Opinión: ¿Sirve tanto radar para algo? La siniestralidad, lo peor de 2017

La peor noticia con la que hemos abierto este 2018 es el nuevo aumento de la siniestralidad vial en España. La instalación de más y más radares no produce el efecto esperado… o sí.

Juan Carlos Payo. Twitter: @autopista_es

Opinión: ¿Sirve tanto radar para algo? La siniestralidad, lo peor de 2017
Opinión: ¿Sirve tanto radar para algo? La siniestralidad, lo peor de 2017

Permitidme que elija esta vez yo lo peor del 2017 que acabamos de cerrar: "Un 3,35 por ciento más de fallecidos en nuestras carreteras". Y no me valen excusas ni justificaciones para estos 1.200 fallecidos provisionales (y aumentarán, seguro), 39 más que un año antes. Y menos cuando aumentan el número de infracciones por exceso de velocidad registrados por los radares fijos de la DGT, curiosamente, otro cuatro por ciento.

Todos sabemos que las vías en las que están colocados la mayoría de radares fijos tienen una siniestralidad mucho menor -el riesgo disminuye por la configuración con una dirección, delimitación de la calzada, mejor trazado...- que en las carreteras secundarias y de doble sentido, con asfaltos deficientes y trazados muy mejorables que permiten menos fallos o descuidos al conductor.

Pero es mucho más cómodo, sencillo y barato el montaje de estos radares fijos allá donde menos falta hace, que corregir trazados, reasfaltar, señalizar correctamente... Y además genera mucha más recaudación.

Recuerdo cuando en 2006 realizábamos un análisis por toda nuestra geografía de la ubicación de los radares fijos y su función preventiva o recaudatoria: el 40 por ciento no tenía ningún sentido más que claramente hacer caja, mientras que al 26,4 por ciento sí le encontrábamos una justificación para evitar incidencias.

Han pasado 11 años e imagino que nadie con potestad habrá tenido la cabeza y la decencia de corregir este parámetro que seguirá igual, si no ha aumentado con la incorporación de más cajas registradoras -en 2006 analizamos los 245 existentes de DGT, Cataluña y País Vasco, cuando hoy superamos los 900-.

Y todo eso sin contar inversiones en radares móviles o aéreos para cazar a descuidados en zonas también de dudosa peligrosidad muchas veces. La letra con sangre no entra, al menos en este 2017, según cuentan las frías estadísticas.

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