El concepto de “radar falso” ya está inventado... "más o menos". De forma genérica, nos podemos referir a estos radares como aquellas cabinas instaladas a pie de carretera que simulan ser un radar real pero que, en realidad, no lo son. Sin embargo, tienen un claro efecto disuasorio entre los conductores, ya que ya solo por precaución, cualquiera que esté excediendo los límites de velocidad frenará para evitar una posible multa.
Eso es lo que ha pensado un vecino de San Sebastián, harto de ver cómo en su calle los vehículos no respetaban los límites de velocidad y suponían un peligro para él y sus vecinos, pero sobre todo, cansado de que el Ayuntamiento de Donostia no hace caso a sus reclamaciones. En el barrio donostiarra de Añorga, en Atotxa Erreka Bidea, este vecino ha instalado un radar falso en su propia finca.
Como puedes ver en la imagen más abajo, se las ha ingeniado para instalar una caja fluorescente en lo alto de un poste, dentro de los límites de su finca privada, con una señal de 30 en su cara trasera. Este radar falso, como ves, apunta a la calle, por lo que cualquier conductor despistado que pase por allí, frenará para evitar una multa. “Es un terreno privado y no molestamos a nadie. Un día va a haber una desgracia”.
Los impulsores del aparato de pega de Atotxa Erreka, satisfechos de que el problema de exceso de velocidad en el barrio se dé a conocerhttps://t.co/AKxacdHeR3
— Noticias de Gipuzkoa (@NotGip) October 5, 2022
El vecino protagonista de esta historia, al que ya le han pedido que retire este radar falso, ya ha dicho a medios locales como Noticias de Gipuzkoa que no lo hará hasta que le demuestren que haya una Ley que pueda multarlo por ello. Los motivos de llegar a tomar tal riesgo, instalando este radar falso en su finca, son dos principalmente: el primero, ver cómo en su calle, limitada a 30 km/h y que da acceso a un polígono industrial, los conductores pasan a diario incluso a 60 o 70 km/h.
La segunda razón, como advierten los medios de comunicación de la zona, es el hartazgo de que sus protestas, y las del resto de vecinos, se queden en el limbo. En la zona había instalados previamente unos badenes de goma que, por causas de las lluvias, fueron deteriorándolos, hasta el punto de tener que retirarlos y no sustituirlos por unos nuevos. Los vecinos, divididos a favor y en contra de la iniciativa de este vecino, llevan años reclamando soluciones y desde el Ayuntamiento no han hecho nada… hasta ahora, o eso parece.
Responsables del consistorio donostiarra parecen haber iniciado ya los trámites para la licitación de un nuevo radar –esta vez real– para esta zona situada a las afueras de San Sebastián. Nuestro protagonista intentaba con esta medida “poner el peligro sobre la mesa”, y vaya si lo ha hecho. Parece que su iniciativa puede surtir, por fin, sus efectos.