Se trata de una de las pruebas más duras a la que se enfrentan los coches de la firma de los cuatro aros. Simula las condiciones a las que un vehículo se enfrenta durante doce años, pero de forma acelerada y reducida a algo más de año y medio. Este método es utilizado por Audi Quality Assurance para verificar la efectividad de la protección anti-corrosión y de la durabilidad de sus coches. Ahora, con un Audi A4, la firma acaba de celebrar su centésimo test INKA.
322.500 horas de pruebas, más de un millón de kilómetros, 2.800 ensayos en barro y 1.900 en medio salino han dado lugar a 100 test INKA que, desde el año 2002, garantizan la calidad de los vehículos Audi. ‘Audi representa una calidad superior de fabricación, alta calidad percibida de materiales y gran fiabilidad, incluso muchos años después de que un coche es estrenado. El test INKA es un instrumento esencial para valorar la calidad de nuestros modelos y para optimizar aún más nuestros métodos de producción’, declara Sylvia Droll, Jefe de Ingeniería de Materiales de Audi.
El ensayo de resistencia se compone de cinco fases:
Primera fase: el medio salino
En esta fase se busca comprobar cómo envejecerán los coches que vayan a parar a zonas costeras. Se les somete a una niebla de agua salina en una cámara climática a una temperatura de 35 grados.
Segunda fase: clima tropical
En este caso los vehículos deben soportar temperaturas de 50 grados y una humedad relativa de hasta el 100%.
Tercera fase: calor
80 lámparas de 1.200 vatios cada una calientan la carrocería hasta los 90 grados. Lo más importante de esta fase es que los materiales del interior conserven su calor original y no queden quebradizos.
Cuarta fase: clima polar
Del calor extremo al frío extremo. En esta fase se reproducen las condiciones de los círculos polares: a 35 grados bajo cero, una máquina con cuatro pistones hidráulicos mueve el coche de la forma que este se movería por una carretera muy bacheada. Así se pone a prueba la resistencia a la torsión y a la tensión de la carrocería y los apoyos del motor en estas condiciones.
Quinta fase: la prueba real
En último lugar, los probadores profesionales conducen los coches una y otra vez por pistas especiales en las instalaciones de ensayo al aire libre. En esta fase cada unidad recorre 12.000 kilómetros, parte de ellos sobre barro y en medio salino.
Al final del ensayo, los inspectores de calidad diseccionan el coche por completo. Lo separan en unos 600 componentes y buscan puntos débiles entre ellos.
Aunque este ensayo se lleva a cabo desde 2002, el departamento de Desarrollo Técnico de la firma germana ha estado realizando comprobaciones con métodos similares en unidades pre-serie desde hace 40 años.
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