Nadie quiere que las imágenes del año pasado con centenares de personas atrapadas en la AP-6 a causa de la nieve se repitan. La mala planificación de las autoridades puso la base para que conductores y pasajeros pasaran la noche en mitad de una carretera nevada, pero como conductores tenemos que tener claros una serie de conocimientos antes de echarnos a la calzada en situaciones adversas.
Conducir con nieve y hielo, mejor prevenir
Lo primero que tienes que hacer si las condiciones meteorológicas son desfavorables es pensar si merece la pena arriesgarse a que la nieve te sorprenda en la carretera. No es cuestión de tener miedo, pero sí de ser previsor y minimizar riesgos.
En caso de que no tengamos más remedio que afrontar el viaje, recuerda llevar contigo unas cadenas, ya que hay puertos de montaña que pueden estar cerrados o que sólo permitan el paso de vehículos con cadenas o neumáticos de invierno. No olvides ni mantas, ni bebida, y ten comida a mano. La batería del teléfono móvil es imprescindible y si cuentas con otra externa mejor aún. Extrema todas estas precauciones si viajas con niños, ancianos o enfermos.
Conducir con nieve y hielo, mira lejos
Una vez que la nieve empieza a cubrir la calzada, nuestro primer consejo es que mires lejos. Ten en cuenta que las maniobras con hielo y nieve son mucho más lentas pero también tenemos que anticiparnos con mayor antelación a lo que va a suceder, ya que tenemos que evitar las maniobras bruscas. Piensa con tiempo cuáles van a ser tus próximos movimientos.
Del mismo modo, debemos, al menos, doblar la distancia de seguridad, para que en caso de perder adherencia no alcancemos al vehículo que nos precede. Recuerda que ya con lluvia o frío intenso los neumáticos de verano no trabajan a temperaturas óptimas y la distancia de frenado aumenta. Por tanto, con nieve o hielo la prevención debe ser multiplicada.
Conducir con nieve y hielo, siempre con las luces puestas
Otra de los requisitos necesarios para conducir con seguridad por la nieve es hacerlo con las luces puestas. Aunque la mayoría de los modelos nuevos traen incorporadas las luces diurnas, recuerda que tan importante es ver como hacernos ver, por lo que con las luces facilitaremos la circulación al resto de vehículos.
Conducir con nieve y hielo, qué hacer con el ESP
El control de estabilidad es uno de los avances más importantes de las últimas décadas en el sector del automóvil, pero resulta completamente inútil cuando entre el neumático y la calzada nos encontramos hielo y/o nieve.
Lo primero es que si el ESP entiende que las ruedas están patinando, lo primero que va a hacer es cortar el acelerador, por lo que no podremos salir y movernos de donde estamos. En segundo lugar, si el coche detecta que una rueda tiene adherencia y el resto patinan, lo primero que va a hacer es bloquear la rueda que mejor traccionaría, ya que entiende que el vehículo está sufriendo un sobreviraje (derrapa) o un subviraje (se va de morro).
Utilizar el ESP en situaciones de nieve o hielo puede “volver loco" al sistema y hacer que éste sea completamente inservible.
Conducir con nieve y hielo, sé muy suave
Una vez en marcha, evita cualquier tipo de maniobra brusca. Olvida los frenazos, los acelerones y los cambios rápidos de dirección, ya que lo único que conseguirás es que los neumáticos pierdan la poca adherencia que hayan conseguido y te convertirás en un pasajero.
Por ello, circula siempre con la marcha más larga posible. De esta manera reducimos la potencia entregada al acelerar y, por tanto, que las ruedas patinen. De igual modo, trata de tener mucho tacto con el pedal del freno. Aunque te parezca que el espacio para frenar es reducido, controla el pie derecho y nunca pegues un pisotón, ya que bloquearás las ruedas y sólo conseguirás deslizarte por la calzada hasta que la inercia desaparezca o choquemos contra un obstáculo u otro vehículo.