Un Toyota Auris Hybrid como representante de la tecnología híbrida, un Peugeot 308 1.2 PureTech como abanderado de las nuevas tendencias en gasolina, y un Ford Focus 1.5 TDCi como ejemplo de buen Diesel. Tres coches con un elevado peso específico en ventas en la categoría con la mejor relación entre valor, producto y tecnología de todo el mercado. Los tres, con una elevada carga en seguridad activa y pasiva, con un comportamiento y rodar diferenciado apenas por matices, con posibilidades de equipamiento muy parecido, capacidad interior muy similar y hasta con precios de adquisición semejantes a igualdad de equipamiento. Así que, dejando al margen las preferencias de marca, hoy día no creo que haya un elemento más diferenciador que el factor motor entre coches que compiten de igual a igual en la misma categoría. Y como ves, aquí nos hemos ido a los tres extremos.
Tres diferentes caminos que tienen como objetivo idéntico punto de encuentro: rendimiento, fiabilidad, tacto, agrado mecánico, prestaciones y, cómo no, coste real de utilización. Sigue pisando fuerte el Diesel aunque en el reparto de ventas por tipo de combustible ya ha habido un punto de inflexión. Y no es que la gasolina resurja de sus cenizas, pero técnicamente parece que se han sabido mover más y mejor que el Diesel. El motor 1.2 PureTech de PSA que monta en este caso el Peugeot 308 es uno de los mejores representantes de esta evolución natural llevada a cabo mediante motores miniaturizados en continente pero con máximo contenido técnico, capaces de demostrar que menos, a veces, puede ser más. Y si hablar de híbrido implica, casi como un acto reflejo, pensar en Toyota, resulta curioso ver sus esperanzas de crecimiento de ventas en nuestro mercado en segmentos en los que ellos mismos han puestos sus propias piedras en el camino: hoy el Auris, por ejemplo, tiene ya en su haber uno de esos motores de gasolina de última generación, el 120T —con una excepcional puesta en escena y rendimiento, por cierto, y un gran precio de compra—; y el mero hecho de recurrir a BMW como proveedor de motores Diesel creo que es, por sí sólo, una tentación para el cliente. Juegan, eso sí, con la definición de gama —por ejemplo, sólo los Toyota RAV 4 Hybrid recién actualizados tendrán tracción total—, y cómo no, con los beneficios y rendimiento real de la propia tecnología híbrida para que, por sí sola, sea una tecnología ganadora.
El concepto sigue siendo el mismo, pero cómo ha cambiado el Toyota Auris Hybrid. El coche —algo extensible a toda la gama— es infinitamente más cómodo, más preciso y tiene mejor tacto de conducción. En la parte mecánica tiene ahora más y mejor protagonismo el motor eléctrico y el cambio automático tiene una gestión más natural, pero sin llegar a resultar todo lo agradable que esperas de un cambio automático —no olvides analizar el precio de compra del producto en relación a sus rivales—. Su escenario natural es la ciudad, y no sólo por su imbatible economía de consumo, también por suavidad de marcha y calidad mecánica. El Toyota Auris Hybrid aporta un refinamiento de marcha tal que tanto el untoso 1.5 TDCi que usa el Ford Focus como el híper elástico y ágil 1.2 PureTech del Peugeot 308—o como los mismísimos Auris 120T y 115d de su propia gama— parecen propulsores de tiempos pretéritos. Te recuerdo que su estrategia no es su autonomía en modo eléctrico a baja velocidad, sino la suma de muchos pequeños recorridos con el motor de gasolina en modo "latente". Así que, para desplazamientos urbanos, este Toyota Auris Hybrid arrasa a los otros motores de la gama, a sus dos rivales o incluso a modelos urbanos con menos potencia, peso y tamaño, y eso creo que también lo ha dejado claro el taxista de ciudades como Madrid.
