La crisis de los semiconductores que siguió a la pandemia y que afectó especialmente al automóvil –la producción actual se destina en un 32,2 por ciento por la informática y un 31,2 por ciento para las telecomunicaciones haciendo que el automóvil haya perdido protagonismo hasta quedarse en el 11,4 por ciento- puede vivir una reactivación si la tensa situación generada por la visita de Nancy Pelosi a Taiwan no mejora.
La presencia en Taiwan de la presidenta de la Cámara de Representantes Norteamericana y número 3 del gobierno estadounidense, ha molestado tanto al gobierno chino –históricamente reclaman que Taiwan sea una provincia china y máxime con su potencial económico y tecnológico-, que ha iniciado provocadoras maniobras militares cerca de la isla asiática, además de comenzar a boicotear productos taiwaneses donde de momento no se incluyen los semiconductores porque China, la segunda economía mundial del planeta, demanda anualmente el 60 por ciento de los semiconductores que se producen ya que ellos solo son capaces de producir el 9 por ciento del total mundial. Y es que Taiwan en estos momentos acapara el 64 por ciento de los semiconductores fabricados en el planeta, seguido por Corea del Sur con el 18 por ciento, la mencionada China con el 9 por ciento y Estados Unidos con el 6 por ciento.
TSMC es una empresa taiwanesa que es el mayor productor de semiconductores del mundo, con una cuota de mercado del 54 por ciento -92 por ciento si hablamos de semiconductores avanzados-, por delante de Samsung que fabrica el 16 por ciento mundial. Recientemente su presidente, Mark Liu, ha destacado ante la CNN la amenaza preocupante de la situación militar y que podría tener consecuencias en la producción de semiconductores. En palabras de Liu “nadie puede controlar TSMC por la fuerza. En caso de uso de fuerza militar o invasión, las instalaciones de TSMC quedarán inoperativas”.
Mark Liu también apostilló en esta entrevista que si China bloquea su empresa sería una gran pérdida para todo el mundo, empezando por la propia China y Estados Unidos, los principales clientes de TSMC. Pero una situación como ésta no solo puede afectar a suministros sino también encarecer nuevamente los precios porque la demanda supere nuevamente la oferta, lo que a su vez tendría que trasladarse al precio del coche nuevo. Estados Unidos es el país más activo ante esta dependencia asiática y ha anunciado inversiones de 52.000 millones de dólares para mejorar productividad de semiconductores, aunque en el mejor de los casos entre que se toma la decisión de construir una fábrica y que esté operativa se necesitan al menos dos años.
¿Y Europa, qué? Seguimos en cola de pelotón a nivel productivo pero liderando la dependencia a nivel de suministro. Es verdad que se han anunciado inversiones Comunitarias de 43.000 millones de euros en los próximos años -12.000 en España que todavía no se han cubierto- para cuadruplicar nuestra producción de semiconductores y así aspirar a una mayor independencia industrial en la producción de chips ya que desde Bruselas se quiere obligar a que esta industria priorice los contratos europeos, antes que los de sus clientes establecidos fuera de la Unión Europea.
Mientras tanto continúan volúmenes ingentes de coches “a medio hacer” en las campas de las marcas a la espera de semiconductores, lo que se traduce en activo inmmovilizado y en costes añadidos del montaje de las piezas necesarias para dar el coche por terminado –costes de movimiento de las unidades, desmontaje de elementos para después montar, deterioro por estar los vehículos a la intemperie…-