Sobre la carretera, el Polo en la anterior generación ya daba bien de sí. Este todavía ha vuelto más positiva la ecuación entre comportamiento y comodidad. Ambas versiones juegan con una separación entre ruedas mayor y, simplemente eso, ya genera un mayor aplomo. Por tanto, no ha sido necesario endurecer la suspensión para que se haya ganado en este capítulo. La versión 1.2 es más blanda de suspensión y no genera tanta precisión como el 1.4 TDI, que ya puede conducirse deprisa con bastante confianza. La falta de ABS en la unidad de pruebas de este 1.2 y la obligatoriedad —dada la premura de tiempo y la mala meteorología que se ha padecido en los días en los que se ha realizado esta comparativa— de realizar las pruebas de frenado sobre un asfalto todavía algo húmedo, han dado como resultado unas distancias de frenado que, con seguridad, serán mejoradas cuando las condiciones sean las habituales.Dado lo limitado de sus prestaciones, el equipo mixto de disco ventilado delante y tambor detrás, nos ha parecido suficiente mientras que los cuatro discos del TDI ya se sitúan a la altura del mayor dinamismo de esta versión. Hablando de dinamismo, comentar que a igualdad de motorización —1.4 TDI de 75 CV— este Polo ha resultado sensiblemente más lento que la generación anterior y claramente más glotón, no alejándose mucho del litro de gasóleo por encima, cada cien kilómetros, en nuestro ciclo combinado. Servidumbres del tamaño, y por tanto, del peso.La versión de gasolina sufre en las rampas de la carretera —y no digamos en los adelantamientos—, incluso en aquéllas de autovía con no más de un cuatro o cinco por ciento de desnivel, obligando a un uso intensivo del cambio para tratar de mantener el régimen de giro del motor en las cercanías de la zona roja si no queremos ver como la aguja del velocímetro desciende irremediablemente. El cambio, con desarrollos muy cortos y ajustados, nos sirve perfectamente en este menester y se maneja con total facilidad. A alta velocidad sólo un perceptible silbido del aire sobre la carrocería acompaña al sonido del motor, que así se convierte en la principal fuente sonora que llega a nuestros oídos.Algo parecido ocurre con el tricilíndrico de gasóleo, pero en este caso, con la circunstancia desfavorable de que el sonido del motor es menos agradable, y en determinadas situaciones —ralentí entre ellas— bastante feo y audible desde el exterior. Sin embargo, su rendimiento es digno de encomio y mueve con una adecuada soltura al Polo si tenemos en cuenta su limitada cilindrada. También aquí, los desarrollos están bien elegidos y pese a que el motor no empuja con toda su rabia hasta las 2.200 rpm —régimen alto para un turbodiésel de última generación— normalmente nos encontramos con la aguja del cuentarrevoluciones bien por encima de esa cifra, disfrutando de lo mejor de este pequeño motor.Juzgar un modelo como cualquiera de estos Polo siempre depende del punto de vista con el que se realice. Si tomamos objetivamente su concepto y realización, sin más, no podemos sino afirmar que una sonrisa acompañará nuestro parecer. Sin embargo, si lo aplicamos en función de los precios, un semblante taciturno será más ajustado al dictamen efectuado.Sobre la carretera, el Polo en la anterior generación ya daba bien de sí. Este todavía ha vuelto más positiva la ecuación entre comportamiento y comodidad. Ambas versiones juegan con una separación entre ruedas mayor y, simplemente eso, ya genera un mayor aplomo. Por tanto, no ha sido necesario endurecer la suspensión para que se haya ganado en este capítulo. La versión 1.2 es más blanda de suspensión y no genera tanta precisión como el 1.4 TDI, que ya puede conducirse deprisa con bastante confianza. La falta de ABS en la unidad de pruebas de este 1.2 y la obligatoriedad —dada la premura de tiempo y la mala meteorología que se ha padecido en los días en los que se ha realizado esta comparativa— de realizar las pruebas de frenado sobre un asfalto todavía algo húmedo, han dado como resultado unas distancias de frenado que, con seguridad, serán mejoradas cuando las condiciones sean las habituales.Dado lo limitado de sus prestaciones, el equipo mixto de disco ventilado delante y tambor detrás, nos ha parecido suficiente mientras que los cuatro discos del TDI ya se sitúan a la altura del mayor dinamismo de esta versión. Hablando de dinamismo, comentar que a igualdad de motorización —1.4 TDI de 75 CV— este Polo ha resultado sensiblemente más lento que la generación anterior y claramente más glotón, no alejándose mucho del litro de gasóleo por encima, cada cien kilómetros, en nuestro ciclo combinado. Servidumbres del tamaño, y por tanto, del peso.La versión de gasolina sufre en las rampas de la carretera —y no digamos en los adelantamientos—, incluso en aquéllas de autovía con no más de un cuatro o cinco por ciento de desnivel, obligando a un uso intensivo del cambio para tratar de mantener el régimen de giro del motor en las cercanías de la zona roja si no queremos ver como la aguja del velocímetro desciende irremediablemente. El cambio, con desarrollos muy cortos y ajustados, nos sirve perfectamente en este menester y se maneja con total facilidad. A alta velocidad sólo un perceptible silbido del aire sobre la carrocería acompaña al sonido del motor, que así se convierte en la principal fuente sonora que llega a nuestros oídos.Algo parecido ocurre con el tricilíndrico de gasóleo, pero en este caso, con la circunstancia desfavorable de que el sonido del motor es menos agradable, y en determinadas situaciones —ralentí entre ellas— bastante feo y audible desde el exterior. Sin embargo, su rendimiento es digno de encomio y mueve con una adecuada soltura al Polo si tenemos en cuenta su limitada cilindrada. También aquí, los desarrollos están bien elegidos y pese a que el motor no empuja con toda su rabia hasta las 2.200 rpm —régimen alto para un turbodiésel de última generación— normalmente nos encontramos con la aguja del cuentarrevoluciones bien por encima de esa cifra, disfrutando de lo mejor de este pequeño motor.Juzgar un modelo como cualquiera de estos Polo siempre depende del punto de vista con el que se realice. Si tomamos objetivamente su concepto y realización, sin más, no podemos sino afirmar que una sonrisa acompañará nuestro parecer. Sin embargo, si lo aplicamos en función de los precios, un semblante taciturno será más ajustado al dictamen efectuado.
Volkswagen Polo 1.2i / Volkswagen Polo 1.4 TDi Trendline
Más grande, refinado y con aires de superioridad, el nuevo Polo contenta a quienes desean disfrutar de un modelo razonable y con marchamo de calidad. Sus versiones tricilíndricas de gasolina, 65 CV, y turbodiésel, de 75 CV, se dirigen a los que se sacian sin necesidad de buscar prestaciones elevadas.
