El Monasterio de Piedra, enclave singular situado en la Comarca de Calatayud, y que cuenta con una fauna, flora y clima privilegiados, cede parte de su terreno para el cuidado y la preservación de las abejas. La explotación apícola, que tiene más de 20 años de historia y que, en la actualidad, está formada por 80 colmenas, se encuentra ubicada dentro de las 300 hectáreas que el propio complejo turístico dedica también al cultivo de trigo, cebada, maíz y almendras.
Durante sus más de 800 años de historia, el Monasterio de Piedra siempre ha funcionado aplicando prácticas medioambientales sostenibles. Ya en sus orígenes, los propios monjes cistercienses eran completamente autosuficientes, puesto que cultivaban sus tierras y explotaban respetuosamente este entorno privilegiado sirviéndose de los recursos naturales que les ofrecía el Parque: agua en abundancia, alimento, hierbas medicinales o madera.
Han habilitado una zona en la que se han asentado múltiples colmenas plenamente activas y supervisadas por apicultores locales
Conscientes de la importancia del papel que desempeña la abeja en el equilibrio y el mantenimiento del medioambiente, en el Monasterio de Piedra se esfuerzan en dedicarles un espacio para su cuidado y preservación. Por ello, han habilitado una zona en la que se han asentado múltiples colmenas plenamente activas y supervisadas por apicultores locales. Estos profesionales, especializados en la conservación de esta valiosa especie, siguen una tradición familiar que dura ya varias generaciones y que, además, sirve para apoyar e impulsar el comercio local y los productos de la zona.

Las abejas son conocidas, sin duda, por producir miel, jalea real, propóleo y cera, pero su función principal va mucho más allá. Son las máximas responsables de la polinización, es decir, el proceso de transferencia del polen, que es vital para la reproducción de las plantas y, por lo tanto, para el correcto funcionamiento de los ecosistemas.
Aproximadamente, el 90% de las plantas con flor es polinizado gracias a alguna especie animal polinizadora, siendo la abeja, con mucha diferencia, la que más contribuye. Este proceso también tiene una incidencia decisiva en el sector agrícola y en la producción de alimentos. De hecho, la FAO estima que más del 75% del volumen total de los alimentos producidos dependen de la polinización.
La población de abejas ha disminuido de forma alarmante durante los últimos años, debido, en gran medida, a la explotación descontrolada de los ecosistemas
Sin embargo y, pese a su ya demostrada importancia para garantizar nuestra propia supervivencia, la población de abejas ha disminuido de forma alarmante durante los últimos años, debido, en gran medida, a la explotación descontrolada de los ecosistemas, a la utilización indiscriminada de plaguicidas, a la aparición de especies invasoras, a las plagas y al cambio climático. Muchas especies polinizadoras, y en particular la abeja, están en peligro de extinción a nivel global, lo que genera una situación potencial de extrema gravedad.
En palabras de José Pont, director de Monasterio de Piedra: “Nos implicamos en la preservación del medio ambiente, no solo porque sea uno de nuestros principales medios de vida, sino porque, efectivamente, es algo que nos afecta a todos. Queremos aportar nuestro pequeño grano de arena intentado revertir la mala situación que atraviesan las abejas; por eso, colaboramos con apicultores locales para que puedan trabajar en un espacio favorable y óptimo para la conservación de esta importante especie”.
Fuente: Monasterio de Piedra.