó en la firma eléctrica pura y de élite. Muy buena, por cierto.

Según nuestras pruebas de prestaciones y conducción, sus cifras son más bien modestas. Incluso pierde tiempo frente a sus registros oficiales. Acelera en 8,8 segundos en lugar de 7,6 segundos en el 0 a 100 km/h, por ejemplo. Y su velocidad punta de 180 km/h pues tampoco es para tirar cohetes. Pero sí qué es cierto que no lo echas de menos cuando estás a sus mandos. Sabes que estás en otro tipo de coche, más sobrio y austero.
Los alardes deportivos se quedan pues para otras marcas y modelos, porque en el segmento SUV compacto, Volvo pretende ser un coche redondo, que sirva para todo, pero siempre desde la élite. No es un coche para todos, porque su precio lo colocan entre las marcas premium, pero no desmerece nada entre ellos. Al contrario. Creo que tienen mucho en qué fijarse algunas marcas con ese aura de superioridad.
Y para finalizar pues alabar el buen trabajo realizado por el sistema híbrido ligero, que permite bajar los consumos, cómo no, ligeramente, valga la redundancia. Es un coche pesado y con un motor gasolina de 2 litros, por eso sus cifras de consumo no son bajas, pero con el sistema de microhibridación se puede decir que son más que razonables. Sobre todo cuando circulamos a baja velocidad, donde el sistema eléctrico ayuda bastante. En cuidad también se nota, y te demuestra que sin ese sistema los consumos se dispararían.

Nuestra opinión: alternativa de lujo
El XC40 B4 es un tapado en el segmento premium. Se trata de un SUV compacto sin debilidades; todo es perfecto, incluido su sistema microhíbrido y, sobre todo, un acabado premium de primer nivel. Lo que más me gusta es la sensación de tranquilidad y sosiego que se respira en su interior y se traspasa a su conducción. Eso sí, que nadie espere alardes deportivos.