En los últimos años las ayudas a la conducción dentro de los coches se han multiplicado. Por un lado, está el propio avance en el que se encuentran todas las marcas, que siempre intentan innovar para que sus productos sean mucho más atractivos y por otro, que la Unión Europea ha ido aumentando en los últimos años los sistemas avanzados que debían formar parte del equipamiento de serie de los modelos vendidos en sus fronteras.
Estas dos situaciones han provocado, más teniendo en cuenta la edad media del parque español que se sitúa en torno a los 13 años de antigüedad, que muchos conductores al cambiar de coche se vean abrumados por la cantidad de avisos que pueden recibir en apenas unos pocos kilómetros de conducción. Pese a este agobio inicial, lo primero que deberemos tener en cuenta es que están creados para evitarnos muchos peligros o incluso reducir nuestro estrés/cansancio mientras conducimos.

Teniendo en cuenta este punto de partida, nuestro primer consejo es que le eches un ojo al manual del coche. Lo sé, para empezar es un auténtico tostón, más ahora que parecen auténticas enciclopedias, pero si vas directamente al apartado de las ayudas te quitarás unas pocas páginas. Lo malo es que ahora ya no se entregan en formato físico, por lo que tendrás que descargarlos y su consulta resulta un poco más engorrosa. Si aún así no te he convencido, en el momento de la entrega de tu coche nuevo lo normal es que el dependiente te explique los aspectos más importantes de tu modelo, siendo la situación perfecta para consultarle todas las dudas que tengas.
Al realizar estas tareas tan sencillas descubrirás qué asistentes de conducción tiene tu coche y, quizás lo más importante, cómo funcionan cada uno de ellos. De esta manera nos anticiparemos cuando de repente una de estas ayudas emita un sonido y no sepamos qué hacer. Lo bueno es que en muchos casos van acompañados de indicaciones visuales que nos dan una pista de lo que está pasando a nuestro alrededor.

Porque no hay que olvidar, y vale para cualquier tipo de ayuda a la conducción, que en el nivel de autonomía en el que se encuentra la industria del automóvil actualmente está diseñados para que nos ayuden mientras conducimos, pero no para reemplazarnos. Su verdadera misión es alertar de posibles peligros y socorrernos para poder evitarlos o mitigarlos de la mejor manera.
Conocer estas ayudas a la conducción que tienen nuestros coches también nos permitirá saber que muchas de ellas se pueden configurar a nuestro gusto. Incluso podríamos ir probando las distintas posibilidades en los primeros kilómetros para encontrar el ajuste que mejor se adapta a nuestro estilo de conducción. Por ejemplo, en mi coche tiene tres niveles predefinidos para la detección colisión frontal y yo lo tengo siempre en el mínimo.
Y con la última clave puede que muchos conductores no estén de acuerdo. Pero lo mejor siempre para aumentar nuestra seguridad al volante es no desactivarlas, aprendiendo a convivir con ellas en nuestro día a día. Así en cualquier descuido que podamos tener siempre estarán alerta por nosotros. Además, hay que tener en cuenta que la mayoría de ellas vuelven a funcionar una vez arrancamos de nuevo.