No corren buenos tiempos para los coches diésel y gasolina tradicionales, no. La falta de poder contar con etiquetas medioambientales ECO o Cero Emisiones, salvo que incorporen algún tipo de sistema electrificado, está reduciendo poco a poco su radio de uso, empezando a sufrir importantes vetos en los accesos a muchas Zonas de Bajas Emisiones, tal y como te venimos contando en las últimas semanas con los vehículos que cuentan hoy con distintivo B y C. Y, lógicamente, esta realidad se viene reflejando ya en la venta de coches nuevos.
En lo que llevamos de 2025, el coche de gasolina por ejemplo representa ya solo el 26% del total de matriculaciones, mientras que el diésel continúa en caída libre, reduciendo su cuota hoy a solo un 19 por ciento. Sin embargo, mientras el parque de coches de tecnologías alternativas se acelera, la realidad es que hoy circulan por nuestro país una inmensa mayoría de vehículos de combustión interna: ten en cuenta que la antigüedad media de nuestro parque supera los 14,5 años de media. Y, cada vez con más años, los problemas se multiplican también obviamente en las carreteras.
Los problemas de las correas de distribución
En los últimos años, además, se han sumado varios problemas de fiabilidad asociados a estos motores. De un lado, con los depósitos de AdBlue, el aditivo empleado en coches diésel para reducir las emisiones contaminantes de NOx; por otro, con las “nuevas” correas de distribución en baño de aceite, que pensadas para una mayor duración han terminado por generar graves problemas por la disolución del revestimiento de la correa, la obstrucción de canales y bombas y por daños en el motor por falta de aceite en muchos casos. El miedo, por tanto, cunde ya entre sus propietarios.

Sin embargo, el principal problema y más general que siguen sufriendo la mayoría de coches diésel y gasolina tradicionales radica, como siempre realmente, en un componente clave que puede destruir tu motor si no lo cambias a tiempo, según nos explica hoy el famoso mecánico Scotty Kilmer en su canal de YouTube: las correas convencionales de distribución de motor. Sí, todas, y no solo las bañadas en aceite.
Averías catastróficas por un diseño barato
Según este popular mecánico con décadas de experiencia en la revisión y el mantenimiento de coches de todo tipo, este componente fundamental puede suponer un riesgo muy grave para el vehículo si no se sustituye en el momento adecuado, causando “averías catastróficas” en determinados coches diésel y gasolina. Y es que, como hemos dicho, hay millones de coches todavía vulnerables a esta situación circulando por nuestras carreteras, casi todos los de más antigüedad.
Kilmer confirma en el vídeo que este mecanismo es vital para la correcta sincronización del motor, pero su desgaste, debido al paso del tiempo, puede llegar a provocar una rotura que cause un gran fallo mecánico. “Ahora, muchos coches tienen correas de distribución de goma, el cigüeñal del motor gira y luego la correa acciona las levas”, destaca el mecánico. Este diseño, más económico, puede sin embargo comprometer la fiabilidad del coche, “básicamente porque es un diseño más barato, pero cuando se rompe, puede destruir tu motor. Solo lo hará si el motor tiene interferencias”.
Cuándo sustituir la correa de distribución de tu coche
La recomendación por tanto de este experto mecánico es realizar siempre la sustitución de la pieza cada 160.000 kilómetros para evitar riesgos. La DGT, sin embargo, siempre recomienda también revisar de manera periódica las correas de distribución de los vehículos para evitar averías graves, situando su sustitución de manera general entre los 100.000 y los 150.000 kilómetros, “dependiendo de las especificaciones del fabricante”.