La descarbonización que está viviendo el automóvil es un proceso complejo, con más de una respuesta a la cuestión de cómo reducir las necesidades de rebajar las emisiones contaminantes, si bien todas ellas pasan por la aplicación de la electrificación, en una escala creciente que va desde la micro hibridación hasta la tecnología 100% eléctrica, con diferentes opciones incluso entre los coches de con etiqueta azul.
Dentro de ellos, los híbridos enchufables suponen una opción polivalente, casi perfecta sobre el papel, al resultar más versátiles que los eléctricos puros por no tener su autonomía limitada a pocos cientos de kilómetros, ni sus limitaciones en las recargas. Sobre los híbridos convencionales añaden su condición de cero emisiones, y una energía eléctrica, aprovechable tanto para conducir sin emitir gases, como para, fundamentalmente, hormonar sus motores térmicos para mejorar su rendimiento —a pesar del aumento de peso de la hibridación—, hasta lucir una carga genética de deportivo en la respuesta al acelerador, dados sus casi 300 CV de potencia máxima conjunta.
En este caso, en Mercedes se han apartado de la corriente mayoritaria y, junto a la hibridación clásica en gasolina, han desarrollado una versión híbrida enchufable C 300 de turbodiésel que amplía las posibilidades de elección a motores y carrocerías. Hemos elegido la versión Estate en su variante diésel 300 de para enfrentarlo al novedoso BMW 330e en un enfrentamiento desigual, sorprendente, que puede demostrar cómo los fabricantes pueden alcanzar un resultado excepcional, con un potencial dinámico espectacular y unos niveles de refinamiento abrumadores partiendo de dos inicios tan variados como son los motores de explosión y los de combustión interna.
CONSUMOS | BMW 330e | Mercedes C 300 de Estate |
Consumo en ciudad | 7,5 l/100 km | 4,3 l/100 km s |
Consumo en carretera | 6,1 l/100 km | 5,3 l/100 km |
Consumo medio | 6,7 l/100 km | 4,9 l/100 km |
BMW 330e vs Mercedes C 300 de: ¡qué buenos!
El BMW 330e es más moderno. Mucho. Pese a ello, este Mercedes Clase C se muestra como un coche de plena vigencia tanto en lo estético como en su puesta a punto o la dotación de ayudas a la conducción, con elementos como el cambio automático de carril gestionado por los intermitentes. Eso sí, ambos, y sobre todo el Clase C, adolecen de una consecuencia en su electrificación que condiciona su usabilidad a diario. No es otro que la ubicación de la batería en el maletero, no en el piso —como sucede en los híbridos enchufables más modernos— sino en un plano elevado que condiciona tanto el reparto de masas como la modificación del centro de gravedad, añadiendo además una pérdida de capacidad de maletero notable y sus posibilidades de carga al abatir los asientos.
Y, si bien es más grave en el caso del Mercedes C 300 de por el incómodo escalón en el maletero, saca ventaja de su carrocería familiar al favorecer cargar hasta el techo, a costa —eso sí— de transportar el equipaje al alcance de miradas indiscretas.
La habitabilidad es semejante en cuanto a anchura interior y cota vertical, aunque el BMW tiene clara ventaja en espacio para las piernas en la segunda fila. En ambos casos, aunque más el 330e por la forma trapezoidal del túnel de transmisión, con la base más ancha. Condiciona la presencia de tres ocupantes y los convierte, a efectos prácticos, en coches de cuatro plazas. De impecables sensaciones a bordo, eso sí.
Buen ejemplo de ello son las cifras de sonoridad, buenas las del BMW y excepcionales las del Clase C, con unos impactantes 69 dBa circulando a 140 km/h —prácticamente dos decibelios menos que el BMW, tanto en las plazas delanteras como traseras— que evidencian el excelente trabajo de aerodinámica del modelo de la estrella y manifiesta la interpretación de Mercedes de cómo puede ser una berlina rápida.
Porque analizando los datos verificados por nuestro centro técnico, llegamos a la conclusión de que corre ¡y mucho!, tanto que llega a batir las imponentes marcas del BMW en aceleración y recuperación de velocidad, en un entorno donde cada décima de segundo supone todo un hito reseñable. También, algo lógico dada su condición de diésel, puede mostrar un gasto de combustible mínimo, cicatero, que le permite extender su autonomía bien por encima de los 1.000 km, o lo que es lo mismo un 40% más que el BMW, que se ve penalizado por un consumo superior, aunque siempre contenido, y por un depósito de sólo 40 l.
PRESTACIONES | BMW 330e | Mercedes C 300 de Estate |
Acel. 0-100 km/h | 5,76 s | 5,52 s |
Acel. 0-1000 metros | 25,69 s | 25,58 s |
Adelantamiento 80-120 km/h | 3,55 s | 3,48 s |
Sonoridad 100 km/h | 66,6 dB | 65,0 dB |
Frenada desde 100 km/h | 37,01 m | 34,03 m |
BMW 330e vs Mercedes C 300 de: seda o metal
El modo de conducción elegido no sólo marca el consumo sino, especialmente, cómo vayamos a notar la conducción de dos automóviles de carácter cambiante, que pasan con facilidad de la dulzura a la rabia intensa cuando el motor eléctrico asiste de manera constante a los propulsores térmicos. Ahí las diferencias surgen de su entrega de par conjunta y el régimen de potencia máxima, con un carácter más solícito el Mercedes y refinamiento en la sonoridad del motor del BMW que da su potencia máxima entre las 5.000 y las 6.500 rpm, prácticamente duplicando la capacidad para estirarse del turbodiésel del Mercedes y con el consiguiente efecto en la psicología de un conductor que podría disfrutar más del sonido del cuatro cilindros bávaro -sí, no es un seis cilindros-, al ganar velocidad de giro.
En esas condiciones de conducción “al ataque", ambos muestran un potencial altísimo, con un extra de agilidad el BMW, con diferencial autoblocante en opción, que da muestras de un equilibrio fantástico. Y lo hace con una suspensión fija que no palidece ante la neumática que llevaba su rival, y sólo circulando relajadamente puede parecer un punto menos refinada en el bacheo, aunque sin llegar a resultar seca.
ESPACIO | BMW 330e | Mercedes C 300 de Estate |
Anchura delantera | 142 cm | 140 cm |
Anchura trasera | 137 cm | 136 cm |
Altura delantera | 90-97 cm | 88-95 cm |
Altura trasera | 91 cm | 91 cm |
Espacio para piernas | 77 cm | 73 cm |
Maletero | 370 litros | 288 litros |
Ese es uno de los puntos en los que el Mercedes Clase C impresiona, con un tacto de alfombra voladora en los modos de conducción menos prestacionales y un filtrado exquisito en los modos deportivos que se hace extensivo a la dirección —rapidísima— e incluso a un pedal de freno, que se vuelve algo más firme y dosificable.
Cargadas de equipamiento como estaban, las unidades probadas y su coste tenían poco que ver con los precios de salida, un dato favorable al BMW (1.400 euros respecto de la variante berlina, 4.000 respecto del Estate), que jugando con el configurador puede alcanzar una diferencia abrumadora, prácticamente lo que costaría un utilitario generalista con un equipamiento algo más que medio.