La tormenta perfecta. En eso estamos todos metidos. En medio de la crisis más importante de los últimos años. Al mismo tiempo, la industria del automóvil va a sufrir la mayor transformación de las últimas décadas y vamos a tener que reinventarnos como nunca lo habíamos hecho. Nos encontramos en medio de una crisis estructural sin precedentes que, poco a poco, va reduciendo los márgenes de beneficio y este desequilibrio afecta directamente al núcleo del negocio: los semiconductores, el coste de los materiales, el impacto del COVID, la inflación, la digitalización, la sostenibilidad, la legislación de CO2 y la entrada de nuevos competidores.
Entonces, ¿cómo surcar el mar ante semejante oleaje? En mi opinión, solo las marcas con estrategias muy claras que sepan adaptarse rápidamente al cambio conseguirán una clara ventaja competitiva. Las centrales europeas debemos tener una estructura interna extremadamente flexible y dinámica, que nos permita actualizar rápidamente la cadena de suministro y los equipos locales deben adaptar eficazmente la oferta de producto para maximizar las ventas y la rentabilidad. Además, debido a las restricciones de producción y al incremento de los costes de los materiales, la oferta de producto debe simplificarse para optimizar los costes de almacenamiento en concesionario y campas. Todos los esfuerzos deben dirigirse a tratar de que todo vehículo que llegue al concesionario se entregue inmediatamente al cliente, de forma que se cumplan las expectativas de los compradores proporcionándoles una experiencia que sea fácil, intuitiva e integrada y al mismo tiempo los concesionarios sean rentables, competitivos y flexibles.

Finalmente, mirando al futuro, ¿cuáles son los retos a los que se enfrenta la industria de automoción en los próximos diez años? La industria está cambiando y el modus operandi de los usuarios también, pero sabemos que los vehículos reducirán sus emisiones y el ruido gracias a las motorizaciones eléctricas y que nos permitirán optimizar nuestro tiempo por la integración de la conducción autónoma. Poco a poco, los vehículos serán más accesibles y asequibles al incluir distintas modalidades de propiedad y de uso, para adaptarnos a las futuras tendencias en movilidad. Los usuarios valoran más que nunca la comodidad y la facilidad y debemos darles opciones de producto y servicios que encajen con su estilo de vida.
Con lo cual, si nos preguntamos qué le deparará el futuro al automóvil, que ya sabemos que será eléctrico, autónomo, compartido y conectado, yo creo que no hay que centrarse únicamente en los compradores de vehículos nuevos, sino que la futura cadena de valor de la automoción debe integrar a todos los usuarios de la movilidad.

Los que saben mucho de mar, saben que las tormentas son inevitables y parte de la navegación, que el buen marinero se demuestra en los momentos de tormenta y que, mientras que un barco ligero sortea las olas fácilmente, el transatlántico zozobra. En Kia estamos aplicando todas estas medidas, lo que nos permite acelerar la toma de decisiones exponencialmente. Además, vivimos un momento extraordinario y el porfolio futuro guiado por nuestro “plan S” nos hace ser muy optimistas de cara a poder capear el temporal gracias a nuestros clientes, que son los que al final nos dan su confianza al elegir uno de nuestros productos.