Peugeot 308 GT 2.0 BlueHDI-180 vs Seat León FR 2.0 TDI-184, GTI Diesel

Las siglas GT y FR definen las versiones más deportivas de 308 y León alimentadas por gasóleo. Dos rodadores de fondo con excelente equilibrio entre deportividad y economía.

Miguel García-Vidal mgarcia-vidal@mpib.es Fotos: I. Gardyn

Peugeot 308 GT 2.0 BlueHDI-180 vs Seat León FR 2.0 TDI-184, GTI Diesel
Peugeot 308 GT 2.0 BlueHDI-180 vs Seat León FR 2.0 TDI-184, GTI Diesel

Las siglas GT, de Gran Turismo, y FR, de Fórmula Racing, definen a los Peugeot 308 y Seat León con espíritu deportivo pero sin pasar por alto que también han de aportar gran confort en el uso del día a día. Son, en suma, coches muy equilibrados, que por encima, ya con un planteamiento más radical, contemplan las versiones GTI y Cupra, a diferencia de éstos sólo con motor de gasolina y no con la posibilidad de elegir también en Diesel.

El Peugeot 308 GT lo podemos encontrar con un motor 1.6 THP de gasolina con 205 CV, asociado a un cambio manual de 6 velocidades, y con el 2.0 BlueHDI de 180 CV en Diesel, que sólo se combina con un cambio automático por convertidor de par, también con 6 velocidades, denominado EAT6. Ambos tanto con la carrocería probada de cinco puertas como con la familiar.

Exteriormente el Peugeot 308 GT se distingue por sus llantas de 18”, su amortiguación deportiva rebajada en 10 mm, sus faros de led, las carcasas de los retrovisores lacadas en negro, los faldones laterales, el difusor trasero y los escapes. En su habitáculo unos pespuntes de la tapicería en rojo y los pedales de aluminio ponen la nota de color.

La gama FR del Seat León resulta mucho más completa, con los 1.4 TSI de 125 y 150 CV y 1.8 TSi de 180 CV en gasolina y el 2.0 TDI, con 150 o 184 CV, en Diesel. Con la ventaja de poder elegir en todos, salvo en el de 125 CV, entre la caja de cambios manual o la automática de doble embrague pilotado DSG, con 7 marchas para los gasolina y 6 en los Diesel.

Su imagen por fuera también aporta rasgos distintivos, con llantas de 17”, paragolpes diferenciados, rejilla, amortiguación deportiva, pilotos led, tubo de escape cromado de doble salida y los logotipos FR en parrilla y portón entre otros detalles. En su interior encontramos umbrales de las puertas delanteras con embellecedores con el logotipo FR, asientos deportivos y un volante con su zona inferior achatada.

308 GT y León FR, la modernidad contra lo tradicional

Nada más subir al habitáculo encontramos grandes diferencias entre los dos contendientes. El del Peugeot 308 GT, con su i-cockpit, presenta un original volante de pequeñísimo diámetro con un plano de salpicadero muy bajo. La idea es que el conductor vea la instrumentación por encima del aro, pero en la práctica, es fácil que éste la tape parcialmente. Desde Peugeot, siempre nos enfatizan que hay que acostumbrarse a una posición de volante más baja, pero a mí personalmente no me convence. A otros sí. Cuestión de gustos, pero obliga a aclimatarse. Por lo demás muy buena ergonomía. Pero la del Seat León FR, con todo su clasicismo, es mejor. Recoge nuestro cuerpo como un guante, no obliga a hacer esfuerzos y en pocos segundos, con sus amplias posibilidades de regulación, nos sentimos plenamente identificados.

Por su cosmética, el Peugeot 308 GT puede parecer más deportivo, pero basta recorrer unos pocos metros para corroborar que no es así. Su motor HDI se siente más refinado, suave y progresivo en su respuesta, con una rumorosidad más atenuada; aunque basta pulsar el botón sport de la consola central para que éste se transforme en un gran rugido al acelerar al tiempo que el color de la instrumentación pasa a rojo intenso, encontramos una respuesta más rápida en el acelerador y la dirección se endurece ligeramente. Lo mismo, salvo por el cambio de ruido, sucede con el botón «Drive Profile» del Seat León FR; aunque en este caso permite escoger entre cuatro modos distintos de uso: Normal, Sport, Eco y, el personalizable, Individual. Además, si nos decantamos por la opción de la amortiguación adaptativa DCC (690 €) —que equipa nuestra unidad de pruebas— también desde aquí podemos variar su comportamiento.

Pero no nos desviemos de los propulsores y continuemos con el TDI. Un motor que muestra más nervio, estira más —a 4.500 rpm aún tiene 165 CV— y con una sensación de empuje superior. Pero no sólo son sensaciones, basta un simple vistazo a las cifras de prestaciones obtenidas por nuestro Centro Técnico para observar que recupera con más facilidad, pero sobre todo que acelera mucho más rápido.

Es cierto que el Peugeot 308 GT está condicionado por su cambio automático, pero si la unidad de nuestro Seat León FR contase con el cambio automático DSG las cifras no variarían en demasía. Y ya que estamos con las transmisiones, en ambos casos convencen, aunque de diferente forma. La del 308 por su suavidad y confort, pero sin suficiente rapidez cuando tratamos de exprimir todas las posibilidades de su motor. Para ello es mejor el cambio manual del León, rápido y preciso, con buen guiado, aunque por pedir nos gustaría que tuviese recorridos de palanca algo más cortos.

Peugeot 308 GT y Seat León FR, con gran disfrute a sus mandos

Sobre la carretera ambos exhiben una ejemplar calidad de rodadura, aunque la pisada del Seat León FR se siente algo más sólida. Su conductor pronto se percata de que tiene una puesta a punto más deportiva, con un tren delantero más preciso a la hora de dibujar la trazada mientras el trasero ayuda a redondear los virajes cerrados cuando hemos sido optimistas con la velocidad al entrar en la curva. Y siempre con una actitud neutra, que no conlleva a pensar que la cosa acabe en sobreviraje. Con ello, el disfrute de la conducción está asegurado, sobre todo con la amortiguación adaptativa DCC en modo Sport, donde se siente considerablemente más firme, pero sin menoscabo del confort y, en cualquier caso, con una gran calidad de bacheo. ¡Qué bien domina Seat este apartado!

El carácter del Peugeot 308 GT es netamente subvirador, con un tren trasero muy sujeto, lo que facilita ir rápido a conductores no muy expertos, con la seguridad de que no habrá desmanes inesperados pero que le acaba por restar agilidad. Su dirección responde sin tacha, pero el volante tan pequeño, que en ciudad es un gran aliado para maniobrar —también en circuito—, en carreteras muy reviradas, al límite, no permite afinar tanto la trazada. Sobre todo si, como fue el caso en nuestro recorrido de pruebas, te bajas del Seat León FR con su precisa dirección, que también envía muy buena información al conductor de todo lo que sucede entre las ruedas y el asfalto, y seguidamente te subes al Peugeot 308 GT.

Pero no sólo de deportividad y confort viven estos dos equilibrados compactos, con sus mecánicas Diesel también tienen gran importancia su economía de uso y adquisición. Por consumos, la diferencia es pequeña, con una décima menos para el Peugeot 308 GT en ciudad y, algo más importante, con 0,2 para el Seat León FR en carretera, que es donde siempre se cubre mayor número de kilómetros. En precio, si equipamos al Seat León FR con el cambio automático, quedan nuevamente en tablas, si bien el Peugeot 308 GT cuenta con una dotación en su equipo de serie mucho más completa.

¿Peugeot 308 GT y Seat León FR, quién gana?

Prácticamente empatan a los puntos. Pero la realidad es que el ganador es uno para cada tipo de cliente. Si te gusta conducir, sentirte parte del coche en una conducción deportiva, pero no renuncias a un buen agrado de uso, el Seat León FR es tu coche. Si por el contrario buscas un compacto muy rápido pero con un alto refinamiento, que te lo ponga fácil en cualquier circunstancia, el Peugeot 308 GT es el que debes elegir. Pero no son las únicas opciones en su segmento, con rivales de la talla del Alfa Romeo Giulietta 2.0 JTDm 175 TCT; aunque con prestaciones ligeramente inferiores; el Ford Focus ST 2.0 TDCI-185, que se sitúa como uno de los compactos con bastidor de respuesta más deportiva, aunque en nuestro banco de rodillos no haya alcanzado la potencia declarada, o el Volkswagen Golf GTD, el coche al que todos tratan de destronar y que comparte genes con el Seat León FR.

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