Pero toca explorar nuevos escenarios, los habituales de nuestros recorridos. Salir a carretera supone encontrarnos ya con un Peugeot 308 rapidísimo al que ninguno de los otros dos coches podría seguir, y donde esos matices de chasis que antes te comentaba también marcan ya alguna que otra diferencia: más directo, más reactivo, más firme de suspensión, más divertido, aunque nada tiene que envidiar el Ford Focus. Qué pegada tiene este pequeño gran motor de tres cilindros aunque, hasta que algún otro pueda demostrarlo —el 1.0 TSi de VW tiene todas las papeletas—, todos estos nuevos pequeños propulsores sorprenden mucho más por cómo andan en relación a su cilindrada que por lo poco —el mínimo— que pueden gastar. Y además, siguen siendo motores de consumo muy variable en relación a la velocidad. Sí, sí, ese "fondo" físico del Diesel, con inmensa autonomía a ritmos a la alemana.
Por cierto, decía Toyota que sus híbridos son tan eficientes como un Diesel hasta "nuestras" velocidades legales, pero eso debería ser en sus inicios. Ahora lo llegan a ser incluso cuando, por su casi "infinito" desarrollo, obligas a tu rival turbodiesel a girar lejos de sus zonas óptimas de potencia y par, porque hoy el motor turbodiesel Diesel concentra su rendimiento en sus 2.000 primeras vueltas. Y a regímenes transitorios y cambios de ritmo, la asistencia al "modesto" 1.8 de Toyota llega sin necesidad de insuflar aire y su correspondiente cantidad de combustible al interior de la cámara, evitando esos elevados picos de consumo instantáneo del "turbogasolina". Eso sí, el híbrido parece mejor a ritmo constante que variable porque a decir verdad, el efecto del motor eléctrico del Auris no tiene gran pegada, aunque... ¡cuánto se ha trabajado en los motores sobrealimentados para que, precisamente, no lo parezcan! El nuevo 1.5 TDCi es un buen ejemplo: resulta más elástico y progresivo que el anterior 1.6 TDCi/115 e iguala o mejora todos los datos de prestaciones, excepto el consumo en carretera... A decir verdad, Euro VI no creo que vuelva a traernos mínimos históricos ya alcanzados —de hecho, venimos experimentando una regresión— aunque no creo que el motor de gasolina "a secas" pueda llegar a ser tan, tan eficiente. Pero si se trata de encontrar esa virtud del término medio, esta tecnología híbrida de Toyota, hoy montada en un muy homogéneo Toyota Auris, parece estar en su mejor momento.
En pocas palabras:
Aceleración. Cuánto y cómo. El tipo de cambio automático que usa el Auris filtra y ralentiza su capacidad de aceleración. El 1.2 THP lo tiene todo a su favor para dominar con claridad esta prueba.
Frenada. Toca matizar. No, no coincide el mejor dato de frenada con la mejor nota: el tacto demasiado "híbrido" del pedal del Auris sigue requiriendo más sensibilidad que el resto.
Sonoridad. Paseo eléctrico. Cuántos pequeños tramos en modo eléctrico suma el Auris Hybrid en la ciudad, de ahí sus mejores valores. En carretera, molestos ruidos aerodinámicos para los tres.
Adelantamientos. Todos "turbo". Ovbiamente, me refiero en el caso del Auris al aporte de su motor eléctrico. Muy buenos datos para él, pero el que se sale de verdad es el motor 1.2 Pure Tech, siempre con la mejor pegada.
Curvas de potencia y par. Fuerza constante. Bienvenida la llegada del 1.5 TDCi, motor más elástico que el 1.6 TDCi saliente. Pero es el 1.2 Pure Tech el propulsor con las mejores curvas de rendimiento: potencia siempre al alza y curva de par constante desde muy bajo régimen, donde, eso sí, se aprecia más su arquitectura mecánica.
Consumos. Buenos representantes. El Auris híbrido domina con claridad la ciudad, el 1.2 Pure Tech logra excelentes registros para su potencia y prestaciones y Focus TDCi es el que tiene más "fondo".
Dimensiones y pesos. Centímetros y espacio real. Toyota es líder en amplitud no sólo por cotas, también por características del habitáculo, y por su piso casi plano. El 308 hacer valer su aligerada estructura y motor.
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