Neil Armstrong dirigió la misión Géminis VIII, que consistía en demostrar el acoplamiento espacial, una técnica esencial para el programa de aterrizaje lunar del Apolo. Cuarenta meses después, se convertiría en el primer humano en pisar la Luna como comandante del Apolo 11. Su compañero de tripulación en Géminis era David Scott, quien sería el piloto del módulo de comando del Apolo 9 y el comandante del Apolo 15. El manejo sereno de ambos en la crisis del Géminis VIII les aseguró un papel protagonista en estos programas. Y no fue para menos.
En la mañana del 16 de marzo, el Atlas-Agena de la misión despegó del Pad 14 en la Estación de la Fuerza Aérea de Cabo Cañaveral en Florida y orbitó con éxito. Más tarde, el cohete Geminis-Titan II, con Armstrong y Scott, ascendió desde la plataforma 19 para perseguirlo. Cinco minutos más tarde, los dos estaban en órbita.

Cuando el Agena estaba ejecutando una maniobra planificada para girar la nave espacial, Scott notó que un balanceó. Armstrong usó los propulsores del Géminis para detenerlo, pero empezó e a empeorar con una combinación de balanceo y caída.
Fuera de contacto con los controladores de Houston en el otro extremo del espacio, lejos de cualquier estación de seguimiento, Armstrong luchó por hacerse con el control, pero fue en vano
Fuera de contacto con los controladores de Houston en el otro extremo del espacio, lejos de cualquier estación de seguimiento, Armstrong luchó por hacerse con el control, pero fue en vano.
Pronto empezaron a girar a un ritmo que dificultaba la visualización del panel de instrumentos. Los dos tenían miedo de que la Agena pudiera romperse y explotar y decidieron desacoplar.

Lejos de alcanzar su objetivo, Géminis VIII comenzó a rodar aún más violentamente. Se hizo obvio que el problema era un propulsor atascado en el Sistema de Actitud y Maniobra Orbital (OAMS) en el módulo adaptador de la nave espacial de Armstrong y Scott.
"Tenemos serios problemas aquí", dijo Scott al control de la misión en Houston. "Estamos cayendo de un extremo a otro. Estamos desconectados del Agena"
"Tenemos serios problemas aquí", dijo Scott al control de la misión en Houston. "Estamos cayendo de un extremo a otro. Estamos desconectados del Agena".
Incapaz de apagar los propulsores individuales y en peligro de perder el conocimiento por la rotación cada vez más acelerada, Armstrong apagó el OAMS y activó el Sistema de Control de Reingreso (RCS).

Los propulsores RCS fueron necesarios después de que se dispararon los retrocohetes y se separó el adaptador, por lo que las reglas de la misión dictaban un regreso inmediato a la Tierra. Armstrong sabía lo que implicaba esa decisión, pero no tenía otra opción. Scott dijo más tarde: "El tipo era brillante. Conocía muy bien el sistema. Encontró la solución”.
Cuando volvieron a ponerse en contacto con la Tierra, la crisis había terminado. Houston les permitió permanecer más tiempo en órbita para que Armstrong y Scott pudieran llegar a una zona de amerizaje de contingencia
Cuando volvieron a ponerse en contacto con la Tierra, la crisis había terminado. Houston les permitió permanecer más tiempo en órbita para que Armstrong y Scott pudieran llegar a una zona de amerizaje de contingencia. Una hora y media después, entraron por la China comunista, algo que les puso muy nerviosos, y aterrizaron justo en el medio del área objetivo, a 600 millas al este de la isla de Okinawa, al sur de Japón.

La misión duró 10 horas y 41 minutos. Un avión Air Force Rescue C-54 los vio lanzarse en paracaídas al océano y dejó caer a tres buzos de rescate para instalar un collar de flotación alrededor de la nave espacial. Luego esperaron tres horas a que llegara el destructor de la Armada USS Leonard F. Mason.
A pesar de todo, Armstrong y Scott lograron el primer acoplamiento espacial, tras solventar la primera emergencia en vuelo que amenazaba la vida en la corta historia del programa de vuelos espaciales tripulados de Estados Unidos.