Ni el icónico todo terreno de finales del siglo pasado con motor de gasolina, ni el mucho más reciente SUV grande híbrido enchufable. Lo que va a ser el Explorer a partir de ahora es el pionero en la transición de Ford hacia la electricidad made in Europe. Y lo hace abriendo camino en la categoría más popular entre el público: esto es, la de los SUV compactos, en la que se encuentra por derecho propio con su carrocería de 4,5 metros y una concepción de coche de asfalto por encima de cualquier consideración de aspecto (de hecho, sus 14 cm de altura libre al suelo a plena carga lo definen como poco más que un turismo y aconsejan huir de cualquier cosa que no sean asfalto o caminos en buen estado incluso si se hubiese optado por montar los neumáticos cuatro estaciones de motricidad extendida que ofrece el catálogo opcional).
A diferencia de los anteriores Explorer, genuinamente Born in the USA, este nuevo proyecto fue diseñado y desarrollado en Europa, a partir de una base técnica tan conocida y popular como la plataforma MEB del grupo Volkswagen y se fabrica en Colonia, Alemania, muy cerca de donde se generó y estrena diseño y soluciones integradas que debemos encontrar en el próximo futuro en otros modelos de la firma del óvalo.

El estilo del nuevo Ford Explorer
Geométrico. Cúbico. De potentes líneas rectas, esculpidas, en el lenguaje del diseño. Son definiciones de un estilo poderoso, con impresión de rotundidad que se transmite a un interior en el que también aparecen las grandes superficies rectas, en un ejercicio de limpieza visual practicado hasta sus últimas consecuencias, hasta los elementos de interacción entre conductor y vehículo. Todos van a darse desde la pantalla central de 14,6”, lo que a más de uno le parecerá excesivo y bien pudiera preferir mandos específicos para algunas funciones.
El espacio interior del Explorer es generoso, con el suelo plano, lo que reduce la incomodidad de los pasajeros traseros si fuesen a ir tres en ellos, aunque como es habitual en ese caso o la anchura tampoco es la que querrían unos recios jugadores de balonmano, aunque sí suficiente para niños. Su complemento son un maletero de buena impresión por sus formas regulares y 465 litros anunciados medidos hasta el final de los asientos y prácticos huecos en el habitáculo como la mega consola central, con portabotellas removible y 17 l de capacidad, suficientes para cuatro botellas de 1,5 l o alojar un ordenador portátil de hasta 15”.

La instrumentación es suficiente, con una pequeña pantalla delantera que muestra la información necesaria para la conducción, incluidos datos de consumo, autonomía o navegación y puede complementarse con Head Up Display. Es fácilmente visible a través del volante y, afortunadamente, no sigue el camino de la concentración total en la pantalla multifunción de los elementos de regulación de vida a bordo como movimiento de los asientos, espejos, etc, aunque el camino creado por Tesla con su omnipresente pantalla central sigue ganando fieles.
El Ford Explorer, sus baterías y variantes
Ya a la venta, hay dos variantes diferentes de Ford Explorer, con dos y cuatro ruedas motrices, la primera de los cuales cuenta con una batería de 77 kWh útiles, un motor que acciona las ruedas traseras de 264 kW y anunincia una autonomía máxima de 602 km con consumos homologados desde 13,9 kWh/100 km y uno más potente, con una batería de 79 kWh, un motor moviendo cada eje, 340 CV y 566 km que mejora las cifras de aceleración en 1,1 hasta los 5,3 segundos y anuncia consumos desde 15,6 kWh/100 km. Ambos comparten tecnología de las baterías, fabricadas por CATL, de iones de litio y cátodo NMC, pero diferencias en su química interna, elementos de refrigeración y lógica interna diferencian su capacidad de carga rápida, situada en 135 y 185 kW respectivamente, lo que le llevaría a u mejor resultado de 26 minutos para pasar del 10 al 80% de carga.
Son cifras que al lector ávido le pueden parecer conocidas. Tiene su explicación. Y es que Ford suscribió hace años un acuerdo con Volkswagen para utilizar la plataforma eléctrica MEB. De ahí que a pesar de todos los elementos comunes que, tras un contundente proceso de personalización e introducción del ADN Ford, parezca bajo casi todos los parámetros algo muy diferente, tanto en su presentación como en su conducción y sólo algunos elementos como los iconos maestros de la pantalla central o los tambores de freno traseros nos pongan sobre la pista. Y es que volante, mandos principales e incluso los mandos de intermitentes, limpia y selector del cambio presentan un aspecto diferente.

También en Ford han trabajado la conducción, de nuevo con los cuatro modos habituales (Eco, Confort, Sport y uno en el que regulas firmeza de la dirección, entrega de fuerza del motor, accionamiento de climatización y control de velocidad de crucero activo, etc), pero con una puesta a punto diferente. Así, el Explorer no solo es un coche muy bien aislado de los elementos de rodadura, sino que también muestra precisión y notable facilidad para la entrada en curva; es pues uno de esos coches que al conducirlo aparenta ser más pequeño de lo que en realidad es. Gusta el tacto de su pedal de freno y una dirección bastante precisa en todo momento, si bien el peso como sucede en el resto de eléctricos va a suponer un hándicap cuando nos entusiasmemos en zonas de curvas. Eso sí, en esos casos vamos a ver cómo este SUV de 4,51 m no va a resultar especialmente frugal en su consumo de energía, como tampoco lo es en autopista y nos muestra un gasto algo superior a la media. Poco preocupante en cualquier caso.
El precio y rivales del Ford Explorer
Su precio empieza en los 51.765 euros del 286 CV en acabado Explorer y se va a los 61.775 euros del Explorer AWD con acabado Premium (3.000 euros más caro que la versión Explorer). Y si te preguntas por la diferencia de precio entre versiones, esta es de 7.000 € a cambio de los cuales tienes más potencia, una batería ligeramente más grande y recargable por corriente continua más deprisa. Ambos se ven beneficiados por una campaña de descuento por encima de los 5.000 euros y el de propulsión puede mejorarse con otras ayudas como las gubernamentales, lo que le situaría por debajo de la barrera de los 40.000 €, haciéndolo enormemente competivo frente a sus alternativas.
Éstas pueden ser de lo más variadas en base a tamaño de batería, dimensiones o potencias, si bien durante la conferencia de prensa en Ford aludían a que ninguna propuesta es realmente idéntica a lo que proponen con el Explorer. ¿Cierto? El mercado les dará o quitará razones y, en cualquier caso, este SUV sólo es el principio de lo que Ford tiene preparado en su camino de su transformación en una marca plenamente eléctrica.