Sufrir un bordillazo en la rueda puede parecer un incidente menor, pero sus consecuencias van mucho más allá de un simple daño estético. Golpear el bordillo con fuerza puede afectar seriamente a elementos clave del vehículo, como los neumáticos, la dirección, la suspensión o incluso los bajos del coche.
En este artículo repasamos los efectos más habituales de este tipo de impacto, cómo reconocerlos y qué hacer para evitar que se conviertan en una avería bastante cara o peligrosa.
Daños visibles e inmediatos tras un bordillazo
Cuando el impacto es directo, los primeros componentes en verse afectados son los neumáticos y las llantas. Aunque algunos daños pueden parecer superficiales, conviene inspeccionarlos con atención.
Neumáticos y llantas
Las ruedas son el punto de contacto directo con el bordillo. Dependiendo de la intensidad del golpe, pueden aparecer:
- Arañazos en la llanta.
- Abolladuras que comprometen el sellado del neumático.
- Cortes o bultos en el flanco del neumático, que podrían indicar daños internos.
- Périda progresiva de presión.
Un neumático dañado incrementa el riesgo de reventón, mientras que una llanta deformada puede generar vibraciones o pérdida de alineación.

Problemas mecánicos derivados del impacto
Además de los daños visibles, un bordillazo también puede provocar alteraciones en componentes mecánicos, que en muchos casos pasan desapercibidas al principio.
Desajuste en la alineación de la dirección
El golpe puede alterar la geometría de la dirección. Esto se manifiesta si el coche comienza a desviarse hacia un lado o si el volante queda torcido al circular en línea recta. Además:
- El desgaste de los neumáticos se vuelve irregular.
- Aumenta el consumo de combustible.
- Disminuye la estabilidad del coche.
Si notas alguno de estos síntomas tras el impacto, es fundamental revisar la alineación lo antes posible.
Daños en la suspensión y los amortiguadores
Aunque el sistema de suspensión está diseñado para absorber golpes, un impacto lateral o frontal en la rueda puede dañar:
- Amortiguadores o muelles.
- Rótulas, trapecios o brazos de suspensión.
- Puntos de anclaje.
Esto puede traducirse en ruidos metálicos, pérdida de confort, rebotes excesivos y una conducción más insegura.
Desequilibrio de las ruedas
El golpe puede desplazar los contrapesos de equilibrado de la llanta. Esto genera vibraciones, especialmente a partir de ciertas velocidades, que afectan al confort de marcha y al desgaste de los neumáticos.
Daños en otras zonas del vehículo
En vehículos bajos o con faldones aerodinámicos, el bordillazo puede también dañar elementos más allá de las ruedas.
Elementos de los bajos del coche
Dependiendo de la altura del bordillo y el ángulo del impacto, pueden sufrir daños:
- El carenado inferior.
- El sistema de escape.
- Conductos de refrigeración o protecciones de motor.
Este tipo de daños no siempre es visible, por lo que conviene hacer una inspección completa tras el impacto.

Cómo actuar tras un bordillazo
Es importante saber cómo reaccionar para minimizar los efectos del golpe.
Qué revisar inmediatamente
- Comprueba visualmente los neumáticos y llantas.
- Verifica que no haya pérdida de presión.
- Observa si el coche se desvía al soltar el volante.
- Presta atención a posibles ruidos o vibraciones nuevas.
Cuándo acudir al taller
Debes visitar un taller de confianza si:
- Notas que el coche tira hacia un lado.
- El volante vibra o se siente extraño.
- Percibes ruidos metálicos o golpes al pasar por baches.
- Ha habido pérdida de presión en una rueda tras el bordillazo.
Solicita una revisión de la alineación, equilibrado y suspensión. Es preferible hacer una revisión temprana que afrontar una reparación mayor más adelante.
Cómo evitar daños al aproximarse a un bordillo
- No subas bordillos a gran velocidad ni en ángulo oblicuo.
- Si es inevitable, hazlo de forma perpendicular y lentamente.
- Usa los retrovisores para comprobar la distancia al aparcar.
- Evita bordillos especialmente altos o con cantos agresivos.
Un bordillazo en la rueda puede tener consecuencias más serias de lo que aparenta a simple vista. No solo afecta a la llanta o al neumático, sino que puede alterar la dirección, dañar la suspensión o incluso comprometer la seguridad del vehículo. Una revisión a tiempo y una conducción más cuidadosa son claves para evitar disgustos mayores.