Con más de 20.000 especies de abejas conocidas, las abejas han poblado nuestro planeta durante millones de años. El fósil más antiguo de una abeja, atrapada dentro de un trozo de ámbar, tiene más de 100 millones de años.
Juntas, en grandes enjambres que se organizan a la perfección, o en solitario, las abejas se encargan de polinizar las flores y hacer posible la vida en la Tierra. Un tercio de nuestros alimentos dependen directamente de la polinización de estos insectos. Solo en Europa, más de 4.000 tipos de frutas y verduras que traemos cada día a la mesa dependen de las abejas. El valor de este servicio que ofrecen gratuitamente las abejas en todo el mundo se estima en unos 265.000 millones de euros al año.
Las amenazas de las abejas
Por desgracia, las abejas están en declive, amenazadas por los plaguicidas, la pérdida de biodiversidad, la proliferación de monocultivos, plagas, enfermedades y el cambio climático. Pero son los plaguicidas los que representan un mayor riesgo para los polinizadores, y España es el país de la UE que más los utiliza.
Por primera vez la Comisión Europea ha reconocido que los plaguicidas son un riesgo para la biodiversidad, y que son una de las causas del grave deterioro que sufren los ecosistemas. En esta línea, ha fijado el objetivo de reducir el uso y el riesgo de plaguicidas en un 50 % para 2030 en las Estrategias de Biodiversidad y de la Granja a la Mesa, en el marco del Pacto Verde Europeo. Pero en España, como denuncia Greenpeace, estamos muy lejos de estos objetivos.
Salvemos a las abejas y a los agricultores
las principales organizaciones ecologistas estatales, junto a 20 organizaciones que forman parte de la iniciativa “Salvemos a las abejas y a l@s agricultor@s”, han enviado una carta al Gobierno en la que solicitan que se ponga fin al uso de plaguicidas peligrosos en la UE, transmitiendo su preocupación por el daño que están causando a las poblaciones de insectos polinizadores, indispensables para la vida en la Tierra.
En concreto, las organizaciones ambientales instan a los ministerios competentes a posicionarse en contra del uso al aire libre de tres plaguicidas considerados peligrosos, el sulfoxaflor, la cipermetrina y la benfluralina, y recalcan que no cumplen con los criterios establecidos para su aprobación en la UE.
En la misiva dirigida a la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, y al ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, se destaca el compromiso adquirido en la Estrategia Nacional para la Conservación de Polinizadores, aprobada en septiembre de 2020, que establece el objetivo de identificar y conservar las poblaciones de polinizadores más amenazados, así como reducir el riesgo derivado del uso de plaguicidas.
Mientras la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha comprobado un elevado riesgo para las abejas en el uso de plaguicidas como el sulfoxaflor y la cipermetrina, hay un buen número de Estados miembro que se manifiestan en contra de su prohibición. Sucede igual con la benfluralina, cuyos riesgos no se han podido determinar debido a la falta de datos en su solicitud.
WWF, SEO/BirdLife, Greenpeace, Ecologistas en Acción y Amigos de la Tierra alertan sobre los efectos negativos en la salud de las personas y el medio ambiente que ocasionaría seguir utilizando estas sustancias tóxicas peligrosas, así como el grave impacto social y económico para el sector apícola.
Al mismo tiempo denuncian las intenciones de varios países de elevar la mortandad legalmente tolerable de las abejas hasta un 25 % y solicitan que se apoye una mortandad máxima de un 5 %.
Las organizaciones recuerdan que defender a las poblaciones de insectos polinizadores es de vital importancia para garantizar la salud de los ecosistemas y de las personas, así como para garantizar la supervivencia de numerosas especies, en definitiva salvaguardar la vida en la Tierra.