Cada cual tendremos una visión del paraíso diferente; la mía era muy básica: sencillamente, apretarme un Gin Tonic viendo la puesta de sol en Café del Mar, Ibiza, mientras la brisa acaricia suavemente mi cuerpo. Desde ahora, lo representa conducir el Porsche 718 Spyder RS por las 365 curvas de la carretera GC-200, en las Islas Canarias. Mejor sin techo —aunque para quitarlo necesitarás casi el mismo tiempo que el coctelero del Macera Taller Bar en prepararme mi bebida espirituosa de cabecera— para mantener ese elemento de conexión paradisíaca, la brisa o el aire, elemento por cierto vital para que el 718 Spyder RS pueda trasladar al asfalto la perfección técnica con la que ha sido desarrollado, sea en términos aerodinámicos o mecánicos. Porque tampoco nos olvidemos, tras la espalda de los pasajeros ruge uno de los motores más emblemáticos de la marca, el MA275, el 4.0 Bóxer atmosférico del mismísimo 911 GT3, compartido a su vez con el Cayman GT4 RS.
¿Qué pinta el 718 Syper RS en la gama?
Quizás, la mejor definición de qué es exactamente este coche nos la da Andy Preuninger, jefe de la división de Porsche GT, quien admite abiertamente que no es el más rápido de los 718 desarrollados por la marca, sino el mejor coche descapotable homologado para circular por la calle. Menos crítico, igual de emocional a nivel mecánico, pero asequible para nuestros empastes "ochenteros" o nuestra dolorida espalda, e incluso dócil para manos no del todo experimentadas siempre que no falte algo de sentido común al volante.

Porque de lo que no cabe duda es que este 718 Spyder RS es un coche endiabladamente rápido. Aunque basado en el Spyder “a secas” —con solo 400 CV, aerodinámica y puesta a punto más conservadora—, en realidad el punto de referencia es el Cayman GT4 RS, uno de los Porsche más extremos, eficaces y divertidos del momento, pero con modificaciones para que el RS Spyder pueda ser más utilizable por carretera abierta.
El techo en sí es el elemento más característico y a la vez crítico de este coche, una suerte de toldo que requiere de enganches específicos en la zona posterior al ubicar las tomas de admisión del motor a sendos lados de los arcos antivuelco. Porsche recomienda no circular con él puesto a velocidades superiores a los 190 km/h. Es ciertamente un engorro quitarlo y guardarlo en su compartimento, ya que además corremos el riesgo de perder algún elemento o no ajustar debidamente alguna fijación. A diferencia de otros roadsters, eliminar el techo metálico supone también quitarse algún kilo de encima, y hasta 8 kilos adicionales si además lo sacamos del vehículo.
Muy ligero y un prodigio técnico con 500 CV de potencia
Así, el 718 Spyder RS firma solo 1.410 kilos, 40 kg menos que el 718 Spyder normal o incluso 5 kg menos que un Cayman GT4 RS. Como él, su eje delantero también deriva del 911 GT3 de la generación 991.2 con sus característicos muelles auxiliares en la columna MacPherson, pero la rigidez de la amortiguación es un 55% más suave respecto a su homólogo de carrocería cerrada, un 43% en el caso del eje trasero.

Es cierto que para ser el tipo de coche que es, la suspensión ofrece una calidad de rodadura envidiable, pero el cuerpo, al menos en mi caso, pide una amortiguación más retenida y firme incluso para circular con normalidad con el motor a punta de gas, algo que se consigue a golpe de botón gracias al chasis PASM con amortiguadores regulables. Aunque los elementos de unión al chasis se realizan mediante rígidas rótulas que aumentan la precisión de conducción y aportan una conexión más directa entre coche y conductor, el ajuste más deportivo me sigue pareciendo una verdadera delicia para conducir diariamente, siendo a su vez lo suficientemente firmes para pilotarlo entre curvas, toda una muestra de la altísima calidad de componentes que esconde este coche. La mayor suavidad de sus elementos elásticos también ha obligado a modificar la respuesta de la dirección respecto al GT4 RS, adoptando una respuesta más lineal aunque permite seguir teniendo una lectura perfectamente clara de los límites del tren delantero una vez que las Michelin Pilot Sport Cup 2 han alcanzado una temperatura óptima de trabajo.
Sobre el eje posterior, el 718 Spyder RS también cuenta con el Porsche Torque Vectoring que combina la actuación selectiva de los frenos con la del diferencial autoblocante, tarado al 30% en aceleración y al 37% en retención. La dinámica de conducción es, sencillamente, espectacular, ofreciendo el comportamiento típico de coche de motor central, muy neutro siempre que marquemos la trayectoria con tiralíneas, con cierta tendencia a que el morro arrastre si pretendemos abrir gas en curva antes de tiempo, y como es lógico, crítico ante errores de conducción, si pretendemos conducirlo muy por encima de nuestras habilidades o buscamos sacar de quicio al eje al trasero.

Eso sí, nuevamente, los Sport Cup 2 pueden ser el origen de algún repentino susto al circular sobre la pintura húmeda del asfalto o traspasar límites de carril. Afortunadamente, Porsche tiene el mejor control de estabilidad, con modos que permiten disfrutar de fuertes emociones incluso con él activo, pero siempre alerta. Quizás lo más exquisito de este coche es la naturalidad con la que fluye sobre el asfalto, ajeno a inercias, con una precisión de tiralíneas pero, a su vez, con una agilidad incluso propia del 911 GT3, o incluso superior pese a tener 25 mm más de distancia entre ejes, consiguiendo jornadas de diversión entre curvas con mínima exigencia física… salvo que estemos dispuestos a exprimir los 500 CV de su motor atmosférico y se empiece a acumular demasiado trabajo de verdad, algo que sólo sería recomendable hacer, obviamente, en pista cerrada.
Gran cambio PDK de 7 marchas con desarrollo corto
Solo hay una transmisión posible, la PDK de siete marchas con desarrollo corto, y por más vueltas que le queramos dar, la explicación es fácil: no hay una manual en la saga 718 que aguante el envite de este motor. La combinación es idílica… por cómo suena el propulsor, con tomas de admisión y escape de acero modificados respecto al GT3, por lo rápido que actúa el cambio, por la efectividad de los frenos. El cambio interpreta perfectamente nuestras intenciones en modo automático, lo borda en modo Sport incluso en modo “pilotaje”, aunque deja vía libre para que el conductor decida qué hacer en cada momento a través de las levas. El pedal de freno es muy firme, pero es casi imposible agotar sus posibilidades en carretera abierta.

Sí te reconozco que, acostumbrados al poderío de motores turboalimentados, algunos de los mejores del mundo, por cierto, de la propia marca, la respuesta de este motor atmosférico puede desilusionar si bajamos la guardia y somos demasiado conservadores, pero es solo cuestión de bajar una o dos marchas para que el 6 cilindros bóxer de 4.0 litros desate la furia y nos lleve con estiradas de hasta 9.000 rpm a disfrutar de auténticas sensaciones de carreras por empuje, tacto y sonido. Lo queramos o no, al menos hasta ahora, todo lo que nos se llame 911 tiene un comienzo y un fin, y el de los 718 está a la vuelta de la esquina. En realidad, ha llegado ya a los Cayman y Boxster que no son RS —a estos se les consideran unidades limitadas— por requisitos en protección de peatones y seguridad cibernética impuesto por la Unión Europa, aunque los RS tienen también los días contados porque Porsche ya ha anunciado que lo convertirá en un deportivo eléctrico. En fin, me vuelvo a Ibiza.... Camarero, ¡un Gin Tonic, por favor!
Nuestra opinión: Cabrio trampantojo
Tardas en abrirlo, tardas en cerrarlo, puede liarla al montar su techo de lona sin ayuda y estás supeditado a no superar cierta velocidad cuando lo llevas puesto, pero está claro que este es un segundo o tercer coche que guardarás en el garaje descubierto, pero tapado con sábana de seda esperando que salga un día primaveral. Motor y chasis son una verdadera pasada, el primero por sus deslumbrante equilibrio entre efectividad, neutralidad, más que razonable comodidad e incluso facilidad para ir más que rápido sin mucho estrés, aunque sólo los expertos podrán saborear sus límites; el segundo, porque es de lo más parecido a llevar conducir un propulsor de competición, en la calle.