Ingenieros, aerodinamistas, equipos de diseño…sus ingenios y esfuerzos son los que han permitido al mundo del automóvil llegar donde está hoy, con un punto de partida que se remonta, como en el caso de Opel, a más de un siglo.
La marca germana, hoy integrada en el Grupo PSA comenzó su historia como fabricante hace 120 años, un tiempo en el que ha alcanzado hitos técnicos hoy naturalizados, que en su momento pusieron a Opel entre los grandes de la industria.
El Opel Patent Motorwagen, el primer coche de Opel, fue lanzado a finales del S XIX, pero pronto el público demandó más potencia que los 4 CV del motor original, de un único cilindro. La respuesta, vista con las cifras de hoy puede parecer incluso ingenua, pero los 12 CV de aquel motor de dos cilindros, simple, robusto y fiable le permitía alcanzar los 45 km/h: una velocidad vertiginosa para la época que hizo del Patent Motorwagen un logro.
Tres décadas después, en la feria comercial de Berlín, Opel presentó la suspensión síncrona permitió mejorar el confort de bacheo aislando esos pequeños, o no tan pequeños, impactos del interior del vehículo. Las ruedas delanteras pasaban a independizarse del eje, con un sistema de muelles horizontales, con amortiguadores hidráulicos en el interior de la carcasa del muelle.
La reinvención de Opel tras la Segunda Guerra Mundial
La 2ª Guerra Mundial y sus consecuencias paralizaron la industria automovilística. Pero también terminó, y tras sus brutales consecuencias, la automoción se reinterpretó tanto en variedad como en tecnología. Uno de los elementos brillantes fue la introducción del refinado motor de seis cilindros en línea que montarían las berlinas KAD de Opel —Kapitän, Admiral y Diplomat—, reinterpretaciones de los modelos estilísticos de General Motors. Posteriormente, ese motor se utilizaría también en el coupé Monza ampliada su cilindrada hasta los 3 litros. Aquel se convertiría en el modelo más rápido de Opel al ser capaz de alcanzar los 215 km/h.
El Opel Diplomat, fabricado entre 1964 y 1977 fue una berlina de lujo que entre otras cosas introdujo una solución presente aún hoy en algunos modelos de Opel como es el eje de Dion, en aquel caso una solución que salvaba el diferencial —se unía al bastidor, formando parte de las masas suspendidas, a diferencia de un eje rígido convencional de un propulsión trasera, que forman parte de las masas no suspendidas—.
El Diplomat coincidió temporalmente con el Opel Kadett original, la respuesta de Opel en 1975 al Volkswagen Golf, presentado un año antes. Ponía la vista en un conductor joven, con ambiciones más deportivos, que tenían respuesta en los 105 CV de la propuesta original. Era capaz de rozar los 10 s en el 0-100 (10,2) y podía alcanzar los 184 km/h.
Opel ante el cambio de milenio
Los coupés han sido parte de la historia de Opel en las últimas décadas. Reinterpretando la base de sus berlinas, consiguieron modelos tan sugerentes como el Opel Manta, basado en el Ascona, con el que llegaron a competir en certámenes internacionales de rallyes, o el Calibra, que en 1989 se convirtió en el referente en cuanto a aerodinámica, con un Cx de 0,26 en sus versiones Turbo 4x4.
Con el nuevo milenio, Opel apostó por la popularización de la tecnología, trasladando a categorías inferiores elementos hasta el momento reservados a categorías superiores. Uno de ellos fue el chasis FlexRide aparecido en 2008 en el Insignia y llevado poco tiempo después al Opel Astra, suponiendo un avance en un coche compacto. Este avance facilita al conductor poder ajustar la dinámica de conducción dependiendo de sus preferencias. El Insignia GSI fue también el encargado de estrenar el sistema de tracción integral Twinster por el que el diferencial del eje trasero queda sustituido por dos embragues que pueden modificar individualmente y prácticamente en tiempo real el par enviado a cada una de las ruedas. Se facilita así la aceleración o frenado selectivo de cada una de ellas.