Con la llegada de la nueva generación del Ford Kuga, la oferta de SUV compactos y medios con tecnología plug-in suma una decena de modelos, de los cuales, cuatro de ellos los aporta PSA -C5 Aircross, DS 7, 3008 y este Grandland X objeto de nuestra prueba-. Modelos, sin duda, con bastantes parecidos razonables al compartir la misma arquitectura híbrida desarrollada recientemente por el grupo, desdoblada además en versiones de tracción delantera y 224 CV o total y 300 CV, ésta última la protagonista en esta prueba.
Ocho variantes en total dentro de la misma matriz -no todas están disponibles en este momento- combinadas con diferentes niveles de precio, diseños, equipamiento y estilos, y donde Opel juega un papel estratégico al posicionarse en el justo término medio, pero sabiendo sacar el mismo buen partido de su tecnología que el más exótico y lujoso de todos ellos: el DS 7 Crossback E-Tense, con una horquilla de precios de entre 51.050 y 54.800 euros frente a los algo más de 47.000 euros de la versión única disponible en el Grandland X Hybrid4. Es, sin duda, un coche caro, pero con una puesta en escena, rendimiento y agrado de uso verdaderamente espectacular.
PRESTACIONES | Opel Grandland X Hybrid 4 300 CV |
Acel. 0-100 km/h | 5,5 s |
Acel. 0-400 metros | 13,7 s |
Sonoridad 100 km/h | 65 dBA |
Sonoridad 130 km/h | 67 dBA |
Frenada desde 100 km/h | 36,1 m |
Opel Grandland X Hybrid4: dos en uno
No ya por su combinación de motores, sino por su funcionamiento, hay dos Grandland X Hybrid4 en un mismo coche. Uno, amigable, híper refinado y agradable como pocos sea cual sea la fuente de energía que esté utilizando en cada momento; otro, explosivo, vigoroso y reactivo por su impresionante capacidad prestacional. Y ambos tienen un punto de encuentro que no es otro que un más que óptimo aprovechamiento energético. No querría entrar en mucho detalle técnico, pero cada primer kilómetro cubierto con él descubres el buen trabajo y cuidado que hay en su parte mecánica y software -esto último, casi lo más importante para que un coche de este tipo acabe funcionando y lo sientas verdaderamente como un único bloque, y no como tres conjuntos independientes-, desde el tacto de frenos hasta la transición y conexión de sus diferentes motores cuando todos ellos suman fuerzas, hasta la gestión de la frenada regenerativa.
Salvo el envoltorio, poco o nada que envidiar a coches como un Audi Q5 TFSie, uno de los últimos modelos Premium que han pasado por aquí con la misma tecnología, y modelo al que, por cierto, se le notan más los kilos en comparación a versiones de combustión de su gama que a este Grandland X Hybrid4. Una muy buena base mecánica que en ningún momento nos dado la sensación de sentir el estrés de gobernar tres enérgicas centenas de caballos, sino todo lo contrario. Eso sí, hay cifras que no encajan en este puzzle. Por ejemplo, la autonomía eléctrica conseguida está muy lejos de la cifra prometida, estimada en casi 60 km. Y es que, aún sumando mucha suavidad y anticipación en la conducción, resulta difícil superar los 30/35 km en ciudad, gastando entre 19 y 23 kWh cada 100 km de promedio, eso sí, en absoluto silencio y cuidado entre algodones gracias a la también excelente calidad de amortiguación que aporta este soberbio SUV.
CONSUMOS | Opel Grandland X Hybrid 4 300 CV |
Consumo ECO | 6,4 l/100 km |
Consumo deportivo | 11,1 l/100 km |
Consumo medio | 8,4 l/100 km |
Ayudado por el modo de máxima retención y efecto regenerativo -con un "freno motor" equivalente a 1,3 m/s2- nos puede llegar a aportar hasta un 10% más de autonomía eléctrica y permitirnos conducir prácticamente sólo con el pedal del acelerador, modulando su presión hasta, incluso, lograr que el coche se detenga por completo. No hemos encontrado situaciones en las que la tracción total sea decisiva, aunque Opel afirma que el posterior asume mayor capacidad de recuperación de energía. Pero sí hemos probado esta arquitectura en un DS 7 Crossback E-Tense por terreno donde no me hubiera imaginado que avanzaría con la soltura que lo hizo, aunque no sabría decirte si la diferencia en el tamaño de ruedas podría ser decisivo -rodé con unidades con el equipo opcional de 20"-: Opel emplea un peculiar equipo de 19" pero sólo con 205 mm de sección, neumático, por cierto, que ofrece una excelente lectura de sus límites. Pero ese motor trasero aporta mucho vigor a esta versión, siendo su participación aún más decisiva si seleccionamos el modo de conducción deportivo.
Opel Grandland X Hybrid4: un OPC con consumos de diésel
El modo híbrido elige en cada momento la mejor combinación de fuentes de energía y, a mi modo de ver, lo ejecuta perfectamente. No hay tirones y sí mucha suavidad cuando el motor de gasolina cobra protagonismo y asume parte de la caballería que queremos poner en juego. Sus aceleraciones son verdaderamente alucinantes, pero esa sensación de ganar fácilmente velocidad es también constante incluso a velocidades medias, altas o muy altas. En modo híbrido, la transmisión también te devuelve la función secuencial del cambio con la que podrás "jugar" con sus ocho marchas, la última de rodador para proporcionar unos consumos también espectaculares. Pero su verdadera razón de ser bien podría estar en esos trayectos cortos de diario en los que o no llegas a apurar las baterías, con lo cual el trayecto te cuesta menos que un café, o acabas necesitando ese último empujón a costa de gasolina. En recorridos de unos 50 km hemos logrado un mix final de consumo medio de 2,1 l/100 km y 21,5 kWh/100 km de gasto de energía, un coste de uso, también, extraordinario.