Fernando Alonso hizo historia este fin de semana en Le Mans, le pese a quien le pese. Comenzamos por los hechos, irrefutables: el asturiano, en su primera participación, ganó la carrera entre las carreras, una prueba llena de trampas en las que, es cierto, la única competencia era el otro Toyota TS050 Hybrid y la carrera en sí. Aun así, él, Sébastien Buemi y Kazuki Nakajima, serán los que aparezcan en los libros de historia de Le Mans como ganadores de la edición 2018 y de Toyota como los pilotos que han dado a la marca japonesa, después de 19 intentos fallidos, su primer triunfo allí.
Fernando Alonso también hizo historia ayer por estar a sólo uno de los tres diamantes de la “Triple Corona”: ganar en F1 en Mónaco (lo hizo en 2006 y 2007), ganar en las 24 Horas de Le Mans y ganar en las 500 Millas de Indianápolis (el año pasado estuvo relativamente cerca). Es, además, el quinto campeón del mundo de F1 que gana en la mítica carrera francesa, tras Phill Hill, Mike Hawthorn, Jochen Rindt y un Graham Hill que, a día de hoy, es el único que ha ganado en las tres pruebas. Todos ellos, de los años 50, 60 y 70; eso sí, ninguno de ellos, como Alonso, lo hizo en su primera participación.
Más motivos
Si miramos con lupa la carrera de Le Mans, entramos en tiempo de interpretaciones. ¿Tiene mérito la victoria de Alonso con tan sólo un coche rival a su altura? ¿Hubo órdenes de equipo en Toyota? Todas esas preguntas parecen surgir ahora para intentar justificar un triunfo que, en el propio seno del equipo japonés y de campeonato, no ponen en duda. ¿Novato en Le Mans, Alonso?
Porque el español ganó, sí. Igual que Buemi y Nakajima. Sin el rendimiento de cada uno, el triunfo habría sido imposible. Pero el que puso las castañas en el asador de forma clara fue un Fernando Alonso que fue clave para que el Toyota #8 llegase al amanecer con opciones de optar al triunfo. Buemi sobrepasó el límite de velocidad en una “slow zone” (zona en la que se limita la velocidad por un incidente en carrera) y fue penalizado con un “Stop&Go” de 1 minuto. Cuando Alonso se subió al coche, estaba a 2 minutos y 20 segundos del liderato.
Se acababa de levantar de la siesta (literalmente), se subió en el TS050 y se puso a rodar como un animal. Hubo vueltas que rodó 4 segundos más rápido que el Toyota #7, pilotado durante la mayor parte del relevo por “Pechito” López, tricampeón del mundo de turismos. Y todo ello, por la noche, en la primera noche de Alonso en Le Mans: bastaba con ver en la señal de TV la forma de atacar las curvas de uno y otro para entender cómo se gestó la remontada. Cuando el español se bajó de su Toyota #8 dos horas y media después, bajó la diferencia hasta los 40 segundos tras un relevo que pasará a la historia de la carrera… y sin cometer ningún error en pista.
Nakajima entró como un avión en el coche, alentado por un Alonso que se volvió a subir por la mañana para rematar la faena. El japonés, entonado por la noche, superó a su compatriota Kobayashi al volante del otro Toyota. El resto, ya es historia… ni un pinchazo lento en el primer turno de Alonso, ni otra sanción de tiempo igual a la anterior (el Toyota #7 también la recibió) paró al trio ganador en Le Mans, a la postre mucho más rápido y con menos errores que sus rivales: “Pechito” hizo un trompo por la mañana siguiendo a Alonso y Kobayashi se saltó la entrada en boxes y tuvo que ir en “modo de ahorro de combustible” durante los 13,6 km del circuito a baja velocidad (además de recibir una sanción extra).
Escapando de los sinsabores de la F1
Es la forma que tiene el asturiano de seguir alimentando su hambre de victoria, que lleva haciendo bola desde hace demasiado tiempo en la Fórmula 1: su último Mundial data del 2006, con Renault; la última vez que peleó por ser campeón fue en 2012, con Ferrari; su último triunfo, en el 2014 en el GP de España, y el último podium, en el 2014 en el GP de Hungría, también con Ferrari.
El Mundial de Resistencia (WEC) y el equipo Toyota han abierto las puertas de par en par a un piloto que se muere por volver a verse en lo más alto del podium, su hábitat natural. Considerado por pilotos, escuderías y muchos periodistas y fans como el mejor piloto del momento en F1, sin las armas necesarias para luchar por los éxitos, Fernando Alonso volvió a saborear las mieles de la victoria en las 6 Horas de Spa, prueba inaugural del WEC, y ahora en Le Mans. Más triunfos en poco más de un mes que en 6 años en F1.
Este lunes 18 de junio todos los medios abrían con la ansiada victoria de Toyota en Le Mans, engrandeciendo la figura de un Fernando Alonso que ha vuelto a dejar a muchos con la boca abierta. Aquí, en España, se seguirán poniendo excusas a sus éxitos, mientras el resto del mundo resalta la figura de un piloto que, sin el palmarés que se merece, está llamado a ser leyenda del automovilismo. Y de momento, sigue aumentando esta leyenda.
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