El Rally Dakar está lleno de pequeñas grandes historias. Es una prueba única, especial, muy lejos del glamour de otras competiciones como la Fórmula 1, por ejemplo, pero no por ello menos exigente. Todo lo contrario, si cabe. El Dakar deja muchas historias de superación que merecen la pena ser contadas. Sin irnos muy lejos, aquí en España, podemos contaros la aventura de un padre y una hija que han corrido ya en dos ocasiones el rally raid más duro del mundo: son los Plaza.
Manuel y Mónica Plaza son los protagonistas de esta historia. Por un lado, Manuel, el padre, todo un veterano ya del Dakar y que acumula 14 participaciones a sus espaldas. Las primeras fueron en los años 90 y 2000, en África, donde se ganó la reputación de ser considerado uno de los pilotos de referencia afrontando las dunas. Manuel no participó, no obstante, en las ediciones en Sudamérica; tuvimos que esperar a la llegada del Dakar a Arabia Saudí para que se plantease su regreso.

De hecho, fue su hija Mónica, copiloto de raids –y con el gusanillo dentro del cuerpo también por correr como piloto–, la que convenció a su padre. “Al principio dijo que no, que aprovechara la oportunidad de ir con otro equipo, que era muy difícil conseguir patrocinio… Al final lo conseguimos”, nos comenta Mónica Plaza, quien se quedó a las puertas de participar en la edición 2019 con otro piloto. Pero ella tenía claro que su padre se merecía volver al Dakar. “Mi padre, desde la época de la crisis que nos afectó mucho, no volvió a correr. Pensaba que se merecía volver y yo que quería ir con él”. Dicho y hecho.
Del Dakar 2020 al 2021: una experiencia imborrable
Su debut en el Dakar juntos se produjo en enero de 2020, cuando el rallye debutaba en Arabia Saudí. “Te puedo decir que esto es lo más parecido al Dakar africano. En Arabia Saudí, respecto a Sudamérica, vas más a la aventura. Creo que esto es retomar un poco más el espíritu del Dakar y de la aventura”, destaca Manuel Plaza. Pero, ¿cómo es correr tantos años después y con tu hija a la derecha?: “Con la misma ilusión que en mi primer Dakar. Me encontré bien, disfruté muchísimo y más de poder correr con mi hija, que lo ha hecho genial. Me lo paso como los indios, y viendo la cara que lleva ella al lado, la carrera se hace más bonita”.

Mónica comparte ese sentimiento: “Mi padre es una persona muy experimentada en este tipo de pruebas, no solo en el Dakar, también en la África Race. Te aporta una seguridad y sabes que va a llevar un ritmo alto pero constante, con mucho tacto para cuidar el coche, mucha cabeza…”. Con tan solo 25 años, Mónica ha pasado de verlo correr desde fuera y en la TV... a cantarle las notas dentro del coche: “Mis primeros recuerdos son de los rallyes en Cuenca. Tengo muchas imágenes de caminos, curvas a los que íbamos a verle… Cuando él se iba al Dakar, yo ponía la televisión solo para esperar a que saliese mi padre y se tocase la oreja, era una señal que nos hacía para decirnos que se acordaba de nosotras”.
En 2020, el cambio de motor les hizo penalizar muchas horas, pero lograron llegar a la meta en la 55ª posición. Este año las cosas han ido mucho mejor con un buggy V8 de Sodicars, terminando en la 35ª de la clasificación general, no sin problemas de todo tipo. Por una parte, problemas físicos en el caso de Mónica: “Estuve con gastritis, como efecto de un tratamiento que estuve tomando en diciembre. No pude desayunar ningún día desde la segunda etapa. Gracias a los productos de nutrición deportiva naturales que nos envió 226ERS podía comer durante la etapa, pero antes no”.

A nivel técnico también sufrieron algún percance y tuvieron un susto importante con un motorista: “Rompimos un palier y no llevábamos un repuesto de esa pieza, y menos mal que otro coche con el que compartimos equipo el año pasado nos la dejó, pero perdimos mucho tiempo. A nivel psicológico, lo peor fue el atropello al motorista: no fue culpa nuestra, él se asustó con otro coche y se nos cruzó, pero ver la situación y pensar que había muerto… fue muy duro. Menos mal que al final se recuperó”, reconoce Manuel Plaza.
Familia Plaza: gasolina en la sangre
La pasión por el mundo del automóvil y por la competición en la familia Plaza se refleja no solo en lo vivido por Manuel durante toda su carrera y, como hemos visto, en su hija mayor Mónica. Su otra hija, Marta, estudia automoción y ya ejerce como copiloto de un equipo valenciano en el campeonato de España de TT. “Me gusta ver que ellas lo vivan igual que yo y me gusta compartir la misma pasión con ellas”. Incluso Mónica nos reconoce que “mi madre compitió en su día también con mi padre. De hecho, cuando yo estaba en la barriga de mi madre, se fueron en un Opel Corsa al Polo Norte”.

Mónica Plaza ya acumula experiencia en los raids copilotando a pilotos de la talla de Cristina Gutiérrez, Dani Solà, Luis Recuenco o el holandés Kees Koolen. En su cabeza está también probarse como piloto; de hecho, ya hace sus pinitos en circuito, pero nos reconoce querer probarse en rallyes de tierra o raids, o “pilotar en una copa monomarca, pero sé que no es un objetivo a corto plazo”. En su día a día trabaja como especialista de cine, en eventos organizados por marcas de coches, temas de marketing y redes sociales… y deporte, mucho deporte. Si la sigues en redes sociales la verás casi todos los días subida encima de una bicicleta.
Su padre es también el alma de Plaza Aventura, una agencia de viajes familiar que se dedica a organizar eventos, experiencias y viajes a países como Marruecos, Mongolia, Costa Rica… para disfrutar del desierto y de la conducción 4x4.