Ante el anuncio del aumento del impuesto al Diesel por parte del Ministerio de Hacienda, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) considera que esta subida fiscal es, por un lado, injusta para los consumidores y, por el otro, ineficaz desde el punto de vista medioambiental.
Es cierto que los vehículos Diesel tradicionalmente emitían muchas más partículas de NOx (óxidos de nitrógeno) que los de gasolina, pero la generalización de los filtros de partículas en los coches Diesel y los nuevos motores de gasolina de baja cilindrada han hecho que actualmente unos y otros estén muy igualados, por lo que también los impuestos de ambos combustibles deberían igualarse.
Por eso, la OCU no se opone a que se igualen los impuestos de ambos combustibles, ya que cuentan con prestaciones similares, pero siempre y cuando esta equiparación se aplique a la baja o que la recaudación extra que se consiga se utilice para subvencionar la compra de nuevos coches más ecológicos y el achatarramiento de los más antiguos, que son los que verdaderamente contaminan más.
Castigo a los consumidores
La organización no comparte la persecución al Diesel que desde el Gobierno y desde algunos ayuntamientos se está llevando a cabo. Las restricciones a estos vehículos afectarán sobre todo a los consumidores que posean coches más antiguos, que probablemente sean quienes tengan más dificultades para comprar uno nuevo que contamine menos: es indispensable, por tanto fomentar ayudas y facilitar alternativas para la adquisición de esos vehículos menos contaminantes.
Además, al contrario de lo que supuestamente se pretende evitar con la actual propuesta fiscal, este obstáculo al Diesel provocará una bajada en las ventas de estos coches y un envejecimiento del parque móvil, lo que, a la larga, se traduce en un aumento de las emisiones de CO2 en los próximos años, porque los coches de gasolina emiten más CO2 que los de gasóleo.
Para la OCU es necesario que coexistan ambos motores, hasta que los coches eléctricos sean una posibilidad real y factible para todos los consumidores.
Por último, la organización de consumidores propone que, si realmente existe interés por reducir el impacto medioambiental de los vehículos, la primera medida que se debería tomar es la de marcar unos límites de contaminantes durante el proceso de homologación de los coches, como las que ya existen actualmente, pero mediante una comprobación en condiciones reales, para que no vuelvan a suceder casos como el Dieselgate